Fusión nuclear: próxima Revolución Tecnológica

A pesar de que los recursos están limitados y son escasos, ello es porque el límite de los mismos radica en el propio conocimiento. Y éste frutece en condiciones de necesidad. La Segunda Guerra Mundial trajo consigo innumerables innovaciones técnicas en multitud de campos, por ejemplo. Asimismo, el crecimiento acelerado de la población mundial, la creciente demanda individual de energía y recursos y el agotamiento y desbordamiento de los mismos crean condiciones de necesidad, agudizando el ingenio. Como ya afirmó el Premio Nobel de Economía, F. A. Hayek, «debemos optar entre ser muchos y ricos o pocos y pobres».

La energía de fusión, por tanto, es un caso particular de lo antedicho en el párrafo anterior. Es necesaria una fuente energética segura, limpia y que ofrezca una energía suficiente para una población que no para de crecer. Así, en 1986, tras las dos crisis del petróleo, China, India, UE, EEUU, Rusia, Japón y Corea del Sur han aunado sus fuerzas para crear el ITER, con el fin de lograr la fusión nuclear.

La energía, a lo largo de la historia, ha permitido elevar el nivel de vida del ser humano. La energía es la base de todo sistema económico, de ella depende el coste de todos los productos, desde un chicle a una limusina: a más escasez de energía, más cuesta ganarse la vida. El carbón, en primer lugar, posibilitó la extinción de la servidumbre; el petróleo, mientras fue abudante, logró que la economía mundial viviese su época dorada durante 1950-1973; la energía de fisión actual se presenta, a veces, como única alternativa. Sin embargo, todas estas energías tienen un vicio común: o son escasas o contaminan.

Sin embargo, la fusión nuclear -aún en proceso de supervisión- desencadenará una revolución tecnológica sui géneris. Comprobándose, una vez más, que el límite de la riqueza mundial hunde sus raíces en el conocimiento. El día en que esta tecnología termine de implementarse (aproximadamente para 2035), el precio de la energía se reducirá ipso facto a un nivel irrisorio, ya que podremos producir, sin apenas coste, cuanta de ella queramos. En consecuencia, al disminuir los costes, los precios (que no los salarios) bajarán muchísimo. Conclusión: daremos un paso de gigante al implementar la fusión, pues el nivel de vida aumentará ostensiblemente.

El ITER ya está dando resultados. La ciencia de la fusión nuclear ya está dilucidada. Las leyes físico-químicas hacen que la susodicha sea factible. Así como en la enegía de fisión hacían falta átomos muy pesados (como el Uranio) para su repulsión, en la fusión se necesitan átomos muy ligeros (y, por tanto, más estables como el hidrógeno) para su unión. En concreto, para esta tecnología, se utilizan dos isótopos del hidrógeno (deuterio y tritio).

La idea consiste en unir el deuterio (compuesto por un protón y un neutrón) junto al tritio (compuesto por un protón y dos neutrones). Como resultado obtendremos dos protones y dos neutrones unidos entre sí o, lo que es igual, un átomo de helio, elemento inodoro e incoloro. Por otra parte, se liberará un neutrón y, por supuesto, una inusitada cantidad de energía (que analizaremos más tarde).

 

 

El único problema de la energía nuclear de fusión es tecnológico. Para fusionar dos átomos con carga parecida hacen falta temperaturas atronómicas (superiores a las del Sol; parecidas a las de una supernova), pues la repulsión electroestática establece que los polos iguales se repelen, mientras que los contrarios se igualan. Así, para unir el deuterio y el tritio, hace falta aislar las desmesuradas temperaturas del resto del mundo. No obstante, las últimas inveciones están apunto de lograrlo definitivamente.

Plasma rodeado por campos magnéticos

Las temperaturas tan elevadas cambian la materia de estado y la convierten en plasma (muy parecido a los relámpagos). Este plasma, si es rodeado convenientemente por una serie de campos magnéticos, se conseguiría separar la temperatura del interior del reactor, culminando definitivamente el sueño de la fusión. Si bien, algunas particulas de rayos X escaparían de los campos magnéticos calentando el entorno. Para esto, en torno a la reacción, se han construido unas paredes de acero de varios metros de grosos, con tuberias llenas de agua fría. Esto permite que el calor residual sea convertido rápidamente en vapor de agua y, a su vez, el vapor sirva para mover unas turbinas y generar la energía suficiente para mantener encendida la fusión. La reacción de fusión se mantiente, por tanto, por sí misma.

Los guarismos son lapidarios. Con un kilogramo de hidrógeno lograríamos en una hora, mediante fusión, más del triple de la energía producida por fisión en el mismo tiempo. Y lo que es más asombroso: la fusión lograría 28 veces más energía que la que se obtiene de forma solar y eólica. Es más, una única central de fusión doblaría la actual producción de energía total, como pueden observar en el gráfico de abajo.

*Los datos correspondientes al Carbón, Petróleo, G.Natural, Hidráulica, Fisión y Eólica y solar han sido extraídos del INE, y son la media de la producción de energía que se ha producido en una hora desde el año 1991 hasta el 2008 en España. Los datos correspondientes a la energía de fusión han sido estimados por ecuaciones concluyendo que: 1kg de H -> 70.000.000 KW/h; 1gr. de H -> 173.000 KW/h.

No son necesarios los recursos, sino el conocimiento.

Malthus se equivocó

El célebre economista Thomas Malthus afirmó ya hace muchos años que mientras que la producción crece artiméticamente, la población lo hace geométicamente y, por tanto, habrá un momento en que haya más personas que recursos. Tras esta afirmación la población creció sin precedentes (en Gran Bretaña pasó de 5 millones de habitantes a 21 en menos de una centuria), y, aún así, el bienestar medio creció ostensiblemente: se inició la Primera Revolución Industrial. Malthus pinchó en hueso: no tuvo en cuenta el poder multiplicador de la tecnología.

Actualmente, hay numerosas mentes, al igual que Malthus, que afirman que un aumento de la población puede ser catastrófico o, al menos, reducirá paulatinamente el bienestar. Su principal argumento es el de que los recursos son limitados, mientras que el hombre puede crecer (y gastar) sin ningún límite.

Ahora bien, de nuevo al igual que Malthus, el argumento de los susodichos es falaz porque no tiene en cuenta que la tecnología puede multiplicar los recursos en la proporción deseada. En la prehistoria, los homínidos apenas subsistían, sin más recursos que la recolección o la caza. Actualmente, casi 7.000 millones de personas en el planeta subsisten con un bienestar bastante mayor que los hombres prehistóricos. ¿Dónde está el truco? De nuevo, en la tecnología. Y si algún pueblo permanece aún en el subdesarrollo, se debe -y esto es taxativo- a la carestía de tecnología. Por tanto, ni más ni menos, la solución está en la adopción de tecnología.

¿Qué introdujo la agricultura? Poder cultivar alimentos casi indefinidamente, evitando la recolección. ¿Y la ganadería? Cuatro quintos de lo mismo. Por extensión, los fertilizantes y la maquinaria aumentaron la eficiencia del sector agroganadero, permitiendo, en el siglo XX, que un solo agricultor pudiese alimentar a más de 43 ciudadanos.

¿Que avance supuso la energía nuclear? Generar grandes cantidades de energía, sin necesidad de recurrir a combustibles fósiles. Y a quién no le guste este tipo de energía por la radioactividad, que se espere a la energía de fusión, unos veinte años, la cual, permitirá producir sin coste alguno energía a borbollones. Con esta tecnología, la energía será tan abundante o barata como el aire.

Bien, entonces ¿por qué se arguye que los recursos son limitados? Quizá porque se peque de miopía y no se vislumbren en un futuro nuevas tecnologías que multipliquen las posibilidades. Es muy probable que, en poco tiempo, el hombre pueda volver a la Luna o incluso a Marte y seguir extrayendo recursos. Como dijo Jacque Fresco, cualquier cosa concebida por el hombre, puede ser construida. Por ejemplo, me viene a la mente la posibilidad de poder modificar nuestro ADN (biotecnología), para poder alimentarnos, como las plantas, por fotosíntesis, sin necesidad de comer.

Aún así, podría también llegar el momento en el que se agoten recursos indispensables para vivir: espacio y agua. De momento, el espacio en el planeta Tierra no plantea mucho problema, pues hay grandes regiones del planeta deshabitadas y, además, pueden construirse edificios muy altos. De todos modos, para cuando llegue el día en el que el espacio sea tan escaso como el oro, seguramente ya estemos habitando en otros planetas. ¿El agua? Parece que, de momento, tampoco es un problema, ya que puede volver a purificarse e incluso puede fabricarse.

Es posible vivir con índices increíbles de bienestar en un mundo masivamente superpoblado, el único límite es nuestro conocimiento, la tecnología, como afirma Eduardo Punset: «lo que importa no es si seremos dos millones más o dos millones menos, si es justa la edad de jubilación o injusta, sino el nivel y la difusión del conocimiento; es decir, la reforma educativa».

Es más, cuánto más crece la población, más posibilidades hay de desarrollar nuevas técnicas y más acusada avanza la ciencia, pues más científicos y mentes brillantes y, por tanto, más ideas y puntos de vista habrá para aumentar el bienestar del hombre.

Desafío al destino: pensamiento y voluntad

ADN

Hasta hace pocos años, los científicos médicos aseguraban que todo el dinamismo del hombre no era más que el reflejo de su genética. Esta visión genetista ensombrecía conceptos usados por los filósofos desde hace miles de años (alma, libre albedrío, etc.) Para estos científicos, todo era material, más concretamente, genética.

Afortunadamente, esta visión genetista se demostró falaz (o, al menos, incompleta), tras un experimentos en ratones, que demostró que el ambiente influye decisivamente en el comportamiento, aún teniendo idéntico genoma. Y, en el ser humano, todavía más. Basta con utilizar los experimentos que la historia nos brinda para comprobarlo: el cerebro de un hombre se moldea conforme a las circunstancias; por ejemplo, un hombre de la Edad Media es radicalmente diferente de un hombre actual, pese a compartir el 99,999 % de idéntico ADN. Si realizamos un clon y lo cambiamos de ambiente, al cabo de unos años se diferenciaran enormemente, incluso físicamente, si tenemos en cuenta el «efecto Miguel Angel» (hace referencia al cambio físico que se produce en las personas, en relación al ambiente donde viva, sobre todo en relación a las personas con las que interactúa. Este efecto explica porque hombre y su mujer terminan pareciéndose más entre los dos conforme pasa el tiempo).

Vale. La genética no es tan importante; el ambiente le ha ganado terreno. Pero, ¿hay algo más? ¿queda algo más por descifrar? Recentísimos hallazgos evidencian que, en la conducta humana, hablar tan sólo de ambiente -¡que ya es decir!- y genética es una visión radicalmente reduccionista. Por ejemplo, la epigenética pone de manifiesto que podemos cambiar el modo en el que los genes se expresan, mediante nuestros hábitos. En palabras del epigenetista español más importante, Manel Esteller, «todo lo que hacemos deja huellas en nuestro ADN». Parece, pues, que no sólo genética y ambiente nos influyen, sino que están inextricablemente unidos.

Lamarck no se quivocó

¿Recuerdan las teorías evolucionistas de Lamarck y Darwin? Como acontece en multitud de ocasiones en la ciencia, los dos tenían razón: podemos distinguir dos tipos de evolución: la horizontal (que se produce durante la vida) y la vertical (que se produce a lo largo de la historia). Además, otros numerosos descubrimientos ensombrecen todavía más la dicotomía nurture versus nature (ambiente versus genética). Por ejemplo, la plasticidad cerebral y la neurogénesis (creación de nuevas neuronas durante la vida) demuestran que podemos modificar, a voluntad, nuestras capacidades durante la vida. Como contraejemplo, un sentimiento de estrés genera cortisol y glutamato, produciendo muertes neuronales.

En este sentido, según el médico Mario Alonso Puig, existen dos formas de pensar: el pensamiento repetitivo (observa los fenómenos desde la misma perspectica) y el reflexivo (en el que se identifican las relaciones entre las ideas, originando nuevas visiones de los conceptos). En el primer caso, se produce envejecimiento cerebral; en el segundo, rejuvenecimiento. Y sólo basta con modificar nuestra forma de pensar: cambiar de perspectiva, utilizar el hemisferio derecho del cerebro (encargado de asociar ideas y ofrecer nuevas perspectivas).

Llegados a este punto, los interrogantes generados son numerosos. ¿Todo se rige por la famosa fórmula Genética + Ambiente = Personalidad? ¿Hay algo más que genética y ambiente? ¿Dónde quedaría entonces el libre albedrío, la voluntad o el querer modificarse a sí mismo?

En mi opinión, en la conducta humana, además de intervenir infinidad de variables (incontables genes y circunstancias ambientales), participa algo más, de enorme enjundia o importancia: la consciencia, el pensamiento, la voluntad o el libre albedrío. Porque, como sabremos, en nuestra genética llevamos intrínsecos numerosas personalidades, pero sólo una se expresará. Y la forma en que se expresa no vendrá, en mi opinión, condicionada únicamente por las circunstancias, pues el cerebro posee la capacidad de abstracción y generalización, que permite obviar las circunstancias particulares y utilizar el razocinio, aunque, obviamente, con cierto grado de influencia.

La divina perfección

Sabemos que las ideas influyen en el organismo, al contrario que en los animales. Por eso, aunque el ambiente pueda conducionar a una persona a convertirse en delincuente, y la genética también. ¿Por qué no, mediante reflexión, esfuerzo y voluntad, podrá cambiar su «destino natural»?

Por ejemplo, si mi genética me predispone a tener esquizofrenia y, además, mis circunstancias me la originan; ¿podré curarme de ella con el raciocinio y la voluntad? John Nash, matemático y Premio Nobel de Economía, lo consiguió, como refleja la película Una mente maravillosa.

¿Pueden los pensamientos, esas relaciones eléctricas entre millones de neuronas, desencadenadas sumarísimamente, a voluntad, en el cerebro, modificarnos? ¿Puede el cerebro modificarse a sí mismo? ¿Es esto la consciencia? Bien, pues si esto es así, ¡perfeccionémonos!

¡El blog se renueva!

Como podréis observar, sobre todo los lectores mas habituales, el blog va evolucionando muy rápidamente. Hoy es uno de los días con más renovación de todos. Debido a la gran cantidad de temas que trata este blog y van en aumento me he visto obligado a crear una página de secciones temáticas para reunir todos los temas y hacer mucho más fácil su acceso, lectura y escritura. Para que sea todavía más accesible he colocado en la parte superior de la barra lateral una imagen con un enlace a la página de secciones. La nueva página trae consigo una nueva sección: fotografía, sección que se desarrollará en un segundo blog, en blogger, de Vegas Blog para que la página principal, la de wordpress, no esté tan recargada de entradas. Esto es muy útil ya que un gran número de personas que prefieren visitar fotografías y descargarlas en vez de leerlas así que al tener dos páginas tendremos bien diferenciados a los lectores. El blog está evolucionando hacia una experiencia más sencilla y visual, optando por los enlaces por imágenes en lugar de por texto. En cuanto a las opciones de discusión se ha mejorado la forma de los comentarios y se ha añadido al final de cada entrada una opción para valorarlas. También debo decir que se ha habierto otra página nueva: filmoteca, esta nueva página se dedicará a recomendaciones de películas, al igual que lo hacemos con las recomendaciones de libros.

Espero que os gusten los nuevos cambios del blog y pronto vendrán nuevos cambios.

Saludos digitales, Administrador.