Marx y el valor-trabajo.

Marx, otro filósofo de la sospecha, otro pensador obsesionado por dotar de carácter ciéntifico a sus opiniones puramente personales y, como veremos, erróneas.

La ufanía de Marx le llevó a proclamar una ley sobre el valor que la sociedad debe otorgar a todos los productos. Cualquiera diría que está ejerciendo de Dios. ¡Ya sé por qué los marxistas no son cristianos! ¡Veneran a Marx!

Bromas aparte, Marx declaró en la primera parte de su magnus opus, El Capital, que el valor de la mercancía debe estar estipulado en función del trabajo dedicado a su producción. Si en la producción de un libro se ha consumido 3 veces más de trabajo que en la producción de un automóvil, el libro debe valer 3 veces más que el automóvil.

No obstante, el trabajo no es lo único que hay en el universo. El ser humano, de forma innata, otorga el valor a los productos en función de la utilidad que le reporte (demanda) y la abundacia o escasez de los mismos (oferta). Así, si un libro, aunque se hayan dedicado muchas horas en su culminación, es despreciado por la gente (léase Main Kampf) el libro no valdrá nada. Claro, que después habrá algunos indignados (entre ellos el propio Hitler) que estén en desacuerdo con la sociedad e intenten imponer su valor propio como único al resto de la humanidad (igual que quería Marx, pero con el trabajo).

Es una mala noticia para el trabajador que el mundo no gire en torno a él; sin embargo, es una buena noticia para el mundo. Así que los obreros deben oferecer un trabajo que sea demandado por la gente. Por ejemplo, los contertulios del diario Sálvame en Telecinco cobran mucho más que cualquier persona normal, que esté trabajando todos los días en trabajos insoportables, como el de trabajador de una fábrica. ¿Dónde está la clave? En que, para la sociedad, conocer los entresijos de Belén Esteban le reporta más beneficio que el pan que haya podido hacer el panadero.

Y no culpen al capitalismo de ello, culpen a los valores de la sociedad; el capitalismo sólo se encarga de ponerlos de manifiesto y coordinarlos. ¿El comunismo? De imponer otros por la fuerza, destruyendo la libertad y la subjetividad.

El comunismo: La historia de un sueño (I)

Para una mayor comprensión de mi pensamiento. Explicaré en primera instancia el título que remata el membrete de esta publicación.

Cuando decidí nombrar esta entrada El comunismo: La historia de un sueño no lo hice de forma aleatoria, sino que fue resultado de un conjunto de deducciones a las cuales llegé gracias a la síntesis de varios elementos históricos.

Si hablo de la historia de un sueño, no pretendo que se comprenda por ello el sueño de un individuo particular o un colectivo determinado. Con esto, quiero referirme al sueño histórico de la humanidad, que no es otro que la igualdad entre todos los seres humanos. Quiero enfatizar la palabra historia ya que cuenta con un significado de suma importancia para el entendimiento de mis posteriores publicaciones.

El comunismo al que me atrevo a bautizar como sueño histórico no encuentra su raigambre en los personajes conocidos popularmente como comunistas o socialistas: François Babeuf, Karl Marx o Federico Engels. El nacimiento histórico de esta ideología comunista, encuentra su cuna en el libro del Génesis; primer libro de la Biblia. En él se nos muestra sin lugar a dudas al primer comunista de la historia que no es otro que Dios.

Justo en el momento en el que Dios crea al hombre, con la finalidad de que se reproduzca así multiplicándose sobre la faz de la tierra, se dirige hacia Adam con estas palabras.

Yo os doy toda planta sementífera que hay sobre la superficie de la tierra y todo árbol que da fruto conteniendo simiente en sí. Ello será vuestra comida. A todos los animales del campo, a las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser viviente, yo doy para comida todo el herbaje verde

¿Acaso no encontramos en este enunciado de Dios rasgos similares a la propiedad común? Ofrece todos los animales, todas las plantas, en definitiva toda la tierra aquel que será padre de todos los hombres vivientes.

Un segundo pensamiento comunista lo encontramos ipso facto crea a la mujer. Las dos únicas criaturas supuestamente «dominantes» que habitan la tierra se encuentran en igualdad de condiciones: desnudos, sometidos a la misma ley propuesta desde un ente superior.

Tras este galimatías histórico/religioso que acabo de describir. He de decir, que aunque no crea, ni mucho menos, en la existencia de Dios o ser divino. Puede verse de forma cristalina el deseo de hombre, desde sus primeros relatos en tiempos remotos su deseo de igualdad, sin distinción alguna.

¿Hemos de considerar entonces el comunismo como sueño histórico…? Opinen ustedes mismos.

El comunismo: La historia de un sueño.

Siguendo la  la dinámica del blog, aprobecho para inaugurar una nueva sección; El comunismo.

De la misma forma que Antonio, debatirá los aspectos positivos y negativos del Capitalismo. Yo, basándome en estudios recientes que abarcan desde las bases teóricas del Comunismo hasta su puesta en práctica en la Unión Soviética, China, Cuba… expondré en varias entradas mi opinión personal respecto a esta ideología.  Siempre abierto a debate con los lectores que aporten sus ideas debidamente razonadas, sin duda siempre enriquecedoras.

Esta trabajo, no es sino, fruto de la responsabilidad de dar a conocer una verdad a veces ocultada por diferentes intereses.

Espero que disfruten de esta nueva aportación, Psametiko.