¿Y si no rescatamos a los bancos?

Aunque el odio a los banqueros se remonta a hace más de dos mil años, últimamente en la opinión pública española están calando ciertos mensajes contra los rescates bancarios: manifestaciones, concentraciones, prensa, etc. Sin duda, lo que ocurrió en el 2008 en Islandia, donde se decidió no rescatar a ningún banco, ha influido enormemente en la opinión pública española.

Por esto, con este artículo, pretendo explicar todo lo que ocurriría (y en especial en el caso de Bankia) si no se decide rescatar a los bancos, sino dejarlos caer y que quiebren, a fin de que no sean los ciudadanos los que paguen las malas prácticas de los banqueros, y que éstos no salgan “de rositas”.

  • Actividad “fraudulenta” de todos los bancos

Todos los banqueros del mundo, y desde hace miles de años, no se limitaban a guardar y a custodiar el dinero que los depositantes habían colocado en sus bancos. Los banqueros, viendo que había un montón de dinero en sus oficinas, que siempre estaba ocioso, porque la gente solo utilizaba una parte de sus ahorros, no podían resistir la tentación a “utilizar” el dinero de los depositantes.

Al principio (en torno a 390 A.C en Grecia) tal práctica estaba prohibida y muchos trapezitas (banqueros griegos) estaban perseguidos por ello. Así tenemos la siguiente y divertida anécdota.

Isócrates cuenta en su obra Trapezítico (entre 393 y 391 a. C) que su amigo Tunícides acudió al banco de Pasión a retirar su depósito; pero, sorpendentemente, Pasión, el banquero, le dijo que él no había depositado nada allí. El cliente no pudo creer lo que oía y, con gran sorpresa, le volvió a reclamar la devolución del depósito. Pasión, tras cubrirse la cabeza y llorar, reconoció la existencia de su depósito y que se había visto obligado a mentirle por dificultados económicas y que, por favor, se devolvería el depósito, si mantenía todo esto en secreto.

Tetradracma, moneda griega de la época de Pasión.

Luego, con el paso del tiempo, tal actividad se volvió habitual (fue practicada durante el renacimiento italiano, a lo largo del imperio romano, durante el período de esplendor en los mejores bancos sevillanos y catalanes, en los bancos holandeses, etc.) y se terminó reconociendo la legalidad de la reserva fraccionaria (que los bancos pudiesen disponer de los depósitos de sus clientes para sacarles rentabilidad, mientras estos estaban ociosos).

  • Los bancos crean dinero “de la nada”

La Economía ha logrado demostrar que el utilizar el dinero depositado lo que provoca es una multiplicación del dinero, pues mientras los depositantes piensan que su dinero está disponible (aparece en su cuenta corriente), otros están disfrutando de él, como por ejemplo, las empresas a las que el banco les ha concedido un crédito. Además, si todos los depositantes fuesen en masa a solicitar su depósito (como el amigo de Isócrates) se llevarían la sorpresa de que sólo hay el 2% del dinero que se depositó y el banco, al no poder hacer frente a sus pago, se declara en bancarrota y todos pierdan el dinero que creían tener.

Como vemos en este ejemplo, imaginemos que el banco central imprime 1.000 € en billetes y se los da a una persona, por ejemplo, a Isócrates. Isócrates lo lleva al banco A para guardarlo y gestionar su dinero desde ahí. El banco A deja guardado 200 € y los otros 800 € se los da a una empresa, a la que le acaba de conceder un crédito. Esta empresa, se lleva sus 800 € de dinero concedidos al banco B, que guarda 160 € y presa 640 € a otra empresa distinta. Y el proceso se repite así sucesivamente, de forma que 1.000 € se convierten en 5.000 €: 1.000 € en reservas y 4.000 € en préstamos.

Como observamos en este gráfico, la parte de abajo es el dinero realmente existente en el sistema: el EMP (efectivo en manos de público, es decir, los billetes y monedas que todos manejamos), y las RB (reservas bancarias, es decir, el porcentaje de los depósitos que los bancos guardan). La parte de arriba refleja el dinero total, el real y el creado por el sistema financiero: el EMP, las RB y los préstamos que se han concedido. Observamos que este sistema permite ampliar enormemente la actividad económica, pero es muy inestable, igual que un castillo de naipes.

Una forma de incrementar aún más el efecto multiplicador de los bancos, es el de incentivar o el de impedir que la gente tenga efectivo y lo coloque todo en depósitos. Por ejemplo, algunos países se están planteando la eliminación del papel-moneda y que todo se haga a través de transacciones bancarias.

Otro ejemplo que podemos citar es el que acaeció en la ciudad alemana de Wörlg, conocido como “The Wörlg experiment”. Se trataba de sustituir el papel-moneda actual por otro en el que cada mes había que colocarle un sello al billete (que costaba dinero) para que siguiera siendo legal. De esta forma se incentivaba el no acumular dinero durante mucho tiempo. Sorpendentemente, fue una de las pocas ciudades que vivió una expansión económica en un contexto de crisis mundial: la crisis de 1929.

Ejemplar de un billete de Wörgl

Bien, pues lo mismo que le ocurrió al amigo de Isócrates cuando fue a pedir su depósito a Pasión ha vuelto a pasar un montón de veces a lo largo de la historia. Estados Unidos, en la gran depresión, vio quebrar a casi todos sus bancos al no poder hacer frente a sus pagos; Argentina en el año 2001 tuvo que prohibir la extracción de dinero del banco (“corralito”); en la crisis del 2008, el gobierno estadounidense, decidió no rescatar al tercer banco de inversión y desapareció; igualmente, en el 2008, Islandia decidió no ayudar a su sistema financiero, provocando la quiebra de todos sus bancos y cajas de ahorros; el pánico bancario (bank run) que se produjo en el 2007 en el Nothern Rock británico; y muchos ejemplos históricos durante el imperio romano, el renacimiento italiano, etc.

Por eso, en el mundo reciente existen los bancos centrales, que son organismos que controlan el dinero, de forma que, cuando hay una crisis y los bancos se quedan sin fondos, el banco central inyecta dinero a los bancos para impedir las quiebras en cadena. Los bancos centrales funcionan fundamentalmente para eso. Además, para impedir un pánico bancario, la mayoría de los gobiernos, en esta crisis financiera actual, decidieron dos cosas: asegurar los depósitos a los clientes e inyectar dinero en los bancos.

  • Los Acuerdos de Basilea.

Además, un gran número de países se han comprometido con los Acuerdos de Basilea, que buscan incrementar el capital de alta calidad de los bancos, para reducir las probabilidades del quiebra del sistema financiero y hacerlo más seguro. Se busca que los bancos tengan al menos un 8% de todos sus activos en capital de alta calidad. Además, de ese 8%, al menos un 2% debe ser core capital, es decir, capital de calidad máxima, compuesto por reservas y el dinero aportado por los propios socios del banco.

Clasificación del capital bancario

Como vemos en el siguiente gráfico, estas son las exigencias para el sistema financiero mundial. El azul representa el porcentaje que los bancos deben tener de capital de máxima calidad (reservas y dinero aportado por los socios). El rojo representa el capital de calidad un poco más reducida que el core capital (por ejemplo, aquí incluiríamos las participaciones preferentes). El verde representa el capital de calidad media que debe tener el banco como porcentaje de sus activos.

En el 2018 se aumentarán las exigencias para los bancos. Además de lo ya exigido los años anteriores, deberán reservar un 2,5% de sus activos en capital de máxima calidad, para establecer un colchón que dificulte las posibilidades de quiebra (conservation buffer). Y, además, si el crecimiento del crédito de la entidad es muy elevado, tendrá que establecer un segundo colchón adicional por el mayor riesgo que pueda acarrear la expansión del crédito y prevenir las crisis económicas (cuntercyclical buffer).

Observemos las cifras. El 98% del dinero aproximadamente es ficticio y si todo el mundo fuese a retirarlo del banco todo se iría al garete. Los Acuerdos de Basilea lo que hacen es aumentar los fondos de los bancos para que sea más difícil la quiebra de un banco. Ahora ya no sólo tendrán un 2% del dinero, como antes, sino que tendrán un 10% de los activos totales para hacer frente a un pánico bancario. Pero no olvidemos la cifra: aun así, todavía un 90% del dinero no tendrá sustento real.


Veamos ahora qué tal están las entidades financieras en lo que respecta a core capital.

La línea roja representa lo mínimo requerido por la Unión Europea, que es el 9%. Observamos que casi todos los bancos incumplen el requisito, sólo podríamos salvar a Banca March a Kutxa Bank y a duras penas a Unicaja, BBVA, BBK y Caja Vital. El dato es alarmante, casi ninguna entidad puede avalar el 9% de sus activos totales, en forma de capital de calidad.

Veamos ahora qué tal está el sistema financiero europeo.

Suiza es el país que mejor situación tiene, con un 17,5% de media de core capital. Y la mayoría de los países europeos lo tienen por encima del 10%, incluso Grecia con un 11,8%. Sin embargo, España, Italia y Portugal, no llegan al 10% desvelando las dificultades de sus bancos. Recordemos que unos cuatro bancos españoles suspendieron los tres de estrés realizados en 2011; el otro banco que suspendió fue griego.

  • El caso de Bankia

Por ejemplo, en el caso de Bankia, la inyección del más de 20.000 millones de euros  se produce tras reconocer que, para que la entidad pueda alcanzar el 9,5% de core capital, que era el objetivo, le eran necesarios 19.000 millones de euros de capital puro.

(Haga click para ampliar)

En el último balance publicado por Bankia (31/12/2011), observamos en el gráfico, que tiene 160.000 millones en depósitos, 539,8 millones en fondos de pensiones, 2.064 millones en activos materiales (oficinas, casas, etc.) y 180.000 en créditos concedidos. Además, el BCE tiene depositado en Bankia casi 20.000 millones de euros. Asimismo,  Bankia tiene unos 7.400 millones de euros en deuda pública.

¿Qué ocurriría si el Estado español decide no rescatar a Bankia, no la hubiese nacionalizado ni inyectado dinero en ella? En primer lugar, se vería que Bankia por sí sola no podría cumplir el mínimo que se le exige por parte de la UE de core capital, pues la entidad ya llevaba varios ejercicios reteniendo sus beneficios como provisiones y reservas sin mucho éxito.

Recordemos, además, que Bankia es un banco que nace de la fusión de 7 Cajas de Ahorros en apuros, con grandes problemas derivados del ladrillo.

Todo esto originaría una desconfianza creciente en la entidad, que podría terminar muy probablemente en la suspensión de pagos de la misma con las siguientes consecuencias:

–          Bankia sólo podrá hacer frente a un porcentaje muy reducido de los depósitos, en torno a un 20% (a lo sumo). Con lo cual los ahorradores perderán, en este caso, un 80% de su dinero como poco. En cifras: se podría perder unos 128.000 millones de euros. Y como los depósitos están asegurados por el Estado español, el Estado tendría que aportar 128.000 millones de euros. Sólo esto, elevaría el déficit del Estado un 36% adicional (esto fue lo que le ocurrió a Irlanda). Esto sería ya lo que nos faltaba para acabar de destruir las finanzas públicas.

–          Habrá una entidad financiera menos en España (recordemos que actualmente sólo quedan 14, tras el elevado número de fusiones que está habiendo), con lo que habría un comprador menos de deuda pública, pudiendo elevar la prima de riesgo unos cuantos puntos más. Recordemos que Bankia es un comprador de deuda pública española, y tiene en sus balances más de 7.400 millones de euros de deuda española.

–          Asimismo, se perderán los fondos de pensiones.

–          El BCE perderá los 20.000 millones de euros prestados a Bankia.

–          Como otros bancos tiene un gran número de depósitos en Bankia, la quiebra de Bankia ocasionaría pérdidas en depósitos a otros bancos, perjudicando la situación del sistema financiero español (y europeo, aunque en menor medida), y pudiendo llevar a otros bancos a la quiebra, ocasionando un efecto en cadena.

–          Se originaría una desconfianza en el sistema financiero español brutal, con enormes salidas de capitales, aumento de la prima de riesgo y posibilidad de existencia de un corralito.

–          Se reduciría la actividad económica española, pues todo el dinero creado por Bankia, por el efecto multiplicador que vimos anteriormente, se disiparía. En otras palabras, las empresas perderían gran parte de sus créditos.

En definitiva, la quiebra de un banco sería la destrucción de una gran parte de la riqueza de nuestra economía, afectando a todo. Para que os hagáis una idea, el presupuesto del Estado español está en torno a los 350.000 millones de euros; los activos de Bankia ascienden a 305.820 millones de euros. La quiebra de Bankia originaría unas pérdidas para la economía española iguales que la quiebra del propio estado, y si tenemos en cuenta que podría originar corridas bancarias en otros bancos, sería una noticia más negativa la quiebra de Bankia que la quiebra del Estado español.

El «ejemplo» de Islandia

Por ejemplo, fíjense en lo que ocurrió en Islandia. El gobierno decidió no rescatar a los bancos, y quebraron todos, no quedó ninguno. El gobierno aseguró todos los depósitos de los islandeses (a cambio de establecer un “corralito”, es decir, a cambio de la promesa de que no acudieran a recoger todos sus depósitos), pero el resto se convirtió de la noche a la mañana en cero: créditos a empresas, fondos de pensiones, depósitos de extranjeros, etc. Además, esto supuso que Islandia pasase de un superávit del 5,4% en 2007 a un déficit del 13,5% en 2008, del 9,1% en 2009, del 10,10% en 2010 y del 4,4% en 2011.

Además, un mes después de la quiebra bancaria la corona islandesa perdió el 68% de su valor y la inflación se disparó al 20% encareciendo enormemente la vida de los islandeses (desde el 2008 hasta ahora las cosas en Islandia son un 50% más caras que antes), mientras la economía se contraía un 7%. Y todo eso, a pesar de las ayudas del FMI, Rusia y los países nórdicos. El país ha sufrido la emigración más grande en 150 años. Y todo no termina ahí, el Reino Unido y Holanda han denunciado al país por impago de enormes cantidades de deuda que tenía pendientes.

Datos macro de Islandia

Capitalismo: Un sistema a la cabeza (V)

Respuesta a las objeciones: Ciclos económicos (II)

En el fascículo anterior  explicamos que las crisis económicas son tan incompatibles con el capitalismo laissez-faire como lo son el agua y el aceite. Además, que éstas se deben al intervencionismo que se inmiscuye en el mercado y que, mientras siga vigente el socialismo, las crisis serán periódicas.

Hace menos de una semana que, en el parlamento de Inglaterra, loa conservadores han presentado una propuesta para que la economía se atenga a los principios generales del derecho: un coeficiente de reserva fraccionaria del 100%, es decir, que los propietarios del dinero tengan a su disposición la totalidad del dinero, sin ningún tipo de condición. De aceptarse esta propuesta –como sabrán– los ciclos económicos cesarían y la función de crecimiento de la economía sería creciente hasta el infinito. Se trata, pues, de una medida anticíclica.

Esta ley no es nueva. En 1844, los economistas se percataron del mismo problema y se intentó eliminar la reserva fraccionaria. Sin embargo, esta ley, conocida como ley de Peel, conminó a los bancos guardaran (y no prestaran) el dinero de sus clientes. Sin embargo, se produjo un lapsus, a saber: el sistema bancario seguía disfrutando de la posibilidad de crear dinero ficticio en las cuentas corrientes. En la época se pensaba que las cuentas corrientes no provocarían problema alguno, pero no fue así. El despiste permitió que los bancos continuasen ocasionando el problema y, tal despiste, inició dos siglos de un sistema bancario indecente, que permanece incólume, al presentarse como víctima cuando, en verdad, se trata del causante.

Si, finalmente, se ratificara esta ley en el Reino Unido, su economía dejará de presentar ciclos y, en consecuencia, no habrá auges, ni burbujas, ni crisis. Evidentemente, el crecimiento económico será muy pobre; pero, a medio y largo plazo, la sociedad inglesa llegará a un nivel cada vez más alto, pues se ahorrará la destrucción que provoca una crisis. Por consiguiente, la ley cobrará fama internacional, extendiéndose al resto de países que, con toda probabilidad, no tardarían en percatarse de los beneficios ocasionados. La abolición de la esclavitud fue un gran paso que la humanidad inició hacia la justicia; éste paso que está a punto de iniciarse, supondrá un gran avance por la senda hacia la justicia, hacia el fin del socialismo.

Claramente, el que achaca los problemas ocasionados por los ciclos económicos al sistema económico capitalista, se da de bruces con la realidad. Y el sociata que critique esta cuestión, se criticará a sí mismo. Aunque, hay que decirlo, ningún político critica los ciclos económicos y se jactan de sus medidas procíclicas: el baluarte de los políticos, en lo que a economía respecta, suele ser el señor Keynes.

En el presente fascículo terminaré de desgranar la fisonomía de los ciclos económicos: las consecuencias que se desencadenarían al abolir el coeficiente de reserva fraccionaria. Si bien en la entrada anterior traté, principalmente, de los ciclos económicos, en esta hablaremos del papel que protagonizan los bancos centrales en el panorama económico mundial y, como no podía ser de otra manera, del patrón oro.

Los bancos centrales

Ante todo, hay que decir que el sistema bancario es el más intervenido del planeta. La banca, a día de hoy, es la fusión de política y economía, estableciendo una aleación ciertamente inestable. Esta es una de las razones que explican la confusión entre sistema político y económico. Como ejemplo, en España tenemos el mejor de ellos: el esperpento de las cajas de ahorros. Un escándalo de tal magnitud que la dirección de las cajas se reparte entre los políticos, como si de caramelos se tratase.

Dejando a España a un lado, actualmente, la economía se rige principalmente por los bancos centrales. En Europa, por ejemplo, la política monetaria es controlada por el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC). Con anterioridad era controlado por el gobierno de cada país y, ahora, por el SEBC; en términos teóricos el mismo perro con distinto collar, pues el nivel de intervencionismo es el mismo.

Y es que los bancos centrales son las instituciones de control económico por antonomasia. Como dicen los teóricos, se dedican a atacar los síntomas de las crisis, pero no la enfermedad, a saber, las políticas procíclicas. Por ejemplo, varían, principalmente, la oferta monetaria, los tipos de interés y la inflacción. Esta es la tarea fundamental del Banco Europeo, la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el de Japón. Este control repercute en nuestra vida diaria constantemente, por ejemplo, el paradigma de las hipotecas.

Además, existe un contubernio entre los bancos centrales y los políticos, al compartir intereses: las dos instituciones animan las burbujas, engendrando las simientes de una crisis futura. A los Estados les conviene que la inflacción se mantenga a unos niveles altos, ya que grava el ahorro y favorece el gasto, dogma keynesiano. Con altas tasas de inflacción, el dinero pierde valor: lo que hoy vale 20 €, mañana valdrá 40€. De este modo, el valor de la deuda pública estatal se reduce con el tiempo, por arte de magia. Así, los Estados no les importa el despilfarro y la emisión de deuda pública -como hemos visto en España, hasta hace unos meses-, mientras el aumento de los precios se mantenga constante. Las economías cíclicas -como las de ahora- son adictas a la inflacción.

Los bancos centrales también asumen otro papel: el de salvavidas. Cuando se desencadena una catástrofe económica, los bancos centrales acuden, para ayudar a todo el sistema bancario a resistir la tempestad. Adquieren dinero, para, luego, en un momento crítico, inundar el mercado de recursos pecuniarios. Pero lo curioso es la manera de recaudar el dinero: lo fabrican. O sea, que no solamente el sistema bancario crea dinero ficticio, provocando una crisis crediticia, sino que los bancos centrales, para salir de la crisis, crean dinero de la nada, enciendiendo la máquina de hacer billetes. Así funciona la macroeconomía del siglo XXI.  Los bancos centrales en un momento de depresión elevan la oferta monetaria, aumentando la inflacción y repartiendo injusticia por doquier.

Inyección del dinero

La inyección de dinero en el mercado por parte de los bancos centrales desentraña, como veremos, una tremenda injusticia, como la mayoría de las acciones intervencionismas, que no favorecen el libre mercado. Este proceso no se produce como el grueso de la población cree: la intuición nos dice que, cuando un determinado organismo decide aumentar el dinero que hay en circulación, producirá más billetes y los repartirá por el mercado; ya está. Pero, tras esta visión intuitiva, se esconde la verdadera injusticia.

Si el nuevo dinero fabricado se reparte equitativamente a todos los agentes del mercado, los efectos de la inyección son nulos. Si a todos los individuos se les entrega un millón de euros, su capacidad aquisitiva será exactamente la misma, el único efecto producido serña la caída del valor del dinero (interés) o variación el los precios (casi siempre, inflacción). Por esto, para que en la inyección se produzcan los efectos perseguidos, necesariamente se tiene que producir una situación injusta: el dinero nuevo se reparte a unos pocos, que están en una situación de ventaja con respecto a los demás. Con el nuevo dinero en mano, éstos invierten y, así, el dinero producido se expande, paulatinamente, por la sociedad, al tiempo que, poco a poco, la divisa va disminuyendo su valor.

La oferta monetaria está relacionada con la inflacción y el consumo. Lo que los bancos centrales quieren es, conjungando las distintas variables, modificar, a su modo de ver, los comportamientos de los consumidores.

Patrón oro

Cámaras de oro

El culmen del conjunto de reformas para acabar con los ciclos económicos, se poducirá al instaurar el patrón oro en la economía. El patrón oro, el respaldo de los billetes en determinada cantidad de oro, lo que pretende es regular la oferta monetaria, impidiendo procesos dinerarios tan perniciosos para el capitalismo como la inyección de dinero o la creación de dinero bancario.

Al estar todo el dinero respaldado por oro, en las cámaras acorazadas de los bancos, los procesos injustos, desestabilizadores y perniciosos, tanto para el mercado como para la sociedad, serán irralizables. Es decir, para aumentar el dinero en circulación, debe aumentar el oro en las cámaras acorazadas. Como todos sabemos, el oro es un producto muy estable, que crece entorno al 1% al año. Y, como vimos en anteriores fascículos, las crisis económicas se producían por la mezcolanza entre liberalismo e intervencionismo. El patón oro imposibilitaría  el intervencionismo, dejando un capitalismo puro, sin crisis económicas, sin injusticias.

Esta medida pondrá el broche de oro, nunca mejor dicho, al capitalismo, haciendo una sociedad más justa y menos irracional. Al menos, en el Reino Unido, se ha dado el primer paso.

Para más información: 100% + patrón oro; http://www.libertaddigital.com/opinion/autores-invitados/ayer-fue-un-dia-historico-56262/