La Ley Sinde-mocracia

El Gobierno hace, una vez más, gala de su paternalismo, por decirlo dulcemente.  La Unión Europea -¡menos mal!- ya deslegitimó el canon digital, que cobraba por utilizar recursos digitales (como CD’s, DVD’s, discos duros, etc.) sean o no utilizados en perjuicio de los derechos de propiedad intelectual (derechos, por cierto, desmedidos; y, si no, analicemos la SGAE). Y, aún así, tenemos que soportar a artistas recalcitrantes, como Bardem, afirmar que «se está produciendo un robo hacia los artistas». ¿No será al contrario?

No contenta con la decisión de la UE, Sinde, la ministra de incultura, ha preparado una «Ley» (que entrecomillo porque, más bien, se trata de un mandato) para, en definitiva, poder cerrar cualquier página web que el Gobierno estimara oportuno. Se trata, por tanto, de un intento de domeñar, subyugar, controlar y someter uno de los únicos resquicios de libertad que permanecen vivos: Internet. Personalmente, Internet es el único medio a través del que puedo obtener una información ecuánime, ampliada y personalizada, cosa que dudo que se mantenga si la susodicha ley se hubiese aprobado.

Actualmente, todos los gobiernos del mundo moderno ven en internet una amenaza, que quieren convertir en oportunidad, controlándolo. Como hemos visto, con Wikileaks, se ha demostrado que la soberanía popular (o internet) siempre termina imponiendo su criterio y, normalmente en democracia, los gobernantes deben aceptarlo, pues se trata del gobierno del pueblo, aunque sabemos que en la práctica el sistema es más oligárquico que otra cosa.

Veo un cierto paralelismo entre el caso de Assange, el presidente de Wikileaks, y el de la Ley Sinde. En los dos casos se trata de un atropello a la libertad, concretamente hacia internet: mientras que los gobiernos han intentado aherrojar, encarcelar a Assange por revelar la verdad, el español ha hecho lo propio vedando la libertad de los internáutas; además, en los dos casos, los gobiernos han fracasado, pues Assange está en libertad y los españoles también (el mandato fue rechazado por el Congreso; el Senado tendrá, ahora, la última decisión). Por tanto, estamos, últimamente, sufriendo un intento de cierto liberticidio por parte de los gobiernos, aunque, de momento, la libertad permanece incólume. Veremos lo que acontece próximamente.

En mi opinión, dados los objetivos fracasos de la señora Sinde (efectivamente, Sindemocracia), como el canon digital y su mandato, debería presentar su dimisión y aceptar cortésmente la derrota, por parte tanto de Europa, en un caso, como de España en otro.

Academia exquisita

Academia exquisita: dícese (según yo claro esta) de los modales políticamente correcto.

A partir de esta definición quiero exponer algunos puntos.
Odio el sistema de enseñanza sobre el que actualmente se asienta nuestra sociedad del siglo XXI.Y lo odio por varias razones: las clases, los horarios ordenados, las tardes de estudio… me descojono con todo esto.  Y ¿por qué? pues muy simple, porque hay lugares donde se aprende más que en un simple instituto, porque se puede aprender cosas en los autobuses de viaje, en los bares de copas, en el callejón de mala muerte, en el infierno.

Y no hablo sin conocimento de causa, sino que se muy bien lo que digo, porque por suerte extraigo ese conocimiento de la calle que muchos no lo califican como tal. Un ejemplo muy claro fue hace dos semanas, me encontraba en un bar con un amigo que ama igual que lo la poesía y entre copas estuvimos recitando hasta las tantas de la madrugada y aprendí, aunque parezca mentira como en 10 años en un instituto de literatura.

¿Sabéis lo que he aprendido durante toda mi estancia en centros de «aprendizaje»? Nada, todo ideas efímeras que vuelan tras los examenes. He aprendido lo que el sistema quiera que aprenda, horarios ordenados (detestables por cierto), superar pruebas desagradables tipo examenes y un sin fin de cosas de este estilo que no sirve nada mas que para enmarcar un título en la pared.

Pero claro, el conocimiento de la calle, este conocimiento exelente,nadie lo reconoce y parece que no existe. Pero hay se encuentra la base de la genialidad del mundo, de los grandes hechos del ser humano. Ningún genio se mató estudiando en universidades exquisitas de la calle, todos y cada uno de ellos se nutrieron de la mejor que existe pero nadie reconoce, la universidad de la calle.

Es por esto por lo que detesto a los personajillos exquisitos de academia que se creen poseedores del intelecto del mundo y jamás han probado el néctar del intelecto callejero.