¿Quién ha rescatado a España todos estos años?

Quizá leyendo el título el lector sospeche posiblemente que este artículo versará sobre un posible rescate subrepticio a España por parte de alguna institución europea, y que no haya sido conocido hasta ahora.

Lamento comunicarle al interesado lector que no trataré sobre eso, entre otras cosas, porque es bastante evidente que España ha sido rescatada últimamente más de dos y más de tres veces de forma oficial: compra de bonos del BCE por Trichet, anuncios de Draghi, inyección exuberante de liquidez en nuestros bancos, línea de crédito de hasta 100.000 para nuestro sistema financiero, etc.

De lo que hablaré en este artículo es de una cuestión más genérica: ¿cómo es posible que todavía no hayamos suspendido pagos (quebrado, haber declarado el default, etc.) con un 25% de paro, con uno de los sistemas más dilatados de políticos del mundo, lleno de corrupciones, repleto de burocracias, aherrojado por el sindicalismo, el clientelismo (en su versión más atroz con las Cajas de Ahorro), el nepotismo, la cultura de la subvención y la ineficiencia? ¿Cómo es posible que se hayan mantenido durante tanto tiempo diecisiete organismos gubernamentales manirrotos, que iban disparando sus gastos a medida que pasaba el tiempo?

Toda persona en sus cabales sabe que si una empresa invierte mal, desprecia a sus clientes, vende sus productos defectuosos, o realiza sus servicios de forma indeseada, tarde o temprano la gente dejará de ir a la empresa, se irán a la competencia que hará mejor las cosas, y esta empresa entrará en pérdidas, suspenderá pagos, y desaparecerá. ¿Cómo es posible que el Estado Español aún no haya desaparecido?

Excepto algunas excepciones contadísimas, el Estado no es productivo, no genera valor a la sociedad. Partimos, por tanto, de que todo estado es ineficiente desde el principio. Ahora bien, la cuestión está en cuánto es de ineficiente este o aquel estado. No es lo mismo un Estado deficitario, que uno ultradeficitario o monstruosamente deficitario.

Lo que normalmente impide a todo Estado no caer por su propio peso es la coacción física: si tu no haces lo que el Estado te pide, o te quita dinero (multa), o te mete en la cárcel, o te mata (en los casos más extremos). Así el Estado exige que se le dé parte del dinero que poseen las personas: impuestos, exacciones. Esto permite que un ente que no produce nada, se salve de la desaparición. Esto no es muy problemático en Estados pequeños, donde esto es lo único que se utiliza, y además presentan impuestos bajos, y en ocasiones, hasta el Estado realiza funciones nada desdeñables.

Ahora bien, el caso del Estado Español está en las antípodas. Sus dirigentes son especialistas en crear burbujas y que el progreso no se deje notar en nuestro país a lo largo de tiempo, más bien al contrario. Ajustan el ciclo económico al ciclo político, para rentabilizar las elecciones. César Molinas, en su artículo Una teoría de la clase política española, afirma de que la clase política española ha generado compulsivamente toda clase de burbujas en la economía. Las más evidentes han sido la burbuja inmobiliaria, la burbuja financiera, la burbuja eléctrica y la burbuja estatal. Por no hablar de la burbuja de transportes, que tenemos el país con más redes ferroviarias (todas las capitales de provincia unidas con Madrid) y de aeropuertos del mundo, que nadie utiliza, y han costado enormes cantidades de dinero.

Para qué hablar de la burbuja inmobiliaria y financiera. Las Cajas de Ahorros, a la sazón controladas por los políticos, han desaparecido prácticamente de nuestro territorio, a pesar de los rescates que los políticos han realizado con dinero público.  La burbuja eléctrica, como extraordinariamente expuso Manuel Fernádez Ordóñez en el Instituto Juan de Mariana, ha otorgado subvenciones (primas) a las energías verdes en una cuantía anual de 50.000 millones de euros, cuando el objetivo era infinitamente menor. Todavía pululan por nuestra orografía millones de españolitos deseando abrir una central de energías verdes para cobrar del Estado. Tenemos más del triple de potencia eléctrica instalada del necesario, al tiempo que nuestra factura eléctrica se ha triplicado, siendo más de la mitad del coste impuesto estatal. Y eso que, en el mercado, nuestra energía es la que menos cuesta producir de toda Europa.

Si bien se puede decir que ambas burbujas ya han pichado, todavía estamos asistiendo al crecimiento, como bien analiza Juan Ramón Rallo en su último libro Una alternativa liberal para salir de la crisis, de la burbuja estatal, que de un momento a otro no le quedará más remedio que explotar. Los gastos anuales del Estado nunca han dejado de crecer, pese a los famosos recortes. Y actualmente estamos a punto de entrar en el punto de no retorno en el que los intereses de la deuda empiezan a retroalimentar el gasto (efecto bola de nieve), siendo por tanto imposible reducir el gasto a no ser que se declare la suspensión de pagos.

¿Cómo es posible que este Estado ultradeficitario aun no haya caído? Imaginemos una familia, un padre, una madre, y varios hijos. Uno de los hijos decide no estudiar, ni trabajar, pero al mismo tiempo decide gastar mucho. Tendrá que coaccionar al padre y a la madre para que les de dinero. Pero si el hijo cada vez maltrata más a sus súbditos, y cada vez gasta más, llegará un momento en que tal situación colapse. ¿Por qué todavía no ha llegado en España, aunque esté a punto de hacerlo?

Cómo ya vimos de pasada antes, un factor son los impuestos. El dinero que se le quita a los ciudadanos tanto de forma directa (quitándoselo de lo que gana), como de forma indirecta (incrementando enormemente los precios de todo: luz, agua, gas, alimentos, libros, etc.), estableciendo fuertes impuestos especiales. Al igual que las larvas, que habitan y se alimentan de los lugares más ricos, los impuestos se colocan en las actividades más rentables, alimentándose y consumiendo, como un gusano, de la riqueza generada por la sociedad. Así nace el IVA, los impuestos especiales, o los nuevos impuestos energéticos aprobados por el PP. Y para qué hablar de los efectos entre impuestos: esa maravilla que hace posible que un impuesto se aplique sobre otro impuesto, haciendo crecer la recaudación sin motivo.

Aparte del efecto de coacción y de gusano, algo más tiene que estar sosteniendo esto. En este sentido, el Estado es como un virus que se inserta en la célula y utiliza sus propios mecanismos para reproducirse, perjudicando la salud de todo el organismo. El segundo estado con más leyes del mundo (más de quince mil) no puede ser mantenido por sólo (¡sólo!) eso. Se me vienen a la mente los dos fraudes más característicos de este país: la Lotería y la Seguridad Social.

La seguridad social es un sistema que condena a todo individuo a unas pensiones de miseria, si lo comparamos con las pensiones que obtendría un trabajador medio suscribiéndose a un plan de pensiones privado medio (capitalización). ¿Por qué es un fraude? Porque, al igual que la estafa de Madoff o de Forum Filatélico, se trata de un esquema piramidal en el que los trabajadores actuales pagan a los que reciben la prestación ahora, y los que pagan tienen que confiar en que en el futuro haya suficientes paganos como para ver su prestación asegurada, y que en ningún caso está asegurada ni coincidirá con lo cotizado previamente.

Imaginemos que a todos los ciudadanos le quitamos un céntimo, y lo recaudado, diez mil euros se lo damos a una persona. Nadie se habrá enterado, y una persona estará muy contenta. Eso es lo que ocurre con numerosos impuestos, pero también algo parecido sucede con la lotería. El Estado ofrece suculentos premios y vende numerosos boletos para obtenerlos. El incentivo del premio es muy alto, de tocarte la lotería pasarás a millonario en un instante. Sin embargo, si multiplicásemos el dinero que podemos obtener como mayor premio, por la probabilidad de que nos toque, apenas llega a un euro, cuando el décimo vale veinte euros. Es decir, si somos racionales no compraremos el boleto. Así el Estado se aprovecha de la no racionalidad del que lo compra, se endosa una buena cantidad de dinero, y una pequeña parte se la da a los ganadores. En España, el dinero recaudado por la Lotería se dedica a financiar a las Comunidades Autónomas. Ahora se está viendo que esto no es suficiente y han creado el céntimo verde, un impuesto que encarece un 10% la energía, para financiar a las CCAA.

Asimismo, el Estado hace uso de su poder coactivo expropiando la propiedad privada, y ofreciendo una compensación reducidísima por ello. Esto le viene de perlas para poder hacer realidad sus sueños de construcciones faraónicas, tales como el AVE o numerosos aeropuertos. Imagínese lo que le constaría si tuviese que comprar una a una todas las parcelas que utiliza para ello, tal y como tendría que hacer una persona normal y corriente, o como hace el dueño de Eurovegas para poder hacerla realidad.

Pero por si esto fuese poco, y aún con multitud de aspectos que me he dejado en el tintero, todavía es insuficiente. El estado gasta un 30% más de lo que consigue coger de las personas de todas las formas imaginables, y entonces es cuando accede, con piel de cordero, al mercado y lo pide prestado, aceptando todas las leyes del mercado, que previamente ignoró. Entonces pide dinero a la gente a cambio de un tipo de interés (¡vaya, actuando mediante acuerdos!).

El Estado ya se encargará de crear inflación constante (impuesto inflacionario), que reducirá el valor de la moneda, y por tanto nos hará a todos más pobres de forma exponencial, reduciendo así el valor de su deuda, empequeñeciéndola con el paso del tiempo. Aun así, muchos gobernantes aseguran (como los griegos) que la deuda pública, por costumbre, no se paga.

En España, aún así, todo esto no ha sido suficiente para mantener al Estado Español. Llega un momento en el que ya no hay más por donde rascar para seguir expandiendo el gasto, y dilatando la burocracia, los derroches, etc. Llega la impotencia del Estado, que se presupone todopoderoso. ¿Qué hacer entonces?

El BCE, de momento, ha anunciado que, de quebrar el Estado Español, él saldría en su rescate y le inyectaría dinero suficiente para que pagara. Esto ha provocado calma en los que le siguen prestando el dinero al Estado Español, para que a Estado Español no se le acabe el dinero que tan urgentemente necesita para seguir incrementando el gasto. No obstante, esto no es todo. La UE ya ha concedido al Estado Español una línea de crédito de cien mil euros, a un tipo de interés artificialmente bajo. Además de las enormes inyecciones de liquidez que ha realizado el BCE a nuestro bancos y cajas, para apuntalarlos.

¿Cuándo llegará el momento en el que se declare insostenible el Estado Español, tras chupar de España todo lo que lo ha hecho, y comience a desmantelarse, para recuperarnos de todas las burbujas sufridas y que tienen una única causa?

España no tiene ningún problema, el problema está en su Estado, especialmente en sus gobernantes.

Nota: aunque en el título pongo España, en realidad me refiero al Estado Español, que tiene una gran diferencia, y que en multitud de ocasiones se confunde la sociedad con su Estado.

Cuentos chinos

El gobierno chino, con su fuerte intervención en la economía china, a través de su Banco Central, está perjudicando lentamente a una de las economías más emergentes del mundo.

China, al igual que numerosos países asiáticos, como Japón, Singapur, India, Tailandia, Taiwán, Corea del Sur, decidió, a partir de 1980, abrirse al exterior y olvidar el sueño utópico del comunismo. Si bien, lo hizo más lentamente, y con más reticencias, que el resto de países: la transición de China al capitalismo, aunque fue rápida, se hizo de forma más lenta que la de sus vecinos.

Países sumamente pobres, comparables a los actuales africanos, se decidieron por la libertad económica. Muchos están hoy entre los países más ricos del mundo, como Corea del Sur. Los inversores extranjeros, deseosos de obtener rentabilidades, vieron enormes posibilidades en países tan necesitados como los asiáticos, con tantas necesidades por satisfacer, donde la competencia es mucho menor que en sus países de origen, ya desarrollados. Y así es cómo los inversores extranjeros se enriquecieron enriqueciendo.

El caso de China presentaba además un aliciente adicional, igual que India. Era un país de enorme población, pues una de las políticas de la China imperial era incentivar la natalidad, para tener efecticos militares con los que luchar. En China, donde existe un gran mercado interno, y por tanto las primeras empresas obtendrían grandes volúmenes de ventas, era bastante atractiva para la inversión.

Igual que si Corea del Norte decide mañana romper sus barreras económicas y comerciales, y dar vía libre a los inversores, se originará una avalancha de inversión en el país, que empezarán a abrir hoteles, comercios, negocios, etc. Sería una oportunidad de ganancia sin parangón.

A pesar de todo, lamentablemente China todavía no ha abrazado la plena libertad económica. Hoy día el gobierno chino sigue haciendo “ingeniería social” e interviniendo de manera sutil, pero fuerte, en la economía.

Hoy todavía existen controles de capitales. Hoy todavía se controla y se maneja artificialmente el valor del yuan. Hoy todavía se maneja arbitrariamente el tipo de interés, y el coeficiente de reservas. Hoy todavía existe control sobre la natalidad, para expandir el PIB per cápita de forma artificial. Hoy todavía se impide la salida del país a numerosos funcionarios chinos. Y todo ello con efectos muy perniciosos para la economía, y por tanto para el ciudadano medio.

El “take-off” que experimentan necesariamente todos los países al industrializarse y al abrazar el capitalismo, donde se crece a ritmos vertiginosos, y la calidad de vida crece exponencialmente, está siendo aprovechado por el gobierno chino, para obtener poder, aun afectando a los ciudadanos chinos, y con el peligro de desacelerar el bonancible crecimiento chino, y la calidad de vida.

Veamos con detenimiento varias de las más funestas intervenciones, para la población, del gobierno chino.

I

Yuan: el billete rojo

El gobierno chino mantiene una política de tipo de cambios fijos sobre su moneda, el yuan. Eso no es otra cosa que mantener el valor del yuan fijo, inamovible, sin depreciaciones ni apreciaciones, en el mercado de divisas. Esto tiene enormes implicaciones macroeconómicas, que darían para otro artículo, mucho más largo, explicarlas todas.

Para conseguir que el valor del yuan en el mercado de divisas quede fijo, el gobierno chino hace lo siguiente.

Cuando en el mercado de divisas el valor del yuan está por debajo del valor fijado, o existen presiones a la baja en el valor, el gobierno chino vende los dólares que tiene acumulados, para comprar sus propios yuanes. Esto provoca una subida de la demanda de yuanes y una subida de la oferta de dólares, haciendo subir (de forma artificial porque se debe a la intervención del gobierno, y no de las transacciones entre particulares) el valor del yuan, o el tipo de cambio yuan-dólar.

Cuando el yuan está por encima del valor fijado por el gobierno chino, o existe presiones al alza sobre el valor, se hace lo contrario: el gobierno chino imprime yuanes, y acude con ellos al mercado de divisas a comprar dólares. Esto hace subir la oferta de yuanes, y subir la demanda de dólares, haciendo bajar (de forma artificial) el valor del yuan, o el tipo de cambio yuan-dólar.

El gobierno chino lo que quiere es mantener artificialmente muy bajo el valor del yuan: a unos 6-7 yuanes por dólar. Mientras que el PIB chino, al mismo tiempo, podría superar al estadounidense en poco tiempo.

¿Con qué objetivo? En primer lugar, el gobierno, quiere lograr un abaratamiento generalizado y artificial (más barato de lo que se produciría en un mercado no intervenido) de china, de todos los precios chinos: bienes, servicios, salarios, inversiones, etc. Esto haría aún más atractiva China hacia los inversores extranjeros. Así es como los productos chinos son tan baratos, la mano de obra y las exportaciones son tan enormes.

De modo que “el modelo asiático”, que no es sino chino, de salarios bajísimos, del que tanto se habla en la prensa, no es producto del mercado ni mucho menos (de hecho el mercado presiona para lo contrario), ni de la globalización, sino de la intervención deliberada del gobierno chino. Lo contrario es un “cuento chino”.

De hecho, corre el peligro de que el gobierno chino no pueda con el mercado, y no pueda mantener tan bajo el valor del yuan. Al comprar tantos dólares, sus reservas de dólares son mastodónticas, que están ociosas y no se sabe lo que hacer con ellas. Los propios chinos no se fían del yuan, y están empezando a cambiarlo por moneda extranjera y a ahorrar en otras divisas. Este efecto, provocó el pasado mes de julio que saliese más dinero de China del que entra, por primera vez en mucho tiempo.

Por esto, el gobierno chino ha ido subiendo su objetivo, a regañadientes y renqueando, el objetivo del valor fijo del yuan, del 9 yuanes por dólar en 2002 al objetivo actual de 6,3 yuanes por dólar.

Lo normal en una economía como la china es que su moneda fuese mucho más valiosa y que se apreciara progresivamente, al tiempo que sus habitantes vayan adquiriendo rápidamente un buen nivel de vida, por la mayor capacidad adquisitiva del yuan. Como así ha sucedido en la mayoría de países sin tipo de cambio fijos.

Además, por otra parte, el gobierno chino imprime yuanes a mansalva. La impresora china echa humo. La oferta monetaria del yuan crece a tasas cercanas al 20%, mientras que, por ejemplo, la del euro está entre el 3% y el 5%.

Hay una relación contable en economía que siempre se produce. La cantidad de dinero que hay, dividido entre el número de productos que hay, da lugar al precio medio de un prodcto en esa economía. Si sube el número de productos, baja el precio; si sube la cantidad de dinero, sube el precio. O, dicho de otra forma, si la producción crece al 3% y el dinero al 8%, se produce una inflación del 5%.

En el caso de china la producción (PIB) crece al 10% aproximadamente, mientras que la masa monetaria lo hace al 15%. El resultado es una inflación del 5%. La que tienen actualmente. El gobierno no resta sólo capacidad adquisitiva devaluando el yuan en el mercado de divisas: también lo hace creando inflación.

Esta “política de impresora” también está relacionada con la política del tipo de cambio del yuan, que vimos anteriormente. Veamos por qué.

Existe otra relación contable en economía, que siempre se produce, para el tipo de cambio.  A igualdad de PIB entre dos economías, la economía que tenga una moneda más fuerte será la que tenga menor masa monetaria. Y a igualdad de masa monetaria, la economía que tenga una moneda más fuerte será la que tenga un PIB mayor.

 

Bueno, pues con PIB similares, como los de China y EE.UU., el valor del yuan el mucho más bajo que el del dólar: mayor ritmo de impresora en China que en EE.UU.

II

Simientes de una burbuja

Al igual que en los países occidentales, China padece otra enfermedad derivada de la intervención del gobierno en el sistema financiero: los ciclos económicos.

Los tipos de interés son fijados por el Banco Central Chino, sin tener (porque es imposible) la información necesaria para fijarlos correctamente. Los coeficientes de reservas de los bancos son bajados progresivamente por el gobierno, “para expandir el crédito”, en una economía ya recalentada, donde la inversión supera el 48% del PIB. Y cuando la experiencia demuestra que una inversión más allá del 20% del PIB es peligrosa.

Y cada año hay menos distancia entre el ahorro bruto y la inversión bruta, corriendo el riesgo, cada vez más probable, de que la inversión supere al ahorro, provocando inexorablemente una burbuja.

Y numerosas ciudades fantasma en china, construidas, pero sin habitantes, ponen de manifiesto una problemática e inminente burbuja inmobiliaria. Eso y la desaceleración del crecimiento chino, deja en evidencia a un gobierno chino que “hecha más leña al fuego” iniciado por él mismo, engendrando las simientes de una futura burbuja, en pro de acelerar el crecimiento. Espero que, cuando explote la burbuja, no intente apagarla, porque lo hará con un lanzallamas.

En definitiva, China, a pesar de todo, continúa y continuará siendo una economía emergente, desarrollándose, gracias a los millones de chinos disciplinados en su trabajo, a la sociedad civil, que invierte, que trabaja, que produce. Seguirá aumentando su calidad de vida, pese a sus gobernantes. El problema de China es su gobierno, y lo demás son cuentos chinos.

¿Y si no rescatamos a los bancos?

Aunque el odio a los banqueros se remonta a hace más de dos mil años, últimamente en la opinión pública española están calando ciertos mensajes contra los rescates bancarios: manifestaciones, concentraciones, prensa, etc. Sin duda, lo que ocurrió en el 2008 en Islandia, donde se decidió no rescatar a ningún banco, ha influido enormemente en la opinión pública española.

Por esto, con este artículo, pretendo explicar todo lo que ocurriría (y en especial en el caso de Bankia) si no se decide rescatar a los bancos, sino dejarlos caer y que quiebren, a fin de que no sean los ciudadanos los que paguen las malas prácticas de los banqueros, y que éstos no salgan “de rositas”.

  • Actividad “fraudulenta” de todos los bancos

Todos los banqueros del mundo, y desde hace miles de años, no se limitaban a guardar y a custodiar el dinero que los depositantes habían colocado en sus bancos. Los banqueros, viendo que había un montón de dinero en sus oficinas, que siempre estaba ocioso, porque la gente solo utilizaba una parte de sus ahorros, no podían resistir la tentación a “utilizar” el dinero de los depositantes.

Al principio (en torno a 390 A.C en Grecia) tal práctica estaba prohibida y muchos trapezitas (banqueros griegos) estaban perseguidos por ello. Así tenemos la siguiente y divertida anécdota.

Isócrates cuenta en su obra Trapezítico (entre 393 y 391 a. C) que su amigo Tunícides acudió al banco de Pasión a retirar su depósito; pero, sorpendentemente, Pasión, el banquero, le dijo que él no había depositado nada allí. El cliente no pudo creer lo que oía y, con gran sorpresa, le volvió a reclamar la devolución del depósito. Pasión, tras cubrirse la cabeza y llorar, reconoció la existencia de su depósito y que se había visto obligado a mentirle por dificultados económicas y que, por favor, se devolvería el depósito, si mantenía todo esto en secreto.

Tetradracma, moneda griega de la época de Pasión.

Luego, con el paso del tiempo, tal actividad se volvió habitual (fue practicada durante el renacimiento italiano, a lo largo del imperio romano, durante el período de esplendor en los mejores bancos sevillanos y catalanes, en los bancos holandeses, etc.) y se terminó reconociendo la legalidad de la reserva fraccionaria (que los bancos pudiesen disponer de los depósitos de sus clientes para sacarles rentabilidad, mientras estos estaban ociosos).

  • Los bancos crean dinero “de la nada”

La Economía ha logrado demostrar que el utilizar el dinero depositado lo que provoca es una multiplicación del dinero, pues mientras los depositantes piensan que su dinero está disponible (aparece en su cuenta corriente), otros están disfrutando de él, como por ejemplo, las empresas a las que el banco les ha concedido un crédito. Además, si todos los depositantes fuesen en masa a solicitar su depósito (como el amigo de Isócrates) se llevarían la sorpresa de que sólo hay el 2% del dinero que se depositó y el banco, al no poder hacer frente a sus pago, se declara en bancarrota y todos pierdan el dinero que creían tener.

Como vemos en este ejemplo, imaginemos que el banco central imprime 1.000 € en billetes y se los da a una persona, por ejemplo, a Isócrates. Isócrates lo lleva al banco A para guardarlo y gestionar su dinero desde ahí. El banco A deja guardado 200 € y los otros 800 € se los da a una empresa, a la que le acaba de conceder un crédito. Esta empresa, se lleva sus 800 € de dinero concedidos al banco B, que guarda 160 € y presa 640 € a otra empresa distinta. Y el proceso se repite así sucesivamente, de forma que 1.000 € se convierten en 5.000 €: 1.000 € en reservas y 4.000 € en préstamos.

Como observamos en este gráfico, la parte de abajo es el dinero realmente existente en el sistema: el EMP (efectivo en manos de público, es decir, los billetes y monedas que todos manejamos), y las RB (reservas bancarias, es decir, el porcentaje de los depósitos que los bancos guardan). La parte de arriba refleja el dinero total, el real y el creado por el sistema financiero: el EMP, las RB y los préstamos que se han concedido. Observamos que este sistema permite ampliar enormemente la actividad económica, pero es muy inestable, igual que un castillo de naipes.

Una forma de incrementar aún más el efecto multiplicador de los bancos, es el de incentivar o el de impedir que la gente tenga efectivo y lo coloque todo en depósitos. Por ejemplo, algunos países se están planteando la eliminación del papel-moneda y que todo se haga a través de transacciones bancarias.

Otro ejemplo que podemos citar es el que acaeció en la ciudad alemana de Wörlg, conocido como “The Wörlg experiment”. Se trataba de sustituir el papel-moneda actual por otro en el que cada mes había que colocarle un sello al billete (que costaba dinero) para que siguiera siendo legal. De esta forma se incentivaba el no acumular dinero durante mucho tiempo. Sorpendentemente, fue una de las pocas ciudades que vivió una expansión económica en un contexto de crisis mundial: la crisis de 1929.

Ejemplar de un billete de Wörgl

Bien, pues lo mismo que le ocurrió al amigo de Isócrates cuando fue a pedir su depósito a Pasión ha vuelto a pasar un montón de veces a lo largo de la historia. Estados Unidos, en la gran depresión, vio quebrar a casi todos sus bancos al no poder hacer frente a sus pagos; Argentina en el año 2001 tuvo que prohibir la extracción de dinero del banco (“corralito”); en la crisis del 2008, el gobierno estadounidense, decidió no rescatar al tercer banco de inversión y desapareció; igualmente, en el 2008, Islandia decidió no ayudar a su sistema financiero, provocando la quiebra de todos sus bancos y cajas de ahorros; el pánico bancario (bank run) que se produjo en el 2007 en el Nothern Rock británico; y muchos ejemplos históricos durante el imperio romano, el renacimiento italiano, etc.

Por eso, en el mundo reciente existen los bancos centrales, que son organismos que controlan el dinero, de forma que, cuando hay una crisis y los bancos se quedan sin fondos, el banco central inyecta dinero a los bancos para impedir las quiebras en cadena. Los bancos centrales funcionan fundamentalmente para eso. Además, para impedir un pánico bancario, la mayoría de los gobiernos, en esta crisis financiera actual, decidieron dos cosas: asegurar los depósitos a los clientes e inyectar dinero en los bancos.

  • Los Acuerdos de Basilea.

Además, un gran número de países se han comprometido con los Acuerdos de Basilea, que buscan incrementar el capital de alta calidad de los bancos, para reducir las probabilidades del quiebra del sistema financiero y hacerlo más seguro. Se busca que los bancos tengan al menos un 8% de todos sus activos en capital de alta calidad. Además, de ese 8%, al menos un 2% debe ser core capital, es decir, capital de calidad máxima, compuesto por reservas y el dinero aportado por los propios socios del banco.

Clasificación del capital bancario

Como vemos en el siguiente gráfico, estas son las exigencias para el sistema financiero mundial. El azul representa el porcentaje que los bancos deben tener de capital de máxima calidad (reservas y dinero aportado por los socios). El rojo representa el capital de calidad un poco más reducida que el core capital (por ejemplo, aquí incluiríamos las participaciones preferentes). El verde representa el capital de calidad media que debe tener el banco como porcentaje de sus activos.

En el 2018 se aumentarán las exigencias para los bancos. Además de lo ya exigido los años anteriores, deberán reservar un 2,5% de sus activos en capital de máxima calidad, para establecer un colchón que dificulte las posibilidades de quiebra (conservation buffer). Y, además, si el crecimiento del crédito de la entidad es muy elevado, tendrá que establecer un segundo colchón adicional por el mayor riesgo que pueda acarrear la expansión del crédito y prevenir las crisis económicas (cuntercyclical buffer).

Observemos las cifras. El 98% del dinero aproximadamente es ficticio y si todo el mundo fuese a retirarlo del banco todo se iría al garete. Los Acuerdos de Basilea lo que hacen es aumentar los fondos de los bancos para que sea más difícil la quiebra de un banco. Ahora ya no sólo tendrán un 2% del dinero, como antes, sino que tendrán un 10% de los activos totales para hacer frente a un pánico bancario. Pero no olvidemos la cifra: aun así, todavía un 90% del dinero no tendrá sustento real.


Veamos ahora qué tal están las entidades financieras en lo que respecta a core capital.

La línea roja representa lo mínimo requerido por la Unión Europea, que es el 9%. Observamos que casi todos los bancos incumplen el requisito, sólo podríamos salvar a Banca March a Kutxa Bank y a duras penas a Unicaja, BBVA, BBK y Caja Vital. El dato es alarmante, casi ninguna entidad puede avalar el 9% de sus activos totales, en forma de capital de calidad.

Veamos ahora qué tal está el sistema financiero europeo.

Suiza es el país que mejor situación tiene, con un 17,5% de media de core capital. Y la mayoría de los países europeos lo tienen por encima del 10%, incluso Grecia con un 11,8%. Sin embargo, España, Italia y Portugal, no llegan al 10% desvelando las dificultades de sus bancos. Recordemos que unos cuatro bancos españoles suspendieron los tres de estrés realizados en 2011; el otro banco que suspendió fue griego.

  • El caso de Bankia

Por ejemplo, en el caso de Bankia, la inyección del más de 20.000 millones de euros  se produce tras reconocer que, para que la entidad pueda alcanzar el 9,5% de core capital, que era el objetivo, le eran necesarios 19.000 millones de euros de capital puro.

(Haga click para ampliar)

En el último balance publicado por Bankia (31/12/2011), observamos en el gráfico, que tiene 160.000 millones en depósitos, 539,8 millones en fondos de pensiones, 2.064 millones en activos materiales (oficinas, casas, etc.) y 180.000 en créditos concedidos. Además, el BCE tiene depositado en Bankia casi 20.000 millones de euros. Asimismo,  Bankia tiene unos 7.400 millones de euros en deuda pública.

¿Qué ocurriría si el Estado español decide no rescatar a Bankia, no la hubiese nacionalizado ni inyectado dinero en ella? En primer lugar, se vería que Bankia por sí sola no podría cumplir el mínimo que se le exige por parte de la UE de core capital, pues la entidad ya llevaba varios ejercicios reteniendo sus beneficios como provisiones y reservas sin mucho éxito.

Recordemos, además, que Bankia es un banco que nace de la fusión de 7 Cajas de Ahorros en apuros, con grandes problemas derivados del ladrillo.

Todo esto originaría una desconfianza creciente en la entidad, que podría terminar muy probablemente en la suspensión de pagos de la misma con las siguientes consecuencias:

–          Bankia sólo podrá hacer frente a un porcentaje muy reducido de los depósitos, en torno a un 20% (a lo sumo). Con lo cual los ahorradores perderán, en este caso, un 80% de su dinero como poco. En cifras: se podría perder unos 128.000 millones de euros. Y como los depósitos están asegurados por el Estado español, el Estado tendría que aportar 128.000 millones de euros. Sólo esto, elevaría el déficit del Estado un 36% adicional (esto fue lo que le ocurrió a Irlanda). Esto sería ya lo que nos faltaba para acabar de destruir las finanzas públicas.

–          Habrá una entidad financiera menos en España (recordemos que actualmente sólo quedan 14, tras el elevado número de fusiones que está habiendo), con lo que habría un comprador menos de deuda pública, pudiendo elevar la prima de riesgo unos cuantos puntos más. Recordemos que Bankia es un comprador de deuda pública española, y tiene en sus balances más de 7.400 millones de euros de deuda española.

–          Asimismo, se perderán los fondos de pensiones.

–          El BCE perderá los 20.000 millones de euros prestados a Bankia.

–          Como otros bancos tiene un gran número de depósitos en Bankia, la quiebra de Bankia ocasionaría pérdidas en depósitos a otros bancos, perjudicando la situación del sistema financiero español (y europeo, aunque en menor medida), y pudiendo llevar a otros bancos a la quiebra, ocasionando un efecto en cadena.

–          Se originaría una desconfianza en el sistema financiero español brutal, con enormes salidas de capitales, aumento de la prima de riesgo y posibilidad de existencia de un corralito.

–          Se reduciría la actividad económica española, pues todo el dinero creado por Bankia, por el efecto multiplicador que vimos anteriormente, se disiparía. En otras palabras, las empresas perderían gran parte de sus créditos.

En definitiva, la quiebra de un banco sería la destrucción de una gran parte de la riqueza de nuestra economía, afectando a todo. Para que os hagáis una idea, el presupuesto del Estado español está en torno a los 350.000 millones de euros; los activos de Bankia ascienden a 305.820 millones de euros. La quiebra de Bankia originaría unas pérdidas para la economía española iguales que la quiebra del propio estado, y si tenemos en cuenta que podría originar corridas bancarias en otros bancos, sería una noticia más negativa la quiebra de Bankia que la quiebra del Estado español.

El «ejemplo» de Islandia

Por ejemplo, fíjense en lo que ocurrió en Islandia. El gobierno decidió no rescatar a los bancos, y quebraron todos, no quedó ninguno. El gobierno aseguró todos los depósitos de los islandeses (a cambio de establecer un “corralito”, es decir, a cambio de la promesa de que no acudieran a recoger todos sus depósitos), pero el resto se convirtió de la noche a la mañana en cero: créditos a empresas, fondos de pensiones, depósitos de extranjeros, etc. Además, esto supuso que Islandia pasase de un superávit del 5,4% en 2007 a un déficit del 13,5% en 2008, del 9,1% en 2009, del 10,10% en 2010 y del 4,4% en 2011.

Además, un mes después de la quiebra bancaria la corona islandesa perdió el 68% de su valor y la inflación se disparó al 20% encareciendo enormemente la vida de los islandeses (desde el 2008 hasta ahora las cosas en Islandia son un 50% más caras que antes), mientras la economía se contraía un 7%. Y todo eso, a pesar de las ayudas del FMI, Rusia y los países nórdicos. El país ha sufrido la emigración más grande en 150 años. Y todo no termina ahí, el Reino Unido y Holanda han denunciado al país por impago de enormes cantidades de deuda que tenía pendientes.

Datos macro de Islandia

El «mercado» de trabajo español: La ciudadela del empleo.

Tras la puesta de manifiesto, en el año 2008, de que la economía española estaba enferma, el pinchazo de la burbuja financiera y la consiguiente crisis económica que actualmente, en el año 2012, nos sigue asolando, el sistema bancario mundial dio un giro de ciento ochenta grados: se pasó de conceder créditos sin límite a restringir el crédito de manera desmesurada. Es lo que suele conocerse con el nombre «efecto acordeón».

En consecuencia, las empresas, además de ver reducidas estrepitosamente sus ventas, la financiación que provenía del sistema bancario también se desplomó. Esto llevó a que muchas empresas cerraran (la mayoría en el caso del sector de la construcción) y otras tantas tuvieran que reducir su dimensión para ajustarse a la nueva coyuntura, lo que implicaba reducir costes: reducir la producción, reducir los salarios, cerrar filiales, reducir plantilla, etcétera. Como todos sabemos, uno de los factores más importantes de la empresa y que mayores costes genera son los trabajadores, por lo que todas las empresas tuvieron que ajustar ahí.

Normalmente, en un mercado flexible y competitivo, el ajuste se realizaría en forma de precios. Es decir, al desplomarse la demanda de trabajadores por la crisis, el precio de contratar a un trabajador (salario) bajaría en proporción a esa bajada de la demanda. Dicho de otro modo, mayores índices de desempleo tirarían hacia la baja de los salarios. Esto permitiría a las empresas ajustarse mediante los salarios (vía precios) y no despidiendo a trabajadores (vía cantidades) y, además, reduciría el número de personas en paro. Es decir, se llegaría a un nuevo equilibrio en el mercado, para trabajadores y empresarios, más acorde con la situación actual.

No obstante, en España esto no fue así. El mercado laboral español era profundamente rígido, pues los salarios estaban fijados mediante un convenio firmado por los sindicatos y la patronal o, en su defecto, el gobierno. Es decir, miles de empresas, con sus trabajadores y empresarios, tendrían que cumplir los salarios que estipulase ese convenio. Esto provocó que, durante los años de la crisis, según la Comisión Europea, el coste laboral aumentase más de un 2,5%, mientras que en Europa lo hizo sólo un 0,5%. En definitiva, que si una empresa no puede reducir los sueldos, porque se lo prohíbe la legislación, para ajustarse a la crisis, quedan dos opciones: despedir o cerrar. Y esto fue lo que pasó: muchas empresas tuvieron que cerrar y otras muchas despidieron a una gran cantidad de empleados (lo que les ocasionaría también importantes costes por despido), llevando al país a unas cifras de paro disparatadas (actualmente cerca del 23%).

Y la gran pregunta en España es: ¿por qué no se han reducido los salarios?

Bill Gates

Mientras en Austria, por ejemplo, un 16% de las empresas se ajustaron reduciendo salarios y un 21% reduciendo plantilla, en España sólo un 6% pudo reducir el salario y un 68% lo hizo despidiendo. Ahora, mientras allí tienen un paro en torno al 5%, aquí lo tenemos del 23%. E, incluso, la OCDE afirma que España posee una cifra de desempleo estructural del 13%; es decir, que nunca podrá bajar de esa cifra.

Como consecuencia de todo lo anterior, casi el 75% de todos los despidos se corresponden con trabajadores temporales y jóvenes, ya que sus costes de despido son menores. Y en este punto se puede observar una cierta contradicción entre instituciones como los sindicatos. Por un lado, abogan por la igualdad de oportunidades, y, por otro, elaboran políticas que desigualan enormemente a los ciudadanos. Por ejemplo, se protege enormemente a los trabajadores fijos: dificultad máxima para despedirlos e imposibilidad de reducirles el sueldo. Esto no solamente tendrá como consecuencia una menor contratación de trabajadores fijos, sino que los trabajadores fijos tendrán mucho más poder sobre el resto (lo que se conoce como insiders) y que esta condición pase a ser un privilegio. En definitiva, mayor paro, menor contración, a cambio de mantener a una cantidad de trabajadores fijos con buen sueldo. 

No en vano, numerosos autores, consideran el mercado de trabajo español como «la ciudadela del empleo«, un lugar fortificado y seguro, pero pequeño, donde sólo unos pocos pueden acceder, mientras el resto permanece inaccesible.

Además, y por si todo lo anterior fuera poco, sabemos, por teoría económica, que el crecimiento económico se puede producir por dos mecanismos: por el aumento de la productividad (que los trabajadores trabajen más y mejor) o por el aumento del empleo. Y, si por legislación se impide la creación de empleo, también se está impidiendo el crecimiento económico y, en consecuencia, el desarrollo y el bienestar de la población.

Por otra parte, también existen otros problemas en el mercado de trabajo, que aunque no tan importantes como la rigidez comentada anteriormente, también son dignos de corregir. Son los denominados desajustes entre la oferta de empleo y la demanda del mismo o, dicho en el argot económico, mismatch. Es evidente que hay una demanda de trabajadores muy cualificados que, en nuestro país, pocos pueden acceder a tales puestos de trabajo, por el reducido nivel de nuestro sistema educativo. Y, por el contrario, existe una «masificación» en las universidades españolas, en tanto el nivel de licenciados supera con mucho a las ofertas de empleo. Este desajuste es muy negativo porque incentiva a que personas que no obtendrán trabajo de una determinada carrera a que la estudien, impidiendo acceder  puestos de trabajo más idóneos, y provocando una pérdida de tiempo y dinero irrecuperable.

La nueva Reforma Laboral recientemente introducida por el gobierno de Rajoy ha cambiado por completo este panorama, reduciendo rigideces que siempre han estado presentes en nuestro sistema laboral, incluso desde el régimen franquista. Por ejemplo, el convenio realizado a nivel de empresa prevalecerá sobre el firmado por los sindicatos a nivel nacional. Como vemos, es un buen instrumento para que las empresas adapten su situación de la mejor forma posible, evitando quiebras, despidos, ineficiencias e injusticias. También se facilita la flexibilidad en la entrada y salida de empleo, con la reducción del coste de despido y que, a partir de ahora, el despido se considerará procedente (en vez de improcedente), salvo prueba en contra.

Además, se incluye un contrato, que sólo podrán utilizar las PYMES, que no tendrá costes de despido e incluso estará exento de cotizaciones, a parte de incentivos fiscales a la contratación. En definitiva, una verdadera revolución en nuestro mercado de trabajo, si tenemos en cuenta que, desde 1984, no hay en España ninguna Reforma Laboral sustancial.

Aunque, no obstante, también, desde mi perspectiva, tiene algunos puntos negativos. Como, por ejemplo, la prohibición de encadenar varios contratos temporales. Esto provocará que se contraten a menos trabajadores, porque existen muchas empresas que contratan a gente sólo cuando la necesita y aún más en un mundo tan dinámico y globalizado como el actual.

Mitos sobre el capitalismo – Vivimos en un sistema capitalista

Una de las mentiras más difundidas en los últimos años sobre el capitalismo es la de que realmente vivimos en él, hasta tal punto que algunos incluso lo llaman salvaje. Con la llegada de la crisis financiera muchas han sido las voces que no han dudado en señalar al libre mercado como principal causante de esta. Desde ciertos sectores se ha matizado esta afirmación y se ha defendido que fue a partir de los años 80, con los mandatos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, cuando se reanudó la era del capitalismo descontrolado bajo la doctrina del neoliberalismo. En el presente artículo trataré de explicar por qué no vivimos en un sistema capitalista, cuáles han sido las causas de la crisis y por qué Reagan y Thatcher no supusieron un regreso a la libre empresa.

La definición más general de capitalismo que se maneja es la de un sistema económico en el que los medios de producción se encuentran en manos de particulares, en contraposición al intervencionismo, en el que los medios de producción están controlados parcial o totalmente por el estado. Ciertamente, no se puede negar que nuestro sistema económico contenga grandes elementos capitalistas, pero eso no implica que la intervención del estado no anule una buena parte de estos.

Los problemas a la hora de clasificar una determinada realidad dentro de un concepto no son nuevos. La semántica se topó con este obstáculo desde su nacimiento como disciplina. A finales del siglo XX la semántica cognitiva nos enseñó, a grandes rasgos, que clasificamos los conceptos en función de su grado de semejanza con un prototipo ideal, es decir, que los significados son desplegados en una escala según su parecido con una idea que se encuentra en nuestra mente. Así, un gorrión se acerca más a nuestra concepción de ave que, por ejemplo, un pingüino, a pesar de que los dos se encuentran bajo el mismo paraguas léxico. De igual manera, nuestro sistema económico actual guarda un buen número de semejanzas con el prototipo ideal de capitalismo que definí antes, pero también comparte una serie de características con el ideal de intervencionismo.

Ahora bien, ¿qué aspectos de nuestro sistema económico demuestran que nos encontramos muy alejados del ideal de capitalismo? Son varios los factores que contribuyen a esta realidad. Para empezar, muchos de los servicios que se ofrecen en las naciones llamadas capitalistas (Europa, Norteamérica, Japón…) corren a cargo del Estado, es decir, algunos medios de producción se encuentran en manos públicas, como es el caso de la sanidad, la educación, parcialmente la vivienda, prestaciones por desempleo, pensiones etc. Para poder financiar todos estos servicios el Estado se ve en la necesidad de cobrar impuestos que oscilan entre el 35 y el 50 por ciento de la renta de cada ciudadano. Es cierto que muchas de estos servicios incluyen la participación privada en algunos casos, pero el margen de maniobra que tienen los particulares es muy reducido. ¿Qué aspectos acercan nuestro sistema económico al ideal de capitalismo? Como decía antes, nuestra sociedad incluye grandes elementos del capitalismo, a saber, la comida, le tecnología, la ropa, televisión, y un largo etcétera. También es verdad que, salvo excepciones, en todos estos países el sector privado es, en general, mayor que el público. Según se incline la balanza entre lo público y lo privado, podremos decir que un país está más cerca o más lejos del capitalismo.

¿Qué ocurre con el sector financiero? La mayoría de los bancos son privados, lo que lleva a mucha gente a engañarse respecto a la naturaleza de su funcionamiento. Según las tesis intervencionistas la crisis financiera se ha debido a la falta de regulación de los bancos y por lo tanto la solución es establecer más controles. El problema de este argumento es que ignora que los bancos ya estaban regulados antes de la crisis y que, además, son precisamente estas regulaciones las que han generado la creación y explosión de la burbuja inmobiliaria. Dichas regulaciones consisten básicamente en que los tipos de interés, que dieron lugar a la expansión crediticia y a la burbuja, son fijados por decreto por los Bancos Centrales, que además tienen el monopolio de la emisión de papel-moneda. ¿Si hubiera una empresa que tuviese un monopolio legal para producir patatas, diríamos que el sector de la patata es capitalista? ¿O lo llamaríamos intervencionista ya que se sustenta sobre la coacción estatal que, a través de la legislación, le asegura el monopolio a un sector?

Otra de las regulaciones que ayudaron a generar esta crisis económica fue la Community Reinvestment Act, aprobada en 1977 y que básicamente obligaba a los bancos a ofrecer préstamos a personas que no pudieran permitírselo. Esta ley se fundamentaba en el principio socialista de que todo el mundo debería tener acceso a los créditos bancarios, pudiera devolverlos o no.

Como se ha demostrado, los bancos no sólo estaban regulados antes de la crisis, sino que son estas regulaciones las que nos han llevado al desastre económico.

Por último, los detractores del libre mercado nos han vendido la idea de que, con los gobiernos de Reagan y Thatcher se produjo un retorno al capitalismo desregulado, dando lugar a la crisis actual. Es cierto que estos dos gobernantes lucharon encarnizadamente contra el comunismo y durante sus mandatos se privatizaron cientos de empresas, pero no es menos cierto que ambos subieron los impuestos y, en el caso de Reagan, el gasto público se disparó. Asimismo, los impuestos que paga el contribuyente medio no han parado de aumentar en los últimos 50 años.

El ecléctico devenir de la UE.

Actualmente, estamos asistiendo a un controvertido fenómeno histórico, que puede cambiar el devenir de la historia, y que divide a los analistas: la evolución de la Unión Europea. Antes de que afloraran todos los problemas económicos para la eurozona, ya existían muchos euroescépticos que no veían con buenos ojos la idea de integrar países con culturas tan dispares como pueden ser la griega y la alemana. Algunos especialistas en derecho argüían que, dado que las normas jurídicas se sustentan en la forma de ser de los pueblos, no puede crearse un derecho europeo común para países tan diferentes. Es decir, desde esta perspectiva, más que una unión sería un conglomerado, donde cada país velaría más por su interés propio que por el común.

Sin embargo, en teoría, una unión política no es lo que se pretende actualmente, sino que esa sería la culminación de la integración económica. Y en esas estamos.

A pesar de toda la literatura que surge anunciando la debilidad del euro, el fracaso de la unión monetaria, la descoordinación entre los países miembros, la verdad es que, hasta ahora, el proyecto europeo ha funcionado: se consiguió una zona de libre comercio, más tarde un mercado común, que daría paso a una armonización de políticas públicas y desembocando en la moneda única. Eso sí, el libre comercio se produce dentro de Europa, ya que Europa mantiene niveles relativamente altos de aranceles con respecto al exterior, perjudicando así a países menos desarrollados (para los que luego crea fondos de ayuda) y reduciendo la eficiencia de la economía mundial.

En este artículo, por tanto, pretendo analizar la viabilidad de las distintas políticas que se han estado estableciendo últimamente para el futuro de la UE.

Unión fiscal

El problema radica –todos lo reconocen– en que, mientras la política monetaria (oferta monetaria y tipos de cambio) de la UE era única, la política fiscal dependía de cada país en cuestión; algo bastante erróneo, que ahora está intentando cambiarse. Esta fue la razón que los ingleses dieron a la UE para no ingresar en el euro: una política monetaria no puede separarse de la fiscal.

En efecto. La política económica, ya sea fiscal o monetaria, persigue los mismos objetivos: reducción de la inflación, reducción del desempleo, aumento del crecimiento económico, mejora de la competitividad, etc. Además, tanto sus efectos como aplicaciones están inextricablemente unidos. Imaginemos que el BCE decide reducir la inflación imprimiendo menos dinero que antes. Pero, ¿y si España decide realizar una fuerte inversión de gasto público, para reactivar la economía? Mientras que la primera medida reduce la inflación, la segunda la aumenta, haciendo que el efecto de ambas políticas se contrarresten entre sí, siendo el efecto de ambas nulo.

Por tanto, de nuevo, Europa va camino de solucionar los problemas con más unión. Además, una vuelta a las monedas nacionales es impensable, porque conllevaría unos costes inasumibles.

Aunque no lleguen a constituirse los eurobonos, las políticas fiscales están armonizándose y ya se está obligando a poner en la constitución de los países miembros límites a los déficits presupuestarios. Personalmente, creo que, una vez que pase el vendaval de la crisis de la deuda soberana, y los déficits estén vigilados con lupa, la idea de los eurobonos será mucho más factible, porque emitir deuda pública respaldada por todos los países de la eurozona daría más confianza que los bonos de cada país por separado, y, por tanto, el interés a pagar sería menor.

Crisis de deuda soberana; austeridad pública

Veamos en primer lugar los graves problemas que puede acarrear un endeudamiento:

En primer lugar, el aumento de deuda pública hace que el país tenga que destinar una cantidad importante a pagar sólo el interés de la deuda.

En segundo lugar, crea una enorme incertidumbre e inseguridad, pues el interés que el país tenga que pagar por la emisión de un bono de deuda pública dependerá de la mayor o menor demanda del mercado. Así, si los inversores descubren otra mejor forma de rentabilizar su dinero y dejan de comprar deuda pública española, España pagará mucho más por su interés, llevando al Estado a una situación funesta.

En tercer lugar, y el efecto más perverso, la deuda crea un efecto “bola de nieve”, es decir, que a mayor deuda emitida ahora, mayor deuda deberá emitirse en el futuro para pagar los intereses y así sucesivamente, hasta que llegue un momento en el que la emisión de deuda sea imposible y el país tenga que declarar la suspensión de pagos. Esta situación es la que se vivió en América Latina durante la década de 1980 y, hace no poco, Estados Unidos estuvo al borde de declararse en bancarrota. Se ha calculado que, para 2030, más del 30% del presupuesto de los Estados Unidos se destinará únicamente para cubrir los intereses de la deuda.

En definitiva, el endeudamiento tiene el efecto contrario al del ahorro, mientras que el primero empobrece lentamente, el segundo enriquece también lentamente.

Personalmente, no creo que la UE esté tan en peligro como se cree. De hecho, me atrevería a decir que la UE es una de las regiones que mejores condiciones tiene en su haber. Europa ha sido una de las primeras regiones en poner remedio al problema del endeudamiento público, de ahí que tanto se hable de austeridad, recortes, contención del gasto, reducción del déficit, regla de oro, etc. No se habla tanto de esto porque nos encontremos en mala situación, sino que en Europa se han puesto de manifiesto los problemas, tratándose de evitar posibles situaciones futuras desastrosas, mientras que en otros lugares los problemas permanecen más o menos «ocultos».

Como demuestro en los siguientes gráficos, Europa no es una de las regiones con más déficit ni con más deuda pública. Pero, sin embargo, es la región que más intereses paga por su deuda. En teoría, debería ser al contrario: los países que más déficits tienen y deuda so los que más posibilidades tienen de quebrar, y por tanto,  donde más riesgo existe en sus inversiones. ¿Por qué no ocurre? Sencillamente, porque, en Europa, no existe la costumbre de que el Banco Central compre deuda pública a mansalva; de hecho, tiene prohibido el BCE adquirirla en el mercado primario. Es decir, el BCE tiene esperar a que un inversor revenda el bono de deuda pública para comprarla. Eso no lo hace la Reserva Federal o el Banco de Japón, entre otros.

Observamos que el déficit de la UE llegó a un máximo en el año 2010 del 6% del PIB, corrigiéndose rápidamente para el año siguiente al 4%, con una perspectiva de dejarlo en el 2013 en el 2%. Entretanto, Japón hace lo contrario: lo empeora con el tiempo; y EE.UU. tiene un déficit muy superior a la UE. Como contrapunto, vemos que  Suiza ha mantenido siempre superávit, que es lo que la UE quiere lograr en un futuro.

De nuevo observamos lo mismo, la deuda de la UE no es de las más altas y, de hecho, está previsto que para 2013-2014 empiece a reducirse. Al contrario, lo hace Japón.

Fuente: Bloomberg. Aquí vemos que el interés que paga la media de la eurozona actualmente (7,57%) es notablemente superior al del resto de regiones: Suiza 0,8%; EEUU 2%; Japón 1%. Y todo ello es porque los bancos centrales de los países no europeos compran deuda pública (generando consiguientemente inflación), inflando artificialmente la demanda, y, por ende, reduciendo artificialmente el tipo de interés. 

En definitiva, lo que estoy diciendo es que Europa va mucho mejor encaminada que países como Japón o Estados Unidos. Nada de titulares como los de “Europa al borde del precipicio”

Por otra parte, la Escuela Austriaca de Economía, afirma que cuanto menos dinero haya en manos del Estado, mucho mejor para el bienestar de los ciudadanos, pues el Estado no tiene tantos conocimientos del mercado como el resto de los habitantes, pues, como dice el señor Huerta de Soto, “no poseen el conocimiento suficiente para dar contenido coordinador a sus decisiones”.  Por ejemplo, un agricultor dará mejor uso a su terreno que la UE, que tiene millones de decisiones que tomar y millones de datos por recabar.  Por ello, la política económica de austeridad preconizada por Angela Merkel en Europa es un acierto.

Además, los tratados de la unión contienen el denominado principio de subsidiariedad, es decir, que prevalecerá la política del nivel más cercano a la economía real. Por ejemplo, si un país toma una decisión sobre sus agricultores, ésta política será prioritaria con respecto a la europea, pues el país está más cercano a los ciudadanos.

Reino Unido y sus discrepancias con la UE

Sin embargo, Reino Unido, parece no estar muy conforme con la política seguida por la UE, durante mucho tiempo. Y hace bien. No entrar en el euro fue un gran acierto, pues una política monetaria común con una política fiscal nacional era disparatado. Ahora tampoco se suma a la reforma de los tratados, porque no está de acuerdo con aplicar un impuesto a las transacciones financieras, la denominada tasa tobin.

La tasa tobin es también un disparate, y contradice la política austera basada en el principio de que el dinero se gestiona mejor en manos de los particulares que en manos de unos pocos gobernantes. Aplicar la tasa tobin implicaría que las entidades financieras les interese menos realizar su actividad en Europa y, por tanto, se reduzca la inversión en la UE. Además, las entidades financieras que se establezcan en la UE, de aplicarse dicha tasa, encarecerán sus servicios, para contrarrestar el efecto del impuesto, perjudicando a las familias y empresas, reduciendo tanto el ahorro como el consumo. Lo cual, hará más difícil la creación y/o mantenimiento de empresas, perjudicando a los niveles de crecimiento del PIB y a la tasa de desempleo.

Y es que una de las grandes falacias que se han extendido a raíz de la crisis crediticia de 2008 es que la causa de la crisis es la desregulación del mercado financiero, cuando, en realidad, es justamente todo lo contrario. El mercado financiero es el que más regulado está de todos. Para empezar, el dinero es creado por el Estado: papel-moneda de curso legal. Además, hay una serie de entidades Estatales como los Bancos Centrales que manejan a su antojo a las entidades crediticias, los tipos de interés, el dinero que debe imprimirse, etc. Y, para colmo, el número de bancos que puede haber en un país está limitado por ley. Y eso sin tener en cuenta que, en el momento en que una entidad corre el riesgo de quebrar, rápidamente el Estado inyecta cantidades masivas de dinero para sostenerla. Y aún nos queda lo mejor: el BCE decide el porcentaje de dinero de los depositantes que se queda guardado en los bancos (actualmente es el 2%).

Si el sistema financiero estuviese sometido a las leyes del libremercado realmente desregulado, la crisis no se hubiera producido. Si existiese libertad plena para crear cuántos bancos se deseen, la competencia entre los bancos crecería enormemente, y los bancos verían reducir su tamaño, solo los que mejores servicios ofrezcan podrán estar en el podio. Como cualquier comercio convencional. Además, si un banco, por la actividad que ha realizado, se ve abocado a una quiebra, dado que está en un régimen de libertad de empresa, nadie puede rescatarlo y el banco desaparece: al final, quedan los que mejor lo han hecho. En un sistema así, ningún banco se atrevería a jugar con el dinero, sino a ofrecer valor a los clientes, para sobresalir por encima de la competencia.

Restauremos América Ahora

Los Estados Unidos han comenzado el año 2012 en unas condiciones económicas poco esperanzadoras: la tasa de desempleo alcanza ya el 9.1%, se aproxima una nueva recesión y la deuda nacional se ha disparado hasta el 59% del PIB. Mientras tanto, los políticos del Capitolio continúan empeñados en aumentar el techo de deuda.
La situación política no es mucho más halagüeña. Barack Obama ganó las elecciones en 2008 con un discurso que consiguió ilusionar a millones de estadounidenses que anhelaban un cambio político en Washington y una política exterior más pacifista y conciliadora. Sin embargo, tres años después de la toma de posesión de Obama, los cambios en las políticas del gobierno han brillado por su ausencia. El gobierno sigue gastando más de lo que ingresa y rescatando a los grandes bancos, la Reserva Federal imprime dinero sin ningún control y los EE.UU siguen siendo la policía del mundo, ya sea imponiendo sanciones a otros países o manteniendo tropas en el extranjero.
Ante tal desarrollo de los acontecimientos son muchos los políticos que se ofrecen como alternativa al desorden que se está produciendo en Washington. Actualmente, están teniendo lugar las primarias del Partido Republicano. De repente, todos los candidatos prometen poner freno a la Reserva Federal, equilibrar el presupuesto y crear nuevos puestos del trabajo. No obstante, sólo uno de ellos presenta un programa para llevar a cabo todos estos propósitos: Ron Paul. El Dr. Paul ha sido congresista por Texas durante los últimos 30 años, si bien con un intervalo de inactividad. A lo largo de estas tres décadas, Paul ha defendido a capa y espada la libertad individual de las inferencias del gobierno. Siempre ha votado en contra de cualquier aumento de impuestos o de gasto público, se opuso a la guerra de Iraq y la Patriot Act, advirtió en varias ocasiones las consecuencias que acarrearían las malas políticas monetarias de la FED y, en el año 2001, pronosticó el estallido de la burbuja inmobiliaria. Ron Paul tiene un historial considerable en defensa de la libertad personal y la responsabilidad individual.
Hace unos meses, presentó un programa para devolver a Estados Unidos la prosperidad que otrora los caracterizó. Bajo el nombre de “Restore America Now” (Restaurar América Ahora) Ron Paul pretende equilibrar el presupuesto federal recortando 1 billón de dólares, algo que se conseguirá en el tercer año de su mandato. Ahora bien, ¿de dónde se puede recortar semejante cifra? El Dr. Paul es consciente de la importancia que tienen para muchos estadounidenses algunos programas sociales como la Seguridad Social, el Medicaid y el Medicare, por lo tanto, sus primeros recortes provendrán de otros ámbitos, tales como el gasto militar y el gasto superfluo de la administración. En primer lugar, Ron Paul planea traer a casa a todas las tropas estadounidenses y eliminar las bases militares que EE.UU tiene desplegadas por todo el mundo, así como la ayuda externa. Por otro lado, propone suprimir cinco departamentos federales; a saber, Educación, Energía, Vivienda y Desarrollo Urbano, Comercio e Interior. Asimismo, tiene la intención de reducir la financiación de otros departamentos.
Otro de los grandes problemas que enfrenta el país es la elevada tasa de desempleo. El programa de Ron Paul propone reducir el Impuesto sobre las Corporaciones al 15%. La intención de esta medida es que las empresas tengan más incentivos para contratar empleados. Bajo el actual sistema, muchas entidades optan por la deslocalización para reducir costes, haciendo que se pierda un buen número de puestos de trabajo.
Por último, el plan del Dr. Paul propone auditar la FED para conocer el destino de todo el dinero que imprime, además de ponerle fin a la creación de dinero de la nada. La Escuela Austríaca de Economía nos enseña que cada vez que los bancos centrales introducen dinero en la economía, los precios suben, mermando el poder adquisitivo de las clases medias.
Bajo el gobierno de Ron Paul, América será restaurada y con ella los valores de la libertad, la paz y la prosperidad.

Ron Paul o el político que dijo la verdad

Nosotros, los jóvenes que pertenecemos a la generación de la LOGSE, el botellón, la  burbuja, la crisis, las redes sociales y los indignados, podríamos contar con los dedos de una mano los políticos que alguna vez nos han hecho humedecer los ojos. Y no es algo que se deba precisamente a la pérdida de fe.

Estamos enfadados porque hemos visto como los mismos que tiraban nuestra educación por la borda, enviaban a sus hijos a colegios privados, protegiéndolos del sistema que nos querían imponer a los demás. Y estamos enfadados porque nunca hemos oído la verdad en boca de un ministro, ni de un presidente, ni siquiera de un periodista. Estamos enfadados porque nos han tratado como al tipo de imbéciles que creían haber creado. Algunos, los más previsores, estamos también enfadados, pues sabemos que tendremos que pagar la deuda que ha generado el clientelismo de una casta política que nos desprecia.

Internet se constituye como una de las pocas vías de escape ante tanta mediocridad y desdén institucional. Fue allí donde, navegando un buen día, me encontré con el video de un señor de aspecto sereno, que rondaba los 75 años y parecía tener dibujada la humildad en el rostro. Por la forma en que hablaba, pensé que debía ser un economista, un filósofo o un escritor. Hablaba de que los bancos centrales reducían artificialmente los tipos de interés, lo que provocaba que los bancos concedieran préstamos a entidades que no se lo podían permitir, originando de esta forma primero una burbuja y su posterior estallido. Después la recesión. Decía también que los bancos centrales imprimen dinero para financiar las deudas de los gobiernos, aumentando de esta forma la masa monetaria y empobreciendo a la población.

Unas semanas más tarde, me enteré de que se trataba realmente de un político. Se llamaba Ron Paul. Comencé a indagar y a obtener más información sobre él. Me enteré de que es médico y uno de los candidatos republicanos a la presidencia de los Estados Unidos. Continué buscando videos suyos debido al impacto que me había producido el primero y tras meses de intenso rastreo, puedo decir que ha sido el tiempo mejor invertido de toda mi vida.

Las tesis que defiende Ron Paul se sustentan en las teorías de la Escuela Austríaca de Economía. Paul ha sido congresista desde hace 30 años y su voto siempre se ha mantenido consistente en torno a una idea principal: la libertad. Ha votado siempre en contra de elevar los impuestos y el gasto público. Votó en contra del Patriot Act y fue uno de los pocos republicanos que se opuso a la guerra de Irak.

Asimismo, lleva alertando desde principios de los años 80 que las políticas inflacionistas de la FED acabarían desembocando en una crisis económica de enorme calado. En 2001 predijo la burbuja immobiliaria, que estallaría con el tiempo dando lugar a la crisis económica actual.


Lo cierto es que la figura de Ron Paul resulta bastante desconocida en el electorado estadounidense, en parte porque los grandes medios, representantes del mainstream americano, están haciendo todo lo posible por ignorarlo y negar su existencia. Sin embargo, su hegemonía en internet es notoria y basta mirar cualquier encuesta online para comprobar que sale victorioso en la inmensa mayoría por márgenes que suelen rondar los 40 ó 50 puntos.

Los defensores de Ron Paul son esencialmente jóvenes desencantados con la política, de naturaleza entusiasta y dispuestos a ayudar en la medida de lo posible en la causa de la libertad.

Uno de los principales escollos a los que se enfrenta el Dr. Paul es a la dicotomía izquierda-derecha que divide a los votantes, por un lado, en liberales en lo social e intervencionistas en lo económica y, por otro lado, liberales en lo económico e intervencionistas en lo social. Sus posiciones libertarias defienden la elección del individuo, porque lo social y lo económico es, en sus propias palabras, «un sólo paquete».

Ron Paul defiende una política exterior no-intervencionista, es decir, que EE.UU deje de ser la policía del mundo y cese de embarcarse en guerras que sólo hacen disparar su déficit. Paul prefiere una política exterior basada en el libre comercio. Además, está a favor de abolir la FED, esto es, el banco central de EE.UU, apoya el libre comercio, la legalización de las drogas, el matrimonio homosexual y se opone al aborto.

Tanto de un lado como de otro se lanzan alabanzas y críticas al conjunto de sus ideas y parece que conciliar a las dos partes es el mayor reto que tiene ante sí un hombre sincero, instruido y carismático que se ha convertido en el último soplo de aliento para una nación en decadencia. Adelante. ¡La libertad es popular!

Marx y el valor-trabajo.

Marx, otro filósofo de la sospecha, otro pensador obsesionado por dotar de carácter ciéntifico a sus opiniones puramente personales y, como veremos, erróneas.

La ufanía de Marx le llevó a proclamar una ley sobre el valor que la sociedad debe otorgar a todos los productos. Cualquiera diría que está ejerciendo de Dios. ¡Ya sé por qué los marxistas no son cristianos! ¡Veneran a Marx!

Bromas aparte, Marx declaró en la primera parte de su magnus opus, El Capital, que el valor de la mercancía debe estar estipulado en función del trabajo dedicado a su producción. Si en la producción de un libro se ha consumido 3 veces más de trabajo que en la producción de un automóvil, el libro debe valer 3 veces más que el automóvil.

No obstante, el trabajo no es lo único que hay en el universo. El ser humano, de forma innata, otorga el valor a los productos en función de la utilidad que le reporte (demanda) y la abundacia o escasez de los mismos (oferta). Así, si un libro, aunque se hayan dedicado muchas horas en su culminación, es despreciado por la gente (léase Main Kampf) el libro no valdrá nada. Claro, que después habrá algunos indignados (entre ellos el propio Hitler) que estén en desacuerdo con la sociedad e intenten imponer su valor propio como único al resto de la humanidad (igual que quería Marx, pero con el trabajo).

Es una mala noticia para el trabajador que el mundo no gire en torno a él; sin embargo, es una buena noticia para el mundo. Así que los obreros deben oferecer un trabajo que sea demandado por la gente. Por ejemplo, los contertulios del diario Sálvame en Telecinco cobran mucho más que cualquier persona normal, que esté trabajando todos los días en trabajos insoportables, como el de trabajador de una fábrica. ¿Dónde está la clave? En que, para la sociedad, conocer los entresijos de Belén Esteban le reporta más beneficio que el pan que haya podido hacer el panadero.

Y no culpen al capitalismo de ello, culpen a los valores de la sociedad; el capitalismo sólo se encarga de ponerlos de manifiesto y coordinarlos. ¿El comunismo? De imponer otros por la fuerza, destruyendo la libertad y la subjetividad.

Sobre el déficit, la utilidad de la política y la servidumbre voluntaria

Suelen inundarnos nuestros gobernantes  en época electoral de promesas y proyectos futuros financiados con el dinero de todos como quien habla de repartir caramelos. El canto de sirena con el que nos atrae el gasto público se conjuga con el afán de los políticos de crear una buena imagen de campaña para ganar las elecciones. ¿saben con quiénes los comparo yo? Con los malos padres. Al igual que es erróneo pensar que el mejor padre es aquel que da más regalos a sus hijos o que mejor profesor es aquel que exige menos para aprobar, es un ataque a la indepencencia del ser humano el considerar que podemos desarrollar nuestra vida con lo que a la fuerza se le arrebata a nuestros conciudadanos. Dormir con la conciencia tranquila a sabiendas de este hecho es un comportamiento sospechoso de cleptomanía. Y si encima es usted el político que se encarga de robar y repartirlo, el delito se agrava sobremanera. Los políticos tratan de hacernos creer, y lo consiguen, que son necesarios para nuestra vida cotidiana, que de sus acciones depende nuestro futuro y que las cuestiones que ponen sobre la mesa para que la sociedad discuta poseen una existencia vital. Nos dan a elegir entre A,B y C, pero no nos cuentan que las tres propuestas diferentes están montadas sobre una plataforma que ni es necesaria, ni legítima y que adolece de una dudosa utilidad.

Para ilustrar el párrafo anterior voy a sacar a la palestra un tema que sigue siendo objeto de debate si bien no tanto en España como en otros países europeos. Se trata del matrimonio homosexual. Tanto partidarios como detractores nos hacen creer que éste es un verdadero problema y que el Estado tiene el deber de aprobarlo o prohibirlo. Pero la realidad es que ambas opciones parten de una necesidad inventada. Esta necesidad es la de que el Estado debe regular el matrimonio, que debe decir quién puede casarse y quién no. Los matrimonios son un asunto religioso y el Estado no tiene derecho alguno a regular la situación entre dos personas a no ser que una persona esté coartando la libertad de la otra. Mientras tanto cada uno puede casarse con su novio, su novia, su peluche o su almohada si así lo desea. Además, tiene el derecho de llamarlo como quiera. Este es sólo un ejemplo de todas las trampas que nos ponen los políticos para que creamos que tienen alguna utilidad.

Asimismo, la ciencia económica nos ha demostrado que la labor que teóricamente desempeñan los políticos la pueden realizar los empresarios, de manera más eficiente y beneficiándose por ello las dos partes. Los empresarios detectan las carencias de las sociedad y las eliminan ofreciendo un producto que la sociedad reclama, beneficiándose ellos mismos, arriesgando su dinero y no el de los demás, como hacen los políticos. No hay nada en el terreno económico que el Estado pueda hacer y cada vez que se interrumpe el curso natural de la libertad humana, se generan los problemas que nos encierran en un discurso limitado a lo que se oferte en el mundo político.

El intervencionismo, sobre todo el económico, trata de controlar la vida de los ciudadanos a larga distancia. Esto hace que no se conozcan con precisión las carencias y apetencias de la sociedad. Es por esto que a mayor intervencionismo estatal, mayor falta de previsión y más posibilidades de caer en el déficit. Los keynesianistas a menudo le han quitado hierro al asunto, pero a continuación les voy a explicar por qué el déficit y la consecuente deuda lleva a la esclavización de la sociedad.

En primer lugar, porque a las familias se les exige que no gasten más de lo que reciben y el Estado debe estar sujeto a los mismos criterios. Cuando los estados se endeudan, lo que potencialmente estamos haciendo es vender nuestra soberanía a los países compradores de deuda y en el futuro nos preguntaremos por qué tal o cual país nos domina desde el punto de vista financiero. Este es el caso de los EE.UU. Durante finales del siglo XIX y el siglo XX los países europeos se embarcaron en decenas de guerras, provocando un enorme déficit. Los Estados Unidos se convirtieron en el banco de todos estos países ofreciendo préstamos y comprando deuda. Es habitual encontrar ciudadanos indignados porque nuestra política económica la dictan los presidentes de Estados Unidos. Ahí tenemos la respuesta. En el siglo XXI la situación ha dado un vuelco y ahora es China quien se está haciendo con nuestra deuda, mientras los EE.UU entran en guerras que están minando las arcas públicas del Estado. Cuando dentro de varias décadas, China dicte nuestra política económica, tendremos que oír las lamentaciones por la invasión extranjera. Espero que entonces, si no ya, hagamos una importante reflexión sobre lo que significa gastar más de lo ingresado.

Por último lugar, tenemos un problema de egoísmo moral cuando ya no sólo pedimos, sino que además exigimos que las próximas generaciones paguen los platos rotos de las primeras. Al igual que los ecologistas afirman apuntándonos con el dedo que no le podemos dejar un mundo tan sucio y contaminado a nuestros hijos, ¿por qué no se alzan también voces en contra del déficit, de la esclavitud económica y del latrocinio estatal? Creo que no podemos separar la libertad social de la libertad económica, pues ambas forman parte de un todo, esto es, el libre albedrío.