Bueno hoy voy hacer una reflexión aquí sobre lo que pienso de todos los que compartimos la necesidad innata de escribir.
Empezemos por los grandes Cervantes, Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Béquer, Machado, Federico García Lorca… creo que con estos bastan aunque me dejo en el tintero a muchos otros genios.
¿Qué tienen en común todos estos genios de la escritura?… Sí son gente con vidas dificiles, vamos unos desgraciados en toda regla.
A los autores del barroco ya sabemos que les toco vivir la decadencia de España.
Cervantes: tuvo que luchar en Lepanto, después estubo en la cárcel durante unos años…
Lope de Vega: no fue tampoco el hombre con mas suerte del mundo, tras numerosos fracasos amorosos murieron todos sus hijos antes que él. Y terminó como hombre de iglesia.
Francisco de Quevedo: no hay nada mas que escuchar la definición de la época «Cojitranco, sagaz y ojituerto». Además también estubo de visita en cárceles varias veces, y exiliado.
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Béquer: no le toco precisamente la lotería, murió a una edad muy temprana y estuvo enfermo toda su vida.
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Los autores del siglo XX. Marcados por la desgracia de la guerra civil todos.
Machado: exiliado y muerto en Francia, tras tener que huir por la guerra civil.
Lorca: fusilado por cuestiones políticas que mejor no mencionar.
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Podemos ver que sus vidas son movidas con sucesos trágicos que las marcan. ¿Será por eso por lo que son tan geniales? ¿Inspira el dolor? Yo creo que sí.
Cuando una persona es feliz, no necesita escribir sencillamente por tener cosas mas entretenidas en las que emplear el tiempo. Pero cuando no lo es… el tiempo sobra no sabe que hacer con él y por esta razón es por la que se tiene que desahogar desporticando con el mundo y sus injusticias.
¿Merece la pena?
Claro que de un vistazo a los poetas, de cualquier época, se puede ver y casi sentir con sus versos el dolor que guardan cada uno de ellos, será un gaje de la poesía, no lo sé. Aunque investigando algo más a fondo nos podemos encontrar a poetas como Pablo Neruda, que aunque tubo una infancia complicada después de a travesar su adolescencia se empapó de optimismo y una vida llena de poesía que terminó en su casa de isla negra, después de haber vivido amoríos y guerras si pasarlo demasiado mal, sino como un narrador que escribe, ve, pero nadie daña.
A pesar de ello murió de cancer, pero supongo que no existe vida perfecta, ni en poetas, escritores o cocineros.
Los poetas o escritores no escriben sólo cuando no son felicesy les pasan tragedias en sus vidas, los poetas aportan una mirada de la realidad, sea buena o mala, retratan la vida de todos los hombres (dolor, felicidad, amor…) quizás, por ser el dolor un sentimiento más intenso, eso tenga más repercusión en su poesía, pero un buen poeta, es aquél que ve en lo cotidiano lo excepcional, el poeta de la calle, cercano, de la gente. Dicen que los versos de Machado fueron un aliento para los republicanos en la Guerra Civil.
No has mencionado a Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel y en cuyos versos no se aprecia tanto dolor como algunos de sus contemporáneos, se fija más en la naturaleza que le rodea, haciendo constantemente metáforas y símil con el color del cielo, de los árboles… o Rafael Alberti y su añoranza al mar.
Destacar también a los poetas contemporáneos, Luis García Montero, por ejemplo, habla de aquello que es cotidiano y en un contexto de modernidad (ahora se envían e-mails, existen los teléfonos móviles y estas cosas pueden aparecer en su poesía), son poemas en los que uno se mira y ve su reflejo, son espejos de la vida o del alma y en realidad eso es lo que gusta, que el poeta ilumine esa parte de nosotros que no conocemos.
Ángel González, por el contrario tiene una poesía pesimista y más dolorida por el sufrimiento que le causó la Guerra Civil, pero algunos autores coinciden con que debajo de todo ese dolor y pesimismo, existe una vitalidad escondida, unas ganas de vivir que se esconden bajo el tono de las palabras, sólo hay que explorar algunos de sus poemas, hay uno que me encanta y que simboliza la vida misma es éste:
NADA ES LO MISMO
La lágrima fue dicha…
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
Nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
Ángel González