Restauremos América Ahora

Los Estados Unidos han comenzado el año 2012 en unas condiciones económicas poco esperanzadoras: la tasa de desempleo alcanza ya el 9.1%, se aproxima una nueva recesión y la deuda nacional se ha disparado hasta el 59% del PIB. Mientras tanto, los políticos del Capitolio continúan empeñados en aumentar el techo de deuda.
La situación política no es mucho más halagüeña. Barack Obama ganó las elecciones en 2008 con un discurso que consiguió ilusionar a millones de estadounidenses que anhelaban un cambio político en Washington y una política exterior más pacifista y conciliadora. Sin embargo, tres años después de la toma de posesión de Obama, los cambios en las políticas del gobierno han brillado por su ausencia. El gobierno sigue gastando más de lo que ingresa y rescatando a los grandes bancos, la Reserva Federal imprime dinero sin ningún control y los EE.UU siguen siendo la policía del mundo, ya sea imponiendo sanciones a otros países o manteniendo tropas en el extranjero.
Ante tal desarrollo de los acontecimientos son muchos los políticos que se ofrecen como alternativa al desorden que se está produciendo en Washington. Actualmente, están teniendo lugar las primarias del Partido Republicano. De repente, todos los candidatos prometen poner freno a la Reserva Federal, equilibrar el presupuesto y crear nuevos puestos del trabajo. No obstante, sólo uno de ellos presenta un programa para llevar a cabo todos estos propósitos: Ron Paul. El Dr. Paul ha sido congresista por Texas durante los últimos 30 años, si bien con un intervalo de inactividad. A lo largo de estas tres décadas, Paul ha defendido a capa y espada la libertad individual de las inferencias del gobierno. Siempre ha votado en contra de cualquier aumento de impuestos o de gasto público, se opuso a la guerra de Iraq y la Patriot Act, advirtió en varias ocasiones las consecuencias que acarrearían las malas políticas monetarias de la FED y, en el año 2001, pronosticó el estallido de la burbuja inmobiliaria. Ron Paul tiene un historial considerable en defensa de la libertad personal y la responsabilidad individual.
Hace unos meses, presentó un programa para devolver a Estados Unidos la prosperidad que otrora los caracterizó. Bajo el nombre de “Restore America Now” (Restaurar América Ahora) Ron Paul pretende equilibrar el presupuesto federal recortando 1 billón de dólares, algo que se conseguirá en el tercer año de su mandato. Ahora bien, ¿de dónde se puede recortar semejante cifra? El Dr. Paul es consciente de la importancia que tienen para muchos estadounidenses algunos programas sociales como la Seguridad Social, el Medicaid y el Medicare, por lo tanto, sus primeros recortes provendrán de otros ámbitos, tales como el gasto militar y el gasto superfluo de la administración. En primer lugar, Ron Paul planea traer a casa a todas las tropas estadounidenses y eliminar las bases militares que EE.UU tiene desplegadas por todo el mundo, así como la ayuda externa. Por otro lado, propone suprimir cinco departamentos federales; a saber, Educación, Energía, Vivienda y Desarrollo Urbano, Comercio e Interior. Asimismo, tiene la intención de reducir la financiación de otros departamentos.
Otro de los grandes problemas que enfrenta el país es la elevada tasa de desempleo. El programa de Ron Paul propone reducir el Impuesto sobre las Corporaciones al 15%. La intención de esta medida es que las empresas tengan más incentivos para contratar empleados. Bajo el actual sistema, muchas entidades optan por la deslocalización para reducir costes, haciendo que se pierda un buen número de puestos de trabajo.
Por último, el plan del Dr. Paul propone auditar la FED para conocer el destino de todo el dinero que imprime, además de ponerle fin a la creación de dinero de la nada. La Escuela Austríaca de Economía nos enseña que cada vez que los bancos centrales introducen dinero en la economía, los precios suben, mermando el poder adquisitivo de las clases medias.
Bajo el gobierno de Ron Paul, América será restaurada y con ella los valores de la libertad, la paz y la prosperidad.

La pobreza paradójica

«Una sociedad que priorice la igualdad sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas»  Milton Friedman, Premio Nobel de Economía 1976

En tiempos de crisis, la pobreza suele aflorar más que nunca. Se hace más palpable. Y nos hace recapacitar sobre ella y todo lo que le concierne. Es terrible observar que, en un país supuestamente desarrollado, más de cinco millones de personas (el 10 % de la población total) busquen trabajo y no lo encuentren. Lapidario es saber que algunos de tus conocidos tienen que vender su vivienda por no poder pagarla e irse a vivir a la calle.

Minimizar al máximo la pobreza debe ser uno de los objetivos fundamentales de todo país. Evitar la penuria debe ser el primer paso. Por ello, uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) es erradicar, de una vez por todas, la pobreza en el mundo. El objetivo de este artículo es, pues, una revisión al concepto de pobreza y propuesta de solución a la misma.

Ante todo, hay que tener en mente que la pobreza no es algo nuevo, traído por la modernidad, fruto de la globalización o el capitalismo. Por ejemplo, en la Edad Media, casi toda la población europea vivía en condiciones de pobreza extrema y continuada. Además, se sucedían épocas de hambruna y epidemias repetitivas que segaban a gran parte de la población en poco tiempo; en definitiva, nunca antes la población mundial ha estado tan rica. Los movimientos antiglobalización, por ejemplo, pinchan en hueso al oponerse a ella con el objeto de reducir la pobreza, puesto que es la globalización la única que lo ha logrado.

Como vemos en este gráfico, en el año 1959, casi el 22% de la población mundial vivía con menos de un dólar y medio al día. Ni que decir tiene que en épocas anteriores las condiciones eran aún más penosas. A medida que el mundo se fue globalizando e industrializando la situación iba mejorando: actualmente, un 10% de la población mundial, a lo sumo, vive en condiciones de pobreza.

De ese 10% de pobreza mundial, África participa en un 50%; es decir, la pobreza de los países industrializados representa, a duras penas, el 2% mundial. Además, podemos observar que los países recientemente industrializados (los asiáticos: Taiwán, Hong Kong, China, Corea del Sur, Japón, etc.) han reducido -también recientemente- sus índices de pobreza. Existe una gran correlación entre industrialización y mínimos índices de pobreza. La historia económica así lo demuestra, y como dice Jacque Fresco: «sin tecnología, recaeríamos en el esclavismo».

En este sentido, África se encuentra actualmente en una encrucijada. Es uno de los escasos territorios que continúan aún en el pauperismo (pobreza persistente), y todavía no se ha industrializado. Las actuales revueltas en países africanos como Libia o Egipto buscan derrocar a sus tiranos (los cuales se apropiaban de la mayoría de la riqueza del país), para lograr la libertad política y económica, un camino firme hacia la industrialización.  Podemos admitir, en consecuencia, que el camino más factible para erradicar el hambre es abrir paso al libre mercado y a la globalización.

Ahora bien, si la industrialización llega, manu militari, del Estado, el resultado es bien distinto. En primer lugar, ninguna persona humana está capacitada para saber qué empresas abrir, en qué lugares, cómo hacerlo o en qué proporción. Al no poder hacerse con la información del mercado (o la sociedad), se abrirán empresas que no serán viables (que la gente no demandará) y, así, lo único que se conseguirá es desperdiciar recursos. En segundo lugar, la fuerza que generan las acciones individuales de la sociedad supera por mucho las decisiones de un gobernante. Por este motivo, el proceso de industrialización de la extinta Unión Soviética, preconizado por Stalin, no fue precisamente gallardo: mientras se lanzó el Sputnik, casi toda la población vivía en condiciones de penuria. El Gosplan u el organismo de planificación central no reduce tampoco la pobreza. Así las cosas, la industrialización, cuánto más libre de estatismo, más efecto surtirá en la pobreza.

La riqueza de las naciones se explica por la libertad económica, la tecnología y, por extensión, en la productividad. No obstante, los continuados esfuerzos estatistas para generar igualdad desembocan en el crecimiento de la pobreza. Por ejemplo, para aumentar el subsidio de desempleo hay que aumentar los impuestos; o sea, que los trabajadores, al menos en parte, mantienen a los desempleados. Se trata de un desincentivo al trabajo. Si bien en el mismo instante en el que se ofrecen subsidios los desfavorecidos aumentan su bienestar, la economía se va resintiendo poco a poco, pues el desempleo va creciendo, y cada vez son más los subsidios demandados, mientras que la recaudación del Estado disminuye. Así cayó el Imperio Romano. Cuando los emperadores romanos pensaron que su rico y vasto imperio era ilimitado, decidieron ofrecer la ciudadanía romana a todo habitante del imperio, con los privilegios que ello conllevaba. Panem et circences (pan y circo, gratis) era el lema del antigüo Estado del bienestar romano. Los productores de trigo decidieron cerrar sus fábricas, pues el pan era ofrecido gratuitamente. Y la población no paraba de crecer, pues los inmigrantes entraban a borbotones a beneficiarse de tal caridad. Las arcas del imperio romano quedaron exhaustas en muy poco tiempo y se inició el declive del imperio.

Según las cifras del Banco Mundial y la ONU, podemos hallar una correlación muy reducida entre libertad económica e igualdad, como puede observarse en los índices de arriba. Sin embargo, la población vive mejor, en lo que respecta a bienestar económico, con libertad económica.

Por ello, insisto, el único remedio contra la pobreza es libertad económica e industrialización. Las ayudas sociales adolecen de miopía, pues, tras los beneficios instantáneos, engendran las simientes del paro, quiebra y penuria. Dicho de otra forma: las consecuencias del Estado del bienestar son las contrarias a las buscadas por el Estado; es decir, la ayuda a la pobreza genera pobreza. Como ejemplo más actual podemos ver a España que tiene una de las protecciones al desempleo más altas (y unos índices de paro atronómicos) o EE.UU. cuya administración ha preconizado el susodicho modelo del bienestar (con el consiguiente desempleo alto y constante).

Así las cosas, el promover políticas de igualdad produce desincentivos, contrayendo la economía e igualando a todos sus miembros en la penuria; por la otra parte, favorecer la libertad implica desigualdad económica, pero al generarse incentivos, la economía crece y todos sus miembros terminan saliendo de la pobreza. No obstante, a muy largo plazo, la economía libre tiende a la equidad, como pueden observar en el siguiente gráfico.

Socialismo, comunismo, nazismo y otros sinónimos

Socialismo, comunismo, nazismo (nacionalsocialismo), fascismo no son más que las distintas fisonomías que pueden percibirse de un único epicentro: el totalitarismo. Efectivamente, todos los movimientos politicoeconómicos supradichos confluyen entre sí y cuya principal característica es el totalitarismo, el control, la coacción.

Obviamente, podremos -como ocurre en los pasatiempos- encontrar las siete diferencias entre estos sistemas factótum, lo que no significa que dejen de ser -en la práctica- iguales, sino idénticos.

Estos sistemas se apoyan en los valores más arrogantes e hipócritas del ser humano para subsistir: sus partidarios, de uno u otro modo, han intentado dirigir vía mandatos (dictar) el Estado. Por ejemplo, en el comunismo, la extinta URSS lo hacía con sus planes quinquenales; en el nazismo, fascismo o franquismo, más de lo mismo: el Estado se sustentaba en los dictados del Gran Pedagogo. En todos los casos, podemos afirmar que el Estado se convertía un propiedad personal del mandatario.

No obstante, los valores libertarios e individualistas de América, en mayor medida, y de Gran Bretaña, en menor medida, reflejados en sus instituciones, no favorecieron, precisamente, semenjantes aberraciones. Si la Libertad, en las dos Grandes Guerras, no hubiese vencido a la Coacción el mundo de ahora sería muy distinto: por ejemplo, peor que la Cuba actual. Parece que el comunismo, el nazismo, el fascismo y el socialismo o, lo que es lo mismo, el totalitarismo había caído por su propio peso, materializado, simbólicamente, en la caída del muro de Berlín.

Ahora bien, parece que el hombre no se ha despojado definitivamente de la Fatal Arrogancia, a veces, se vislumbra una cierta edificación del muro de Berlín. El socialismo (o, insisto, totalitarismo) parece que vuelve: se palpan tintes intervencionistas, no sólo en economía, sino en ámbitos donde, ni si quiera en épocas dictatoriales, hubiesen sido imaginados. En el primer caso (economía), hago referencia a EEUU, cuyos gobernantes han decidido sustituir la mano invisible por la mano negra del Estado.

En el segundo caso, muy seriamente, estoy pensando en España. Si bien en general debemos preguntarnos: ¿por qué socialismo es idéntico a totalitarismo?, en este caso, nos preguntaríamos: ¿por qué Franco y Zapatero presentan características, esencialmente, idénticas? El gobierno totalitarista español ha decidido legislar desde «educar para formar ciudadanos», es decir, fabricar personas a su criterio, hasta la memoria. Nunca antes, ni siquiera Francisco Franco -se dice pronto-, decidió dictar sobre la memoria de todos y cada uno de nosotros, de controlar la historia. Por lo que respecta a economía, no merece la pena siquiera hablar de ello. Baste con este ejemplo epitómico: Zapatero ha dejado patente que está dispuesto a mantener, en esencia, el mercado laboral español. ¿A qué no adivinan quién ideó las características del mercado laboral? Otro dictador: Francisco Franco Bahamonde.

¿Qué definición podemos aplicar a este tipo de acciones, totalitarias, las cuales, modelan a toda una sociedad a criterio de un decisor en acto? Evidentemente, y al igual que el nazismo o fascismo, se trata de un puro totalitarismo, de Dios encarnizado en el gobernante.

Capitalismo: Un sistema a la cabeza (VI)

Libertad, motor del progreso (I): Las fuerzas del mercado

Haciendo una breve recapitulación de todo lo que hemos visto hasta el momento, podemos afirmar que, en síntesis, el capitalismo laissez-faire es el que mejor se adapta a la naturaleza humana: no debemos olvidar que el hombre es egoísta por naturaleza (y, como puede demostrarse, es imposible despojarse del egoísmo). Adam Smith axiomatizó que ese egoísmo es bueno, muy bueno (muy superior al altruismo calcutiano). Analizamos, asimismo, que la mayoría de los problemas que se le atribuyen al sistema económico capitalista (contaminación, desigualdad, crisis económicas, …) son el resultado de un actual sistema mixto (un antitético binomio liberalismo-intervencionismo), en el que, en algunos países, la actividad estatal puede sobrepasar el 40% del PIB. En resumidas cuentas, los problemas los crea el sistema mixto, no el mercado. Y pusimos como ejemplo el sistema financiero -uno de los más intervenidos del mundo- que es el causante de las crisis periódicas que, volvemos a insistir, afloran en una economía mixta y nunca en una economía pura de mercado.

Dicho esto, la sección respuesta a las críticas puede darse por finiquitada, al menos, de momento. Por consiguiente, pasaremos a explicar por qué este sistema tiene la increíble capacidad de organizar los quehaceres de la humanidad de forma absolutamente eficiente. ¿Por qué este sistema ha generado un nivel de vida tan superior al de la Edad Media? En términos filosóficos, podemos -nuevamente- responder que es el sistema que mejor se adapta al hombre. Empero vayamos a los términos económicos.

Dirijámonos ahora mentalmente hacia una de las ciudades más desarrolladas y pobladas del mundo: Nueva York. Pensemos ahora en el mercado de comida: toda la población tiene cubiertas todo tipo de necesidades alimenticias, en función de todas las variables (modas, gustos, …). Para una población tremendamente enorme, todo está perfectamente coordinado: en ningún mercado alimenticio hay escasez de alimentos ni excedentes de los mismos. La comida llega de las fábricas mediante millares de camiones que descargan en los establecimientos. Todos contentos: los consumidores neuyorkinos satisfechos y los tenderos con su dinero en el bolsillo, que les sirve, a su vez, para satisfacer la necesidad que puedan surgirle, eso sí, en función de su aportación a la sociedad.

¿No da un poco de vértigo que todo se maneje «solo»?  ¿Cómo es posible que, sin que nadie tome una decisión a modo de factótum funcione tan bien el susodicho mercado? Porque cada persona elige lo que le conviene a ella, se dirige al comercio (que, al mismo tiempo, vende lo que le conviene y al precio que le conviene; igual que el cliente) y, si las conveniencias de los dos son compatibles, se produce una transacción, tras la cual, las dos partes se benefician. Y lo que es aún más importante: en estos intercambios también circula una abudante información que ayuda a regular el mercado mas eficazmente, a saber: el vendedor analiza su demanda para adecuar su oferta y el comprador, haciendo lo propio, analiza el establecimiento para satisfacer de la mejor forma posible sus necesidades. Un oferente (fábrica, tienda, vendedor ambulante, …) que no tenga en cuenta las necesidades del consumidor cae por su propio peso.

La oferta y la demanda se equilibran al igual que esta balanza, en representación a la justicia capitalista.

 

Si estas dos personas viviesen en un sistema comunista, donde el mercado de los alimentos está regulado por el Estado, tendría que vender y comprar, no lo que ellos desean, sino lo que el mercado cree que desean, lo que el gobierno dicta. Y como, naturalmente, es imposible conocer todas y cada una de las características personales de todos y cada uno de los habitantes, el comunismo, lejos ya de ser hasta una utopía, es una distopía: de poder llevarse acabo (cosa imposible, como demostramos en la primera entrada), se producirían situaciones enormemente indeseables por cualquier ser humano, pues las necesidades de todo un país no pueden cubrirse desde una perspectiva.

Bien. En las economías mixtas, el sistema de bienes alimenticios es libre, pero ¿qué ocurre con el mercado de alquileres? ¿y con el de recursos financieros (los bancos)? ¿y con el mercado de trabajo, especialmente en España, cuyos principales puntos fueron creados por el dictador Francisco Franco? Todos estos mercados presentan un elevado grado de intervención, agravando el nivel de vida de los ciudadanos que no pueden satisfacer sus necesidades, en función de sus deseos o circunstancias. En una economía mixta se establecen límites (máximos o mínimos) a los precios, mientras que en un comunismo se establece directamente el precio. Intervencionismo en todo caso.

Y como, a más población, más dificultosa es la intervención; a más población, en un sistema intervencionista (comunista o mixto), más dificultosa será la gobernanza y, en consecuencia, peor nivel de vida. Justo al contrario de lo que ocurriría en un mercado puramente libre. Es por esta razón por la que el estado del bienestar queda obsoleto cuando la población aumenta y, por esta misma razón también, por la que el comunismo se hace más factible a medida que la población disminuye; en el Capitalismo es a la inversa: más personas, más libertad.

Welcome Mrs. Obama.

Miren bien el video. ¿No le sorprende que España no haya cambiado nada en absoluto desde la apertura de las fronteras ( o quizás desde mucho antes) hasta el día de hoy?

No se escandalizen por lo que digo, pues es bien cierto. 

Con la llegada el Miércoles día 4 de agosto de la Primera Dama estadounidense volvimos asistir a un bochornoso espisodio que volvio a demostrar el paupérrimo nivel cultural de este país. Pero eso si, ! Somos orgullosos campeones del mundo¡

A primera hora de la mañana empezó el espectáculo, los principales diarios nacionales e informativos abrieron página con la foto de Michelle Obama y su hija Sasha. Por una parte puede entenderse que la época estival es propia de noticias superfluas para rellenar páginas y horas televisivas ya que parte de la población se encuentra de vacaciones, pero: mientras Rusia arde en llamas, los controladores aéreos se deciden o no desconvocar una huelga y el paro juega como la marea del mar. Me parece excesivo que el titular sea las vacaciones de la mujer del presidente de Estados Unidos.

Faltó tiempo para que los primeros afortunados  saliesen en televisión declarando que ellos eran: los dependientes que atendieron a la Sra Obama y su hija ( dudo yo que a cualquier establecimiento que vallan le cobren para que luego  sus dueños se jacten de atenderlos…), los camareros que servirían el cóctel de bienvenida, los bufones que harían más amenas las calurosas tardes del sur de España o los simples ciudadanos de a pie estupefactos de tan grandioso evento.

Un país entero, y ya van… , con los ojos puestos en dos simples y llanas turistas que llegan a un país extranjero de vacaciones.

Y ahora pasen a comparar el video citado a principio de esta entrada con los hechos que acabo de relatar. Las diferencias son realmente escasas limitándose a que la España de aquella época era un pais cochambroso donde la miseria era un eufemismo, los ciudadanos de aquel entonces llevaban sombrero y en los pueblos todavía se usaban sillas de enea.

Esperemos que después de la tortura que supone ver una y otra vez la misma noticia en todos los medios de comunicación de tan poca índole. Nos sirva por lo menos para promocionar el país fuera de nuestras fronteras y así remonte de una vez por todas nuestra economía y situación social.

El mundo en guerra

Después de 65 años desde la Segunda Guerra Mundial, se ha instalado en el subconsciente colectivo de la sociedad occidental una sensación de paz eterna que nos hace pensar en la imposibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, actualmente son muchos los conflictos que amenazan con destruir el sistema vigente y conducirnos a una posible guerra final, consecuencia del uso de armas nucleares por parte de los contendientes. Sobre todo en los últimos días se ha acentuado la tensión en tres zonas muy conflictivas por los intereses internacionales que en ellas hay dispuestos.

En primer lugar, el conflicto entre Colombia y Venezuela, provocado por la charlatanería y tiranía de Hugo Chávez. Creo que es importante hacer un breve recorrido por la historia de su régimen dizque democrático para argüir que lo que se está produciendo en Latinoamérica es un constante ataque a la libertad y un aherrojamiento marxista secundado por Hugo Chávez y la dictadura castrista. Los comienzos dictatoriales de Hugo Chávez comenzaron en febrero de 1992 con su golpe de estado contra el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez. Al fracasar, siguió el modelo de Hitler después de su frustrado Putsch en la cervecería de Múnich, utilizar la vía democrática para llegar al poder. Venció en las elecciones de 1998 y se inició entonces lo que los marxistas se empeñan en llamar revolución, pero yo llamo golpe de estado, la revolución bolivariana. Tras la victoria de Chávez en 1998, comenzó un período autoritario de cierre de medios, amenazas internacionales y agresión contra Colombia a través de la colaboración con las guerrillas comunistas de las FARC, por lo tanto, es Hugo Chávez quien ha atacado primero. El socialismo del siglo XXI se está expandiendo peligrosamente por Latinoamérica, y ya ha plantado sus primeras semillas en Bolivia, con Evo Morales o Nicaragua con Daniel Ortega. Desde los sectores más afines a Chávez se ha tratado de definir a Colombia como una nación violadora de los derechos humanos, pero a continuación voy a exponer varios argumentos para demostrar las diferencias entre un gobierno legítimo y democrático como el de Colombia y una tiranía como la de Chávez:

Primeramente, Uribe no ejerce el poder de forma autoritaria. Prueba de ello es que el Tribunal Supremo de Colombia le denegó  la reelección como presidente de acuerdo con la constitución. Me pregunto qué órgano venezolano sería capaz de hacer lo mismo con Chávez.

Además, a las elecciones colombianas se presenta una amplia gama de ideologías políticas, en cambio en Venezuela los partidos denominados «burgueses» no tienen ese derecho electoral. A todo esto se suma el cierre de medios que no son obedientes o la prohibición de la entrada a tierras venezolanas a algunos diputados extranjeros, véase el caso de Luis Herrero. Recordemos también cuando Chávez amenazó con sacar los tanques a la calle si perdía las elecciones. En Colombia, incluso algunos partidos comunistas sospechosos de trabajar con las FARC pueden presentarse a las elecciones.

Con todas estas características, no es de extrañar escuchar amenazas de Chávez a Colombia, eso sí, haciendo gala de su habitual demagogia hacia el pueblo colombiano.

Otro de los grandes conflictos mundiales tiene también su raigambre en el fanatismo marxista, en este caso en su vertiente estalinista. Es el caso de Corea del Norte, país que vive en una paranoia continua y, como fruto de esta enfermedad, realiza ensayos nucleares provocando a la comunidad internacional cual enamorado no correspondido. Éste es uno de los conflictos más incandescentes, ya que Estados Unidos está realizando entrenamientos militares con la ayuda de Corea del Sur con el fin de amedrentar a un estado psicópata. No debemos olvidar que Corea del Norte cuenta con el apoyo de la creciente China, cuyo capitalismo floreciente está enriqueciendo sus arcas públicas y, en consecuencia, su armamento militar.

Y por último, el ya tradicional conflicto arabe-israelí y la guerra contra los infieles occidentales impulsada por el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, que ha vuelto a amenazar a EEUU y Europa si continúan imponiéndole sanciones por su enriquecimiento de Uranio.

Estos tres conflictos dividen el mundo actual en dos bloques parecidos a los de la Guerra Fría: por un lado el bloque occidental, capitalista y cristiano o laico, y por otro lado el socialista e islamista. En mi opinión, EEUU necesita un líder fuerte para aplacar las provocaciones de estos países totalitarios. Por eso, el discurso de Obama es demasiado blando para mitigar las voces de odio contra occidente, tampoco fue adecuada la política de Bush, que sólo ayudó a enfurecer más a los radicales y a darle razones a su odio. Yo hubiera preferido a Hilary Clinton, pues ofrecía unas políticas de mano dura contra los totalitarios que pretenden imponer sus regímenes de terror.