El fin de la guerra contra las drogas (II) : guerra total y armisticio

Guerra total

Hablábamos en el primer artículo de las razones por las que los distintos gobiernos prohibieron determinadas sustancias psicoactivas entre la década de los 10 y los 60 del siglo pasado. En 1971, el gobierno norteamericano decidió recrudecer la prohibición mediante la «guerra contra las drogas», bautizada de esta forma por el presidente Nixon. En el marco de la ONU, el documento internacional que va a definir la postura respecto a las drogas desde esta fecha va a ser el Convenio sobre sustancias psicotrópicas firmado en Viena en 1971.

Pero primero hagamos un repaso por su precursor, la Convención Única de Estupefacientes de 1961. Esta había sentado las bases de la prohibición mundial: fue firmada por 71 países y en ella se pretendía ilegalizar el cultivo, la producción y distribución en todos los países. Además, se creó la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Por último, se inauguró el sistema de listas. Cada sustancia controlada era incorporada a una de las cuatro listas. En la lista 1 se incluían el opio, la morfina, la cocaína, etc.; en la 2, la codeína; en la 3, ciertos preparados que se podían obtener sin receta; por último, en la 4 se colocaban sustancias consideradas muy peligrosas, donde se incluyó la heroína y la marihuana.

En el Convenio de 1971 se incluyen más sustancias y se hace una remodelación de las cuatro listas. A partir de entonces, en la lista primera se incluirán las drogas más populares durante la contracultura, a saber, LSD, THC, Psilocibina…Estas sustancias eran consideradas muy perniciosas y con uso médico o científico muy limitado que habría de pasar costosos trámites para su investigación. A las sustancias del resto de listas se las limitaba al uso médico. En la lista 2, se incluían los derivados anfetamínicos; en la lista 3, los barbitúricos; por último, en la lista 4, otros tipos de barbitúricos.

EE.UU. encontrará tres maneras de hacer cumplir la prohibición en todo el mundo. En primer lugar, se financió la destrucción de plantaciones en los países productores. También se llevaron a cabo represalias contra los países que no cooperaban en la guerra contra las drogas. En segundo lugar, sus farmacéuticas exportaban drogas lícitas para sustituir a las prohibidas. Por último, se aseguraron de que los demás países introdujeran legislaciones represivas.

La exportación de la cruzada supuso destruir tradiciones milenarias en países como Persia, gran consumidor de opio, además de la ruina de campesinos que vivían del cultivo de la adormidera.

Al lanzarse la guerra total, el usuario de drogas que busca una sustancia energética, recurrirá a la cocaína en el mercado negro. Por otro lado, empezó a llegar heroína muy barata y de calidad a Europa y EE.UU., dando paso a la era de los grandes narcotraficantes y grupos mafiosos alrededor de estas dos sustancias. Como dato, entre 1961 y 1972, el número de adictos a la heroína pasa de 50 mil a 560 mil en EE.UU.

Armisticio

Desde los años 80, nos encontramos en la era del sucedáneo, en la que el número de fármacos no para de multiplicarse gracias al trabajo de miles de laboratorios clandestinos. A nivel legislativo, los distintos acuerdos suscritos caminan hacia un armisticio. Veamos cómo han evolucionado hasta hoy:

El tercer texto internacional en el que se basa la prohibición es la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, celebrada en Viena en 1988. Supone uno de los acuerdos más duros en materia de drogas. Con una urgencia manifiesta desde el primer momento, este convenio se centra en coordinar a los distintos países para atajar el tráfico ilícito que venía creciendo desde los años 70 y 80. Asimismo, se exige a los estados que introduzcan en sus legislaciones una serie de tipos penales como el cultivo, tráfico, etc. de las sustancias ilícitas incluidas en los convenios. Asimismo, se promueve también penar la posesión de estas mismas sustancias e incluso la elaboración para consumo propio. Para estos tipos de delitos se exige penas de prisión o multas, en ocasiones combinadas con tratamientos de rehabilitación. Se incluye además la extradición de traficantes, una medida anhelada por países como Estados Unidos debido a su sospecha de que muchos narcos recibían tratos de favor en su país de origen.

El único elemento abierto del tratado es la llamada a tener consideración por sustancias ilícitas que les son permitidas a ciertos pueblos por razones históricas, así como al respeto por los derechos humanos fundamentales.

Diez años más tarde la ONU celebra la vigésima Sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre drogas. Con el optimista lema «Un mundo libre de drogas. Podemos hacerlo», este será el último documento internacional hasta la fecha que preconice claramente una guerra para frenar oferta y demanda. En el caso de la demanda, mediante medidas de prevención y represión. En los países productores, sus objetivos para 2008 serán reducir el número de plantaciones de arbustos de coca, marihuana y adormidera, también con una mezcla de mano dura y amplitud de miras, fomentando actividades lícitas en el agro andino para disuadir a los campesinos de cultivar estas plantas.

Dicha política se va a aplicar en el llamado Plan Colombia, acordado entre los EE.UU. y Colombia durante los años 1999-2000. En este tratado se dan cita dos voluntades: la estadounidense consistía en financiar un programa de estabilidad en la región que permitiese frenar a las FARC y el tráfico de cocaína a Norteamérica; Colombia, por su parte, buscaba recibir apoyo económico para asentar sus instituciones y forjar un estado de derecho que le hiciera un hueco en el siglo XXI. La consecución de estos objetivos, tal y como planteaban los tratados mencionados anteriormente, se realizarán a través de una mezcla de represión y ayuda económica. Por un lado, se hacían fumigaciones en las plantaciones ilícitas y, por el otro, se financiaban programas de inclusión para que los campesinos no viesen incentivo en estas plantaciones. En materia de drogas, el deseo era reducir el comercio de cocaína y heroína. Tras años de aplicación, los resultados son ambivalentes. Por un lado, para 2006 las plantaciones de adormidera se habían reducido en un 50%, mientras que el tráfico de cocaína ha aumentado en un 4%.

En 2009, los distintos estados miembro de la ONU se reunieron en Viena para analizar el progreso que se había conseguido en los objetivos fijados en 1998. Se sigue hablando de contrarestar el «problema de las drogas». El análisis vuelve a ser contradictorio. Antonio María Costa, Director Ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, celebra en su declaración previa a estas sesiones el buen resultado en número de adictos y el cultivo de coca en los Andes, que cae un quinto respecto a diez años atrás. Sin embargo, se lamenta por el aumento de poder de los grupos armados que controlan el tráfico. A pesar de creer que el UNGASS 1998 ha ayudado a concienciar a la población sobre el denominado problema de drogas, la cifra sobre el valor comercial del tráfico de drogas ofrecida constata el fracaso: se calcula en 300 mil millones de dólares estadounidenses al año.

UNGASS 2016

La siguiente sesión especial estaba prevista para 2019. Sin embargo, México, Colombia y Nicaragua, cansados de cargar con miles de muertos a sus espaldas, solicitaron un adelanto de esa reunión a 2016. Muchos esperaban de esta un documento que otorgara más protagonismo a la «reducción de daños» (harm reduction), una especie de política de mano izquierda que consiste, entre otros métodos, en terapias de sustitución con opiáceos para adictos a la heroína y programas de sustitución de jeringuillas para evitar contagios de hepatitis C o sida entre usuarios. Sin embargo, dicho concepto quedó fuera del texto debido a las presiones rusas, que durante los últimos años ha intensificado su guerra contra las drogas. También China e Irán presionaron para que no se incluyeran referencias a la pena de muerte por narcotráfico. Sin embargo, el UNGASS 2016 supone el comienzo de una política internacional sobre drogas basada en la flexibilidad, donde convivirán políticas nacionales represivas como la rusa o la china con políticas de reducción de daños, más comunes en Europa y Norteamérica. En estos países ya no se trata de querer eliminar el uso de las drogas, sino aceptar su uso y tratar de que los usuarios se hagan el menor daño posible durante el consumo.

Pero vayamos a lo concreto. En el próximo artículo echaremos un vistazo a los últimos cambios que se han producido en distintos países durante los últimos años, algo que nos aclarará la situación a comienzos del año 2017.

Algunas consideraciones sobre las drogas

La idea de droga provoca en nuestra sociedad rechazo y atracción de la misma manera. Las campañas antidroga, la prohibición y el estigma social conviven con la existencia de un importante segmento de la población que la consume.

Pero, ¿Qué entendemos por droga? Los conceptos, al igual que los organismos, están vivos y su dinamismo hace que dar una definición certera en todos los contextos sea una labor muy difícil de llevar a cabo. Por eso me parece correcto hacer un brevísimo repaso histórico del concepto para poder apreciar con más detalle lo que ha sido, única forma de conocer lo que es.

Desde que el hombre se hizo sedentario y creó la agricultura, ha utilizado las drogas con diversos fines, a saber, terapéuticos, recreativos, religiosos, etc. En algunas tablillas sumerias que datan del siglo XXII a.C. se recomendaba la cerveza a mujeres en periodo de lactancia. De los escritos egipcios se han extraído más de 700 nombres de fármacos. Así, por ejemplo, el opio se utilizaba como analgésico. Si algunas drogas se aplicaban de forma irresponsable, podían producirse envenenamientos, y existían penas para los médicos que no hicieran un uso adecuado de las sustancias.

Dicha dualidad queda cristalizada con el término griego φάρμακον, que dio lugar a nuestro «fármaco»  y que albergaba dos significados indisociables: el de veneno y el de cura. El uso terapéutico de las drogas no queda relegado al mundo antiguo, sino que en nuestra sociedad también se utilizan, como vemos en los tratamientos de marihuana para frenar esclerosis múltiple o en el de diazepam para tratar la ansiedad.

El diazepam es una de las drogas legales más vendidas.

No ha faltado el acompañamiento de drogas en las ceremonias religiosas. En la misa católica, el sacerdote bebe vino, que representa la sangre de Cristo. Los mayas empleaban algunos enteógenos para comunicar el mundo físico con el espiritual, y así con un ingente número de religiones.

Los usos recreativos tampoco han hecho caso omiso a la llamada de las drogas y, así, vemos que los griegos acompañaban muchos de sus banquetes con vino y, en épocas más recientes, el movimiento psicodélico creó toda una nueva ola cultural en torno a drogas como el peyote o el LSD.

Todo el mundo psicodélico gira en torno a los efectos del LSD.

Sin embargo, a pesar de su utilidad y sus innegables beneficios, la palabra droga sigue produciendo recelos en nuestra mentalidad y el número de sustancias prohibidas se cuenta ya por miles. ¿Serán los abundantes casos de «sobredosis» que vemos en las noticias? ¿Habrán hecho mella las campañas antidroga?

Lo cierto es que la historia de la crítica a las drogas es muy dilatada. Ya en el siglo XX a.C. el vino recibía reproches en Egipto por convertir a los individuos en bestias que vagaban por las calles sin hacer nada de provecho. Aun así, estas críticas nunca salían de la esfera de la moral.

Los primeros intentos por controlar las drogas los vemos en la China del siglo VIII a.C. donde el gobierno trató  de prohibir el alcohol mediante sucesivas reformas. En la Roma del s. II a.C. los organizadores de las Bacanales, fiestas en las que se bebía de forma desenfrenada, fueron ejecutados por «crímenes contra la salud pública». Pero realmente la prohibición de esta celebración provenía del miedo que tenía el Senado a las posibles conjuras políticas que pudieran salir de esta y el origen extranjero de la misma.

Con la llegada del cristianismo, se da un giro de 180º en la tolerancia hacia las drogas y comienza su persecución, a excepción del alcohol y algunas sustancias de uso médico.  Sin embargo, esta persecución no se debe estrictamente a criterios farmacológicos, sino al interés del cristianismo por barrer de Europa los últimos ritos paganos que existían, los cuales utilizaban en su mayoría distintas drogas enteogénicas, pomadas de opio, cáñamo, etc. Por otro lado, también se perseguía el efecto que obraban en el ánimo de quienes las consumían, pues se atribuye la acción de las plantas a una naturaleza maléfica que busca pervertir el alma de los hombres. Se genera una serie de supersticiones alrededor de vendedores y consumidores, quienes acabarán en la hoguera unos siglos más tarde a manos de la Inquisición. La irrupción del renacimiento y la Ilustración comienzan a disipar muchas de las fobias y prejuicios que recaían sobre algunas drogas y el siglo XIX traerá un ambiente de libertad, experimentación y luz respecto al tema. Es entonces cuando se aíslan alcaloides como la heroína, la morfina, la cocaína, etc.

Muchas pócimas que empleaban las brujas en la Edad Media contenían distintas drogas.

Mientras a Europa llega la Ilustración, en China, por ejemplo, aunque el opio no provocaba ofensas morales (De hecho, era una de las drogas más consumidas en el país), el emperador Yung-Cheng decidió prohibirlo en 1729 como maniobra para frenar las actividades comerciales lusas. El opio servía en China como moneda de cambio y Portugal estaba logrando un fluido comercio con China a cambio de té y especias. Con esta medida, se trataba de frenar el avance económico lusitano.

Hasta ahora hemos visto que ha reinado un clima de tolerancia hacia las drogas y los únicos casos en que se ha prohibido se ha debido a razones políticas, económicas y religiosas. Además, estos fenómenos ocurrían sólo a nivel local. Es a comienzos del siglo XX cuando va a emerger en EE.UU un clima de condena a las sustancias que se extiende después al resto del mundo y que afectará a un buen número de drogas.  Este cambio no ocurre de forma repentina, sino que se va gestando gradualmente.  A principios de siglo se empiezan a aprobar leyes que exigen a las farmacias y herboristerías indicar de qué se componían sus productos, para así evitar el fraude o la adulteración. Es en 1914, con la ley Harrison, cuando se regula y grava la producción, importación y distribución de opiáceos y las hojas de coca. Esta corriente reguladora irá un paso más allá en la ley Volstead de 1920, que pondrá fuera de la ley la venta de alcohol.

Al Capone, símbolo de la venta de alcohol durante la Prohibición.

¿Cuáles fueron los motivos de esta tendencia a la penalización? Antonio Escohotado recoge en su Historia general de las drogas varios aspectos que confluyeron en la prohibición de muchas drogas. Uno de ellos fue la creciente tensión social que se llevaba gestando desde el final de la Guerra de Secesión. Al abolirse la esclavitud, la industria sureña necesitaba mano de obra barata y dispuesta a tener largas jornadas laborales, por lo que el gobierno favoreció la inmigración china, y con ella la entrada de los barrios chinos, con sus fumaderos donde se consumía opio. La entrada de inmigrantes de tal índole produjo un rechazo frontal en los sindicatos hacia la población china, y, en consecuencia, recayó sobre el opio todos los estigmas que se depositaban sobre los chinos. El alcohol, por su parte, se asociaba a irlandeses e italianos, de tradición católica. Entre los negros era muy popular la cocaína y desde la caída de la esclavitud llevaban luchando por los derechos civiles, algo visto con miedo por los protestantes blancos. Por último, durante los felices años 20, la prosperidad económica hizo que el país necesitara mano de obra mejicana. Con el crack del 29, aumentaron las cifras de desempleo y los mejicanos se convirtieron en un problema. A ellos iba aparejado el consumo de marihuana, que quedó igualmente estigmatizada hasta que la Marihuana Tax Act de 1937 introdujo un impuesto sobre la sustancia. Así, cada sustancia fue ligada a un grupo social determinado que era visto como una amenaza por el gran público. Otros factores fueron la desaparición del Estado mínimo y la presión del movimiento prohibicionista.

Historia general de las drogas, de Antonio Escohotado, ayudó a arrojar luz sobre el tema en 1989.

A través del tratado de Versalles y los diversos tratados internacionales que siguieron, EE.UU logró imponer la política antidroga en el resto del mundo, particularmente en Asia y Latinoamérica, donde drogas como el opio y la coca respectivamente tenían un fuerte arraigo en la población. No deja de llamar la atención que es precisamente en estos países donde el tráfico tiene las penas más altas, llegando a castigarse incluso con la muerte.

Aunque en 1932 se legalizó el alcohol y desde 1971 los derivados del cáñamo son legales en Holanda, la guerra contra las drogas ha dejado – y sigue dejando –  una serie de consecuencias que a continuación paso a detallar.

Consecuencias de la prohibición

Cuando un bien exigido por la sociedad es imposible de adquirir por la vía legal, siempre aparecerán grupos que lo suministren por la ilegal. Las drogas no son una excepción. Tras prohibirse el alcohol, surgió un gran número de mafias que proveían tal servicio. Estas mafias son encarnadas en la imagen de Al Capone. En la actualidad se calcula que el volumen económico del narcotráfico equivale al del turismo global.

En segundo lugar, y como consecuencia del narcotráfico, los ambientes en los que se mueven los consumidores de drogas son peligrosos, rodeados de inseguridades y violencia.

La heroína adulterada se cobró numerosas víctimas durante los años 80 y 90 en España.

La ilegalización también hace que adquirir los principios activos sea más difícil y obliga a una adulteración de las sustancias que complica la necesaria medición de las dosis a los consumidores. De hecho, la mayoría de casos que aparecen bajo el rótulo «sobredosis» suelen ser casos de adulteraciones. Durante la Prohibición, por ejemplo, el número de muertes por intoxicación de alcohol metílico se elevó a 30.000.

El aumento de los precios arruina a los consumidores, que viven por y para la dosis, haciendo que su vida gire exclusivamente en torno a la droga.

Por último, el propósito inicial de la prohibición – el de que se reduzcan los consumidores – se ve frustrado por la capacidad de atracción que tiene lo prohibido. En la actualidad se calcula que 4 millones de europeos consumen cocaína habitualmente, por aportar un ejemplo. El de la marihuana llega a los 25 millones. Existe la creencia de que si se legalizase, el número de consumidores se dispararía, pero en Holanda, por ejemplo, su consumo cayó tras la legalización en los 70.

La prohibición genera focos de atracción hacia los diversos estigmas que recaen sobre sus usuarios. Hay muchos individuos que puede tener problemas afrontando sus vidas y deciden refugiarse bajo el victimismo del yonqui para eludir responsabilidades.

El caso de la adicción

Uno de los mayores argumentos que se suelen esgrimir a favor de la ilegalización es la adicción que generan muchas drogas. En efecto, existen sustancias ilegales, como los opiáceos o la cocaína, que provocan adicción, pero también lo hacen algunas de las drogas legales  como el tabaco o la cafeína e incluso el alcohol. Pero más allá de este doble rasero sobre ciertas drogas, en muchas ocasiones no se esclarecen algunos asuntos ligados a la adicción. Por ejemplo, que los estudios actuales ignoran que la cantidad de heroína o cocaína que contienen las dosis vendidas en la calle es muy reducida. Sería como evaluar los efectos del alcohol considerando sustancias con el equivalente a lo que cabe en un dedal.

Asimismo, se suele ignorar que mucha gente acude a las drogas como vía de escape a situaciones de desgracia y, mientras no cambie esta situación, seguirán acudiendo a ellas. En cambio, si se produjera un cambio en sus vidas, podría echarle la voluntad suficiente para aguantar el síndrome abstinencial, que puede ser terrible en el caso del alcohol o la heroína.

Por último, el ser humano es un animal de costumbres. Nos sentimos cómodos con la rutina, lo que alimenta determinados hábitos. Al igual que cogemos siempre el mismo camino para ir al trabajo, algunas personas deciden generar hábitos de café, opio o marihuana. Además, hay ocasiones en las que el síndrome abstinencial es más perjudicial que el consumo de dicha droga a largo plazo. En la antigua China, se conocen casos de ancianos que fumaban opio hasta el final de sus vidas sin grandes problemas de salud y librándose de los debilitadores catarros que el opio evita.

Las drogas y el desprecio por el contexto

Una de las maldades de los conceptos vacíos es encerrar imágenes mentales que apenas si tocan la superficie del asunto, pero que al mismo tiempo están profundamente arraigados en nuestra mente. Es lo que llamamos prejuicios. Sobre la droga se posan unos prejuicios negativos que me gustaría abordar para concluir este artículo. Se suele obviar que la vida es un juego de contextos y variables y que las verdades absolutas son muy escasas. Se ignora que no todas las drogas producen el mismo efecto en todos las personalidades; existen drogas estimulantes, como la coca o el café, drogas relajantes, como los opiáceos o el diazepam, y drogas visionarias, como el LSD o la marihuana. Ni todas son altamente tóxicas, ni todas generan dependencia, ni todas tienen rápida tolerancia. Hay personas de temperamento activo, otras de carácter apático y las que tienden a la neurosis o la paranoia. En determinadas personalidades, el uso de ciertas drogas equivocadas para ellos puede llegar a destruir sus vidas o sumirlos en terribles desgracias. En otros, puede provocar placer, alivio, descubrimiento de nuevos estados de percepción o aumentar la creatividad. El factor humano es una variable de tremenda relevancia. La dosificación es también muy importante, pues ayuda a equilibrar la cantidad necesaria para hallar placer, sin poner la vida en peligro. Y para terminar, el contexto social también es determinante. Si se consume una droga que potencia los sentidos en un contexto de estrés y desconfianza, es muy probable que el resultado sea paranoia o incluso psicosis. Si se toma con gente de confianza y experta, la situación cambiará notablemente.

Es un tema muy extenso el de las drogas y lo que se ha expresado en este artículo es sólo la punta del iceberg. La droga es, como internet o el amor, una de esas armas de doble filo que, atendiendo a los contextos, puede a la vez y de forma indisociable sumir al ser humano en la más oscura de las penurias o iluminarlo con la luz de la más brillante satisfacción.

Las drogas son esencialmente neutras. Su uso es el que decanta la balanza.

Restauremos América Ahora

Los Estados Unidos han comenzado el año 2012 en unas condiciones económicas poco esperanzadoras: la tasa de desempleo alcanza ya el 9.1%, se aproxima una nueva recesión y la deuda nacional se ha disparado hasta el 59% del PIB. Mientras tanto, los políticos del Capitolio continúan empeñados en aumentar el techo de deuda.
La situación política no es mucho más halagüeña. Barack Obama ganó las elecciones en 2008 con un discurso que consiguió ilusionar a millones de estadounidenses que anhelaban un cambio político en Washington y una política exterior más pacifista y conciliadora. Sin embargo, tres años después de la toma de posesión de Obama, los cambios en las políticas del gobierno han brillado por su ausencia. El gobierno sigue gastando más de lo que ingresa y rescatando a los grandes bancos, la Reserva Federal imprime dinero sin ningún control y los EE.UU siguen siendo la policía del mundo, ya sea imponiendo sanciones a otros países o manteniendo tropas en el extranjero.
Ante tal desarrollo de los acontecimientos son muchos los políticos que se ofrecen como alternativa al desorden que se está produciendo en Washington. Actualmente, están teniendo lugar las primarias del Partido Republicano. De repente, todos los candidatos prometen poner freno a la Reserva Federal, equilibrar el presupuesto y crear nuevos puestos del trabajo. No obstante, sólo uno de ellos presenta un programa para llevar a cabo todos estos propósitos: Ron Paul. El Dr. Paul ha sido congresista por Texas durante los últimos 30 años, si bien con un intervalo de inactividad. A lo largo de estas tres décadas, Paul ha defendido a capa y espada la libertad individual de las inferencias del gobierno. Siempre ha votado en contra de cualquier aumento de impuestos o de gasto público, se opuso a la guerra de Iraq y la Patriot Act, advirtió en varias ocasiones las consecuencias que acarrearían las malas políticas monetarias de la FED y, en el año 2001, pronosticó el estallido de la burbuja inmobiliaria. Ron Paul tiene un historial considerable en defensa de la libertad personal y la responsabilidad individual.
Hace unos meses, presentó un programa para devolver a Estados Unidos la prosperidad que otrora los caracterizó. Bajo el nombre de “Restore America Now” (Restaurar América Ahora) Ron Paul pretende equilibrar el presupuesto federal recortando 1 billón de dólares, algo que se conseguirá en el tercer año de su mandato. Ahora bien, ¿de dónde se puede recortar semejante cifra? El Dr. Paul es consciente de la importancia que tienen para muchos estadounidenses algunos programas sociales como la Seguridad Social, el Medicaid y el Medicare, por lo tanto, sus primeros recortes provendrán de otros ámbitos, tales como el gasto militar y el gasto superfluo de la administración. En primer lugar, Ron Paul planea traer a casa a todas las tropas estadounidenses y eliminar las bases militares que EE.UU tiene desplegadas por todo el mundo, así como la ayuda externa. Por otro lado, propone suprimir cinco departamentos federales; a saber, Educación, Energía, Vivienda y Desarrollo Urbano, Comercio e Interior. Asimismo, tiene la intención de reducir la financiación de otros departamentos.
Otro de los grandes problemas que enfrenta el país es la elevada tasa de desempleo. El programa de Ron Paul propone reducir el Impuesto sobre las Corporaciones al 15%. La intención de esta medida es que las empresas tengan más incentivos para contratar empleados. Bajo el actual sistema, muchas entidades optan por la deslocalización para reducir costes, haciendo que se pierda un buen número de puestos de trabajo.
Por último, el plan del Dr. Paul propone auditar la FED para conocer el destino de todo el dinero que imprime, además de ponerle fin a la creación de dinero de la nada. La Escuela Austríaca de Economía nos enseña que cada vez que los bancos centrales introducen dinero en la economía, los precios suben, mermando el poder adquisitivo de las clases medias.
Bajo el gobierno de Ron Paul, América será restaurada y con ella los valores de la libertad, la paz y la prosperidad.

Ron Paul o el político que dijo la verdad

Nosotros, los jóvenes que pertenecemos a la generación de la LOGSE, el botellón, la  burbuja, la crisis, las redes sociales y los indignados, podríamos contar con los dedos de una mano los políticos que alguna vez nos han hecho humedecer los ojos. Y no es algo que se deba precisamente a la pérdida de fe.

Estamos enfadados porque hemos visto como los mismos que tiraban nuestra educación por la borda, enviaban a sus hijos a colegios privados, protegiéndolos del sistema que nos querían imponer a los demás. Y estamos enfadados porque nunca hemos oído la verdad en boca de un ministro, ni de un presidente, ni siquiera de un periodista. Estamos enfadados porque nos han tratado como al tipo de imbéciles que creían haber creado. Algunos, los más previsores, estamos también enfadados, pues sabemos que tendremos que pagar la deuda que ha generado el clientelismo de una casta política que nos desprecia.

Internet se constituye como una de las pocas vías de escape ante tanta mediocridad y desdén institucional. Fue allí donde, navegando un buen día, me encontré con el video de un señor de aspecto sereno, que rondaba los 75 años y parecía tener dibujada la humildad en el rostro. Por la forma en que hablaba, pensé que debía ser un economista, un filósofo o un escritor. Hablaba de que los bancos centrales reducían artificialmente los tipos de interés, lo que provocaba que los bancos concedieran préstamos a entidades que no se lo podían permitir, originando de esta forma primero una burbuja y su posterior estallido. Después la recesión. Decía también que los bancos centrales imprimen dinero para financiar las deudas de los gobiernos, aumentando de esta forma la masa monetaria y empobreciendo a la población.

Unas semanas más tarde, me enteré de que se trataba realmente de un político. Se llamaba Ron Paul. Comencé a indagar y a obtener más información sobre él. Me enteré de que es médico y uno de los candidatos republicanos a la presidencia de los Estados Unidos. Continué buscando videos suyos debido al impacto que me había producido el primero y tras meses de intenso rastreo, puedo decir que ha sido el tiempo mejor invertido de toda mi vida.

Las tesis que defiende Ron Paul se sustentan en las teorías de la Escuela Austríaca de Economía. Paul ha sido congresista desde hace 30 años y su voto siempre se ha mantenido consistente en torno a una idea principal: la libertad. Ha votado siempre en contra de elevar los impuestos y el gasto público. Votó en contra del Patriot Act y fue uno de los pocos republicanos que se opuso a la guerra de Irak.

Asimismo, lleva alertando desde principios de los años 80 que las políticas inflacionistas de la FED acabarían desembocando en una crisis económica de enorme calado. En 2001 predijo la burbuja immobiliaria, que estallaría con el tiempo dando lugar a la crisis económica actual.


Lo cierto es que la figura de Ron Paul resulta bastante desconocida en el electorado estadounidense, en parte porque los grandes medios, representantes del mainstream americano, están haciendo todo lo posible por ignorarlo y negar su existencia. Sin embargo, su hegemonía en internet es notoria y basta mirar cualquier encuesta online para comprobar que sale victorioso en la inmensa mayoría por márgenes que suelen rondar los 40 ó 50 puntos.

Los defensores de Ron Paul son esencialmente jóvenes desencantados con la política, de naturaleza entusiasta y dispuestos a ayudar en la medida de lo posible en la causa de la libertad.

Uno de los principales escollos a los que se enfrenta el Dr. Paul es a la dicotomía izquierda-derecha que divide a los votantes, por un lado, en liberales en lo social e intervencionistas en lo económica y, por otro lado, liberales en lo económico e intervencionistas en lo social. Sus posiciones libertarias defienden la elección del individuo, porque lo social y lo económico es, en sus propias palabras, «un sólo paquete».

Ron Paul defiende una política exterior no-intervencionista, es decir, que EE.UU deje de ser la policía del mundo y cese de embarcarse en guerras que sólo hacen disparar su déficit. Paul prefiere una política exterior basada en el libre comercio. Además, está a favor de abolir la FED, esto es, el banco central de EE.UU, apoya el libre comercio, la legalización de las drogas, el matrimonio homosexual y se opone al aborto.

Tanto de un lado como de otro se lanzan alabanzas y críticas al conjunto de sus ideas y parece que conciliar a las dos partes es el mayor reto que tiene ante sí un hombre sincero, instruido y carismático que se ha convertido en el último soplo de aliento para una nación en decadencia. Adelante. ¡La libertad es popular!

No me gustan las fiestas

I

No me divierto en ellas, lo paso muy mal. En la gran mayoría de las fiestas, el elemento básico es el alcohol definido por todos los médicos como una sustancia perjudicial para nuestro organismo. En mi opinión, no tan científica, el alcohol es un líquido que te pone en un estado distinto al normal, diferente al que deberías tener, para realizar cosas que no te atreverías a hacerlas por timidez o cobardía. En este estado, no eres dueño de tí mismo. Tampoco me gusta el alcohol porque hace daño a tu organismo; son muchos los casos de personas que han bebido y, después, han estado al borde de la muerte. Recuerdo una frase que leí en un libro titulado «Yo sé porqué» que decía así: «¿Por qué nos mareamos y perdemos el control cuando estamos bebidos? El alcohol es un veneno para el organismo y cuando este se envenena el sistema nervioso no responde bien».

También causan otras cosas demasiado malas. Cuando llega el día siguiente, el cuerpo tiene que recuperarse del estado de «envenenamiento» del día anterior y, para eso, el cuerpo necesita mucha agua. El organismo expulsa el alcohol mediante la orina y el hígado -que expulsa las cosas que no asimila el organismo y se va estropeando con su uso-. Para recoger el agua que permita expulsar el alcohol, el cuerpo la recoge casi toda del cerebro, éste se encoge tirando de las membranas del cráneo. Por eso, duele mucho la cabeza al día siguiente.

En resolución, no me gusta el alcohol porque si te emborrachas, pierdes muchas neuronas; y en una sociedad tan competitiva perder neuronas todos los fines de semana no lo encuentro muy bueno para mí. Las personas no les gusta tampoco perder neuronas, pero como tenemos demasiadas, no vemos la pérdida y las perdemos poco a poco. Esto hace que no nos demos cuenta, es como el crecimiento. Nosotros no notamos que hemos crecido pero si vemos una foto de hace tres años nos daremos cuenta.

II

Siempre hay grandes multitudes algo que no me preocupa pero no lo entiendo. Prefiero celebrar algo como Noche Vieja o el fin de semana con gente que conozco y con las personas que quiero. En estas concentraciones, la música está demasiado alta luego, no te permite entablar conversaciones. Al no poder hablar ni relacionarme, me encuentro como desplazado de las personas en general, será porque no estoy bebido. Entiendo que  los demás no se sientan así porque no estan en su estado normal, ya que han bebido. Aparte de la música alta, la música fiestera no es de mi agrado; la que más me gusta es la música clásica: ¿qué voy a hacerle!

He escuchado de mucha gente que va a estas fiestas que, al día siguiente, no recuerdan nada de lo que ha pasado. No veo divertido perder unas horas de mi vida; creo que no acordarte de lo que has hecho es perder unas horas de tu vida.

III

A la mayoría de la juventud les gusta las fiestas y se divierten en ellas. Si se divierten en ellas y no entran en la embriaguez me parece muy bueno para ellas; para gustos y colores, todos son los mejores. Bien, pero que no me diga nadie que no me divierto, que vaya a beber para divertirme o frases parecidas porque, para mí, una fiesta es uno de los momentos donde peor lo paso. Me encanta ir al campo, viajar a otros países, el tiempo libre, estar relajado, aprender, superarme a mí mismo, hacer deporte, pensar y utilizar las palabras (escribir, leer y hablar). Estas actividades son las que para mí son las más divertidas y las más provechosas. Son las que me recuerdan lo bonita que es la vida, las que me tranquilizan y me evaden del mundo, con las que me divierto y las que me hacen recordar que estoy vivo y que estoy aprovechando mi corta vida.