Ley antitabaco

«Así empezaron cosas muy terribles en la historia de la humanidad con denuncias unos a otros(…)aquí empezamos por denunciar a los fumadores» Así, se refería el Excmo. Sr. alcalde de Valladolid a la nueva ley antitabaco, como si de una ley nazi se tratase. Seguro que, él mismo, es partidario de la frase que en más de una ocasión, desde el día 1 de enero, hemos tenido que soportar todos «En el franquismo sí había libertad, podías fumar donde te salía de los cojones» Y es que la nueva ley antitabaco, no ha dejado indiferente a nadie, tanto fumadores como no fumadores comentan por doquier sus opiniones al respecto. Como es lógico, la ley antitabaco, no ha sido bien recibida por la población fumadora (30% según las estadísticas, en España) que se sube por las paredes, tachándola de tiránica. Sin embargo, los no fumadores más radicales, se vanaglorian del triunfo de la restricción de poder fumar en espacios públicos. En otra esfera, nos encontramos nosotros, a los que ni nos va ni nos viene la ley, pero que por opinar, que no quede.

En primer lugar quisiera reflexionar sobre el sentido primero de la norma. Esta ley habría sido aprobada , en primera instancia, para no dañar a la población no fumadora que se encuentra, en ocasiones, en contacto con la población  fumadora; en resumidas cuentas, para que los que hasta entonces eran denominados «fumadores pasivos obligados»  dejen de serlo. Por otra parte, también se puede deducir que la nueva norma ayudará a centenares de personas a dejar el tabaco, ya que en los lugares habituales donde podían fumar, a partir del 1 de enero, no lo pueden hacer y la restricción puede motivarle a dejar el hábito. Este último motivo resulta de especial relevancia, pues puede parecer que «papa legislativo» se ha levantado bondadoso y no quiere ponernos el traje de madera a causa del tabaco, pero por desgracia, no es así. El motivo real es que reduciendo la cantidad de fumadores y fumadores pasivos, sobre todo puesto que no pagan el impuesto del tabaco, se reduce una cantidad importante en gastos sanitarios causados por el tabaco.
Hasta aquí parece no haber ninguna incoherencia, pero basta con indagar un poco más para verlas pulular.La ley prohíbe fumar en los espacios cerrados. Si nos detenemos a analizar el sentido de la norma y las circunstancias, empieza haber algo que no funciona.
Pongamos por ejemplo un parking público donde entran varios miles de coches a lo largo del día.El aire que se respira ,en el mismo, está altamente contaminado, en comparación con los efectos que pueda causar el cigarrillo de un fumador en el mismo espacio. ¿Estaría legitimado el ciudadano a fumar en un parking público, sin presencia cercana de otros ciudadanos? Tanto en teoría como en la práctica no, aunque parezca absurdo.Algo parecido sucedería si un fumador a altas horas de la madrugada, decide entrar en un parque infantil(él es el único ciudadano que hay en el parque) donde también se ha prohibido fumar, a fumarse un cigarrillo. O el minero que trabaja en una mina a 800m de profundidad, inhalando todo tipo de gases tóxicos y polvo perjudicial para la salud,y es sancionado por una inspección rutinaria a causa de fumar en «lugar cerrado».
¿De verdad se corresponden norma, circunstancias y sentido último de la misma? Juzguen ustedes mismos, bajo mi parecer, no.

Socialismo, comunismo, nazismo y otros sinónimos

Socialismo, comunismo, nazismo (nacionalsocialismo), fascismo no son más que las distintas fisonomías que pueden percibirse de un único epicentro: el totalitarismo. Efectivamente, todos los movimientos politicoeconómicos supradichos confluyen entre sí y cuya principal característica es el totalitarismo, el control, la coacción.

Obviamente, podremos -como ocurre en los pasatiempos- encontrar las siete diferencias entre estos sistemas factótum, lo que no significa que dejen de ser -en la práctica- iguales, sino idénticos.

Estos sistemas se apoyan en los valores más arrogantes e hipócritas del ser humano para subsistir: sus partidarios, de uno u otro modo, han intentado dirigir vía mandatos (dictar) el Estado. Por ejemplo, en el comunismo, la extinta URSS lo hacía con sus planes quinquenales; en el nazismo, fascismo o franquismo, más de lo mismo: el Estado se sustentaba en los dictados del Gran Pedagogo. En todos los casos, podemos afirmar que el Estado se convertía un propiedad personal del mandatario.

No obstante, los valores libertarios e individualistas de América, en mayor medida, y de Gran Bretaña, en menor medida, reflejados en sus instituciones, no favorecieron, precisamente, semenjantes aberraciones. Si la Libertad, en las dos Grandes Guerras, no hubiese vencido a la Coacción el mundo de ahora sería muy distinto: por ejemplo, peor que la Cuba actual. Parece que el comunismo, el nazismo, el fascismo y el socialismo o, lo que es lo mismo, el totalitarismo había caído por su propio peso, materializado, simbólicamente, en la caída del muro de Berlín.

Ahora bien, parece que el hombre no se ha despojado definitivamente de la Fatal Arrogancia, a veces, se vislumbra una cierta edificación del muro de Berlín. El socialismo (o, insisto, totalitarismo) parece que vuelve: se palpan tintes intervencionistas, no sólo en economía, sino en ámbitos donde, ni si quiera en épocas dictatoriales, hubiesen sido imaginados. En el primer caso (economía), hago referencia a EEUU, cuyos gobernantes han decidido sustituir la mano invisible por la mano negra del Estado.

En el segundo caso, muy seriamente, estoy pensando en España. Si bien en general debemos preguntarnos: ¿por qué socialismo es idéntico a totalitarismo?, en este caso, nos preguntaríamos: ¿por qué Franco y Zapatero presentan características, esencialmente, idénticas? El gobierno totalitarista español ha decidido legislar desde «educar para formar ciudadanos», es decir, fabricar personas a su criterio, hasta la memoria. Nunca antes, ni siquiera Francisco Franco -se dice pronto-, decidió dictar sobre la memoria de todos y cada uno de nosotros, de controlar la historia. Por lo que respecta a economía, no merece la pena siquiera hablar de ello. Baste con este ejemplo epitómico: Zapatero ha dejado patente que está dispuesto a mantener, en esencia, el mercado laboral español. ¿A qué no adivinan quién ideó las características del mercado laboral? Otro dictador: Francisco Franco Bahamonde.

¿Qué definición podemos aplicar a este tipo de acciones, totalitarias, las cuales, modelan a toda una sociedad a criterio de un decisor en acto? Evidentemente, y al igual que el nazismo o fascismo, se trata de un puro totalitarismo, de Dios encarnizado en el gobernante.