Desafío al destino: pensamiento y voluntad

ADN

Hasta hace pocos años, los científicos médicos aseguraban que todo el dinamismo del hombre no era más que el reflejo de su genética. Esta visión genetista ensombrecía conceptos usados por los filósofos desde hace miles de años (alma, libre albedrío, etc.) Para estos científicos, todo era material, más concretamente, genética.

Afortunadamente, esta visión genetista se demostró falaz (o, al menos, incompleta), tras un experimentos en ratones, que demostró que el ambiente influye decisivamente en el comportamiento, aún teniendo idéntico genoma. Y, en el ser humano, todavía más. Basta con utilizar los experimentos que la historia nos brinda para comprobarlo: el cerebro de un hombre se moldea conforme a las circunstancias; por ejemplo, un hombre de la Edad Media es radicalmente diferente de un hombre actual, pese a compartir el 99,999 % de idéntico ADN. Si realizamos un clon y lo cambiamos de ambiente, al cabo de unos años se diferenciaran enormemente, incluso físicamente, si tenemos en cuenta el «efecto Miguel Angel» (hace referencia al cambio físico que se produce en las personas, en relación al ambiente donde viva, sobre todo en relación a las personas con las que interactúa. Este efecto explica porque hombre y su mujer terminan pareciéndose más entre los dos conforme pasa el tiempo).

Vale. La genética no es tan importante; el ambiente le ha ganado terreno. Pero, ¿hay algo más? ¿queda algo más por descifrar? Recentísimos hallazgos evidencian que, en la conducta humana, hablar tan sólo de ambiente -¡que ya es decir!- y genética es una visión radicalmente reduccionista. Por ejemplo, la epigenética pone de manifiesto que podemos cambiar el modo en el que los genes se expresan, mediante nuestros hábitos. En palabras del epigenetista español más importante, Manel Esteller, «todo lo que hacemos deja huellas en nuestro ADN». Parece, pues, que no sólo genética y ambiente nos influyen, sino que están inextricablemente unidos.

Lamarck no se quivocó

¿Recuerdan las teorías evolucionistas de Lamarck y Darwin? Como acontece en multitud de ocasiones en la ciencia, los dos tenían razón: podemos distinguir dos tipos de evolución: la horizontal (que se produce durante la vida) y la vertical (que se produce a lo largo de la historia). Además, otros numerosos descubrimientos ensombrecen todavía más la dicotomía nurture versus nature (ambiente versus genética). Por ejemplo, la plasticidad cerebral y la neurogénesis (creación de nuevas neuronas durante la vida) demuestran que podemos modificar, a voluntad, nuestras capacidades durante la vida. Como contraejemplo, un sentimiento de estrés genera cortisol y glutamato, produciendo muertes neuronales.

En este sentido, según el médico Mario Alonso Puig, existen dos formas de pensar: el pensamiento repetitivo (observa los fenómenos desde la misma perspectica) y el reflexivo (en el que se identifican las relaciones entre las ideas, originando nuevas visiones de los conceptos). En el primer caso, se produce envejecimiento cerebral; en el segundo, rejuvenecimiento. Y sólo basta con modificar nuestra forma de pensar: cambiar de perspectiva, utilizar el hemisferio derecho del cerebro (encargado de asociar ideas y ofrecer nuevas perspectivas).

Llegados a este punto, los interrogantes generados son numerosos. ¿Todo se rige por la famosa fórmula Genética + Ambiente = Personalidad? ¿Hay algo más que genética y ambiente? ¿Dónde quedaría entonces el libre albedrío, la voluntad o el querer modificarse a sí mismo?

En mi opinión, en la conducta humana, además de intervenir infinidad de variables (incontables genes y circunstancias ambientales), participa algo más, de enorme enjundia o importancia: la consciencia, el pensamiento, la voluntad o el libre albedrío. Porque, como sabremos, en nuestra genética llevamos intrínsecos numerosas personalidades, pero sólo una se expresará. Y la forma en que se expresa no vendrá, en mi opinión, condicionada únicamente por las circunstancias, pues el cerebro posee la capacidad de abstracción y generalización, que permite obviar las circunstancias particulares y utilizar el razocinio, aunque, obviamente, con cierto grado de influencia.

La divina perfección

Sabemos que las ideas influyen en el organismo, al contrario que en los animales. Por eso, aunque el ambiente pueda conducionar a una persona a convertirse en delincuente, y la genética también. ¿Por qué no, mediante reflexión, esfuerzo y voluntad, podrá cambiar su «destino natural»?

Por ejemplo, si mi genética me predispone a tener esquizofrenia y, además, mis circunstancias me la originan; ¿podré curarme de ella con el raciocinio y la voluntad? John Nash, matemático y Premio Nobel de Economía, lo consiguió, como refleja la película Una mente maravillosa.

¿Pueden los pensamientos, esas relaciones eléctricas entre millones de neuronas, desencadenadas sumarísimamente, a voluntad, en el cerebro, modificarnos? ¿Puede el cerebro modificarse a sí mismo? ¿Es esto la consciencia? Bien, pues si esto es así, ¡perfeccionémonos!

Ambidiestros: lateralidad cerebral

Creo que la mayoría de los que lean este artículo sabrán cuales son las diferencias fundamentales entre un cerebro zurdo y uno diestro. Pero nunca viene mal recordarlas. Además el tema que aquí nos ocupará es controvertidísimo hasta el punto de que los experimentos aportan datos contradictorios y, por añadidura, es -literalmente- de vital importancia.

El cerebro puede dividirse en multitud de sistemas, atendiendo a la naturaleza de cada cual. Por ejemplo, la primera división que podemos hacer es la de emoción-pensamiento. Cada área recibe el nombre de vía: cuando hablamos de vía superior estamos haciendo referencia al pensamiento, o sea, al cortex prefrontal; mientas que si decimos vía inferior, nos referimos al sentimiento. Aunque, es cierto que pensamiento y sentimiento están unidos en la corteza orbitofrontal. Por otra parte, podemos dividir el cerebro a simple vista, sin indagar sobre las funciones de cada región: a primera vista, podemos observar en el cerebro dos hemisferios, el izquierdo y el derecho. Hecha tal división, llega el momento de investigar a qué se dedica cada hemisferio en concreto.

El hemisferio izquierdo, que controla la parte derecha del cuerpo, es el hemisferio objetivo. En él se realizan, entre otras muchas más específicas, las funciones de lenguaje, razonamiento o lógica y matemática. El pensamiento que surje de este hemisferio recibe el nombre de pensamiento lineal. Es decir, los mecanismos del hemisferio izquierdo son idénticos en todos, aunque la diferencia que puede haber entre unos y otros reside en la cantidad de neuronas. Por este motivo, se trata de un hemisferio científico. Por tanto, la capacidad principal del hemisferio es la de síntesis.

Hemisferios

Por otro lado, el hemisferio derecho, que controla la mitad izquierda del cuerpo, es subjetivo. El tipo de pensamiento que nace en este hemisferio se denomina pensamiento holístico. Al contrario que el izquierdo,  éste se distingue de los demás -los de otros individuos- en todos los aspectos (cantidad, cualidad, naturaleza). En este sentido, se trata del hemisferio del arte, pues las actividades principales del mismo van dirigidas a las emociones, habilidades artísticas y musicales, orientación espacial y memoria visual (por ejemplo, para reconocer los rostros). La capacidad predominante, por tanto, es la de análisis.

No obstante, en lenguaje hay una excepción, a saber: no toda la capacidad lingüística radica en el hemisferio izquierdo, sino que la prosodia está situada en el derecho. Otra excepción se da en la música: habita en ambos hemisferios. Desde mi punto de vista, quizá se deba a que la música, además de ser considerada como un arte, está plenamente vinculada con la matemática. De este modo, la música significaría una gran síntesis de capacidades cerebrales.

Como vemos, el incosciente, que varía en demasía entre personas, es propio del hemisferio derecho, mientras que la consciencia, que se dedica, principalmente, a tomar conciencia temporal, es prácticamente idéntica a todos los individuos de la especie humana.

Dicho esto, es conveniente que pasemos al quid de la cuestión: la lateralidad cerebral. La lateralidad cerebral hace referencia a la especialización del cerebro en un determinado hemisferio. Por ejemplo, los que tengan el hemisferio izquierdo más desarrollado serán diestros y viceversa. Generalmente, a los 4 años, el niño debe haber mostrado una tendencia hacia un hemisferio cerebral ora en el pensamiento (arte o lógica), ora en el comportamiento (escritura con la mano izquierda o derecha). Sobre los factores que determinan que la mayoría de la población sea diestra puede que se deriven de la genética, pero lo más razonable es que se trate de factores epigenéticos, puesto los bebés aprenden por imitación, antigüamente era mal visto ser zurdo (de ahí la palabra siniestro) y, además, el cerebro, gracias a la plasticidad cerebral, permite que, en vida, especialicemos un hemisferio a voluntad. Se ha descubierto un gen (gen de la destreza) que determina la lateralidad cerebral del individuo, aunque dicho gen no está presente en el 20% de la población. Esta población que no está determinada, tendrá la posibilidad de ser diestra, zurda o ambidiestra a voluntad.

Como dije en alguna otra ocasión, el hombre establece dualismos por todos lados: igual que es reduccionista hablar de hombre-mujer, lo es hablar de izquierda-derecha, también en el sentido político. Así, los problemas afloran en el momento que hablamos de que no hay lateralidad cerebral, o sea, que los dos hemisferios están igual de desarrollados y, por tanto, el individuo usa, en la misma proporción, ambos hemisferios (y, por ende, ambos tipos de pensamiento y ambos tipos de comportamiento). En términos científicos, se denomina lateralización atípica. Los sujetos que responden a esta definición se les denomina ambidiestros. Se distinguen dos tipos de ambidiestros: los que utilizan ambos hemisferios indistintamente para todas las tareas (extrictamente ambidiestros) y los que, sin preferir ningún hemisferio en general, especializan uno en una tarea en particular (ambidiestros cruzados). Por ejemplo, podemos ver el tenista Rafael Nadal que asegura utilizar el brazo derecho para casi todas sus tareas extratenísticas, es en el tenis donde usa la zurda (¡y qué buenos resultados que le da!).

Ambidiestro

Sobre los ambidiestros, como digo, hay resultados contradictorios: unos alegan que pueden desarrollar el lenguaje -de forma completa- en ambos hemisferios; otros, por su parte, arguyen lo contrario. La «ambidextría» es un vericueto para los psicólogos. Además, una proporción muy pequeña de la población (un 1%) presenta esta condición; el 9% zurdo y el 90% restante diestro.

Sé que a la mayoría de vosotros se os plantean las siguientes cuestiones, a las que intentaré de responder. He de informarles que, para elegir las preguntas, he recurrido a los comentarios que dejásteis en la entrada anterior acerca de esta misma cuestión:

¿Es mejor se ambidiestro o no?

Me he percatado que esta pregunta aparece en todos los lugares a los que he recurrido, para encontrar información sobre lateralidad cerebral. Se dice que Leonardo Da vinci y Einstein eran ambidiestros. De todas formas, no se puede responder a esta pregunta de forma global, depende del deseo de cada uno, pues, como sabemos, entrenando los hemisferios podemos especializarnos en el/los que queramos. Además, esta cuestión está inextricablemente unida a la especialización y a los problemas de conducta. Hay mucha fama de que los ambidiestros son más inteligentes que el resto, pero, aunque la posibilidad de presentar un gran CI es alta, lo cierto es que muchos ambidiestros tienen problemas de aprendizaje y conducta. Por último, vemos que no podemos tampoco hablar de ambidiestros en general, pues hay una enorme multiplicidad: los que lo son por genética, por ambiente, los que presentan una lateralidad cruzada, etc.

¿Es verdad que los ambidiestros no están especializados en ningún ámbito o, por el contrario, sí lo están en todos?

Una cosa es ser ambidiestro (indéntico nivel de desarrollo en ambos hemisferios) y otra nivel de especialización. Puede haber ambidiestros especializados en todas las ramas del cerebro y ambidiestros que no, ya que el cerebro, mediante la neurogénesis, genera nuevas neuronas y sinapsis, que aumentan paulatinamente la capacidad cerebral. Aunque es cierto que a un diestro o zurdo le costará menos especializarse que a un ambidiestro. Caeríamos en un gran vicio al generalizar en esta cuestión, depende de cada persona, aunque es cierto que el nivel de especialización es mas alto en los sujetos que presentan una lateralidad cerebral definida.

En síntesis, aunque les cueste más especializarse, cuando lo hagan, estarán especializados en varios tipos de pensamiento lo que ocasionaría un aumento exponencial de la inteligencia. Ya que puede originarse una comunicación recíprica entre ambos hemisferios, se produzca un círculo virtuoso y los hemisferios se mejoren entre sí. En fin, los ambidiestros pueden ser o muy deficientes o muy sobresaliantes.

¿Qué implica no estar especializado en ninguna tarea?

Cuando un ambidiestro prototipo domina todas las áreas cerebrales, pero no destaca en ninguna puede plantearse esta pregunta. Al no presentar ninguna tendencia en ningún pensamiento o comportamiento, el ambidiestros a menudo se encuentra con problemas de indecisión porque valora varios puntos de vista al mismo nivel. Es como si poseyeran dos puntos de vista y, claro, no pueden dividirse en dos, tiene que tomar un único punto de vista. Esta es una de las desventajas que implica ser ambidiestro. Por eso en cualquier elección se les plantea un dilema. Al no presentar ninguna inclinación hemisférica pueden acaecer episodios de inseguridad, indecisión y de inconstancia.

Por otra parte, esto puede solucionarse intentando especializar una mano para cada tarea. Por ejemplo, para comer siempre debemos de usar una mano (la que deseemos, pero siempre la misma), para jugar al fútbol una pierna en concreto, para escribir otra. De este modo los ambidiestros serán polivalentes a nivel general, pero no presentaran ningún problema de indecisión en aspectos particulares.

¿Es cierto que ser ambidiestro acarrea problemas psiquiátricos y de conducta?

Muchos especialistas afirman que esta condición acarrea graves problemas de aprendizaje. Por ejemplo, presentan dislexia y, a menudo, confunden la izquieda con la derecha. Para aprender hay que orientarse, inclinarse hacia una opinión, seleccionar. Si los ambidiestros no son muy duchos en esta cuestión, claramente presentan graves problemas de aprendizaje. Por otro lado, el presentar una lateralización atípica se vinculó hace unos años con la esquizofrenia, pero se ha demostrado que  no existe correlación alguna entre ambas condiciones.

Un porcentaje de la población que usa indistintamente ambos hemisferios, según la especialista Alina Rodriguez,  tienen más posiilidad de padecer Alteración psiquiátrica e hiperactividad (TDAH), problemas de lenguaje como la tartamudez ybajo rendimiento escolar. Además presentan 14 veces más proclives a problemas de conducta a los 16 años.