¿Y dónde está la meta?

Vivir es competir, o eso parece. No sólo en la sociedad actual, sino a lo largo de la historia, los seres humanos y otros animales hemos centrado nuestras vidas en competir, en ser los primeros.

La competición en los seres humanos es irracional en algunas ocasiones, limita nuestra forma de vivir. Queremos ser los más fuertes, los más rápidos, los más pícaros, pero no por ello inteligentes, y nos llevamos un chasco cuando no lo conseguimos.

Este sentimiento competitivo que tenemos es mucho más grave de lo que parece, y es el núcleo del desastre en las relaciones humanas. Debido a él surgen demonios como la envidia, pues la envidia es frustración que sufrimos al ver que el de al lado tiene más que nosotros, o es mejor. No comprendemos que cada persona tiene unas determinadas habilidades que puede ir perfeccionando a lo largo de su vida, pero la prisa en conseguir un alto nivel causada por las ansias de victoria no hace más que frenar nuestro avance.

Otro de los grandes males que nacen de la competición son los celos. Es verdad que nacen de la desconfianza en la persona amada, pudiendo ésta ser una novia, un hermano, hijo etc. También nacen del fiasco de saber que a nuestra persona amada puede haber alguien que la complazca más.

La falta de autoestima tiene su raíz en la competición. Esto lleva al autorechazo y a la soledad. Quizás no seamos conscientes de que los verdaderos amigos son los que te aceptan con tus defectos porque, aunque esto parezca una perogrullada, nadie lo aplica. Prueba de lo que digo la podemos encontrar en todos estos «guays» que se meten de todo para tener «colegas» y así ahuyentar la soledad que ya los está comiendo por dentro.

Con este artículo quiero animar a la gente a tolerarse a sí misma, a no odiarse. Porque nos importa demasiado lo que piense la gente a la que odiamos, cuando debería ser totalmente lo contrario. Los seres humanos nos solemos inventar necesidades que a la larga sólo nos traerán problemas.

Peones, caballos o reinas, al final todos acaban en el mismo cajón.