El ecléctico devenir de la UE.

Actualmente, estamos asistiendo a un controvertido fenómeno histórico, que puede cambiar el devenir de la historia, y que divide a los analistas: la evolución de la Unión Europea. Antes de que afloraran todos los problemas económicos para la eurozona, ya existían muchos euroescépticos que no veían con buenos ojos la idea de integrar países con culturas tan dispares como pueden ser la griega y la alemana. Algunos especialistas en derecho argüían que, dado que las normas jurídicas se sustentan en la forma de ser de los pueblos, no puede crearse un derecho europeo común para países tan diferentes. Es decir, desde esta perspectiva, más que una unión sería un conglomerado, donde cada país velaría más por su interés propio que por el común.

Sin embargo, en teoría, una unión política no es lo que se pretende actualmente, sino que esa sería la culminación de la integración económica. Y en esas estamos.

A pesar de toda la literatura que surge anunciando la debilidad del euro, el fracaso de la unión monetaria, la descoordinación entre los países miembros, la verdad es que, hasta ahora, el proyecto europeo ha funcionado: se consiguió una zona de libre comercio, más tarde un mercado común, que daría paso a una armonización de políticas públicas y desembocando en la moneda única. Eso sí, el libre comercio se produce dentro de Europa, ya que Europa mantiene niveles relativamente altos de aranceles con respecto al exterior, perjudicando así a países menos desarrollados (para los que luego crea fondos de ayuda) y reduciendo la eficiencia de la economía mundial.

En este artículo, por tanto, pretendo analizar la viabilidad de las distintas políticas que se han estado estableciendo últimamente para el futuro de la UE.

Unión fiscal

El problema radica –todos lo reconocen– en que, mientras la política monetaria (oferta monetaria y tipos de cambio) de la UE era única, la política fiscal dependía de cada país en cuestión; algo bastante erróneo, que ahora está intentando cambiarse. Esta fue la razón que los ingleses dieron a la UE para no ingresar en el euro: una política monetaria no puede separarse de la fiscal.

En efecto. La política económica, ya sea fiscal o monetaria, persigue los mismos objetivos: reducción de la inflación, reducción del desempleo, aumento del crecimiento económico, mejora de la competitividad, etc. Además, tanto sus efectos como aplicaciones están inextricablemente unidos. Imaginemos que el BCE decide reducir la inflación imprimiendo menos dinero que antes. Pero, ¿y si España decide realizar una fuerte inversión de gasto público, para reactivar la economía? Mientras que la primera medida reduce la inflación, la segunda la aumenta, haciendo que el efecto de ambas políticas se contrarresten entre sí, siendo el efecto de ambas nulo.

Por tanto, de nuevo, Europa va camino de solucionar los problemas con más unión. Además, una vuelta a las monedas nacionales es impensable, porque conllevaría unos costes inasumibles.

Aunque no lleguen a constituirse los eurobonos, las políticas fiscales están armonizándose y ya se está obligando a poner en la constitución de los países miembros límites a los déficits presupuestarios. Personalmente, creo que, una vez que pase el vendaval de la crisis de la deuda soberana, y los déficits estén vigilados con lupa, la idea de los eurobonos será mucho más factible, porque emitir deuda pública respaldada por todos los países de la eurozona daría más confianza que los bonos de cada país por separado, y, por tanto, el interés a pagar sería menor.

Crisis de deuda soberana; austeridad pública

Veamos en primer lugar los graves problemas que puede acarrear un endeudamiento:

En primer lugar, el aumento de deuda pública hace que el país tenga que destinar una cantidad importante a pagar sólo el interés de la deuda.

En segundo lugar, crea una enorme incertidumbre e inseguridad, pues el interés que el país tenga que pagar por la emisión de un bono de deuda pública dependerá de la mayor o menor demanda del mercado. Así, si los inversores descubren otra mejor forma de rentabilizar su dinero y dejan de comprar deuda pública española, España pagará mucho más por su interés, llevando al Estado a una situación funesta.

En tercer lugar, y el efecto más perverso, la deuda crea un efecto “bola de nieve”, es decir, que a mayor deuda emitida ahora, mayor deuda deberá emitirse en el futuro para pagar los intereses y así sucesivamente, hasta que llegue un momento en el que la emisión de deuda sea imposible y el país tenga que declarar la suspensión de pagos. Esta situación es la que se vivió en América Latina durante la década de 1980 y, hace no poco, Estados Unidos estuvo al borde de declararse en bancarrota. Se ha calculado que, para 2030, más del 30% del presupuesto de los Estados Unidos se destinará únicamente para cubrir los intereses de la deuda.

En definitiva, el endeudamiento tiene el efecto contrario al del ahorro, mientras que el primero empobrece lentamente, el segundo enriquece también lentamente.

Personalmente, no creo que la UE esté tan en peligro como se cree. De hecho, me atrevería a decir que la UE es una de las regiones que mejores condiciones tiene en su haber. Europa ha sido una de las primeras regiones en poner remedio al problema del endeudamiento público, de ahí que tanto se hable de austeridad, recortes, contención del gasto, reducción del déficit, regla de oro, etc. No se habla tanto de esto porque nos encontremos en mala situación, sino que en Europa se han puesto de manifiesto los problemas, tratándose de evitar posibles situaciones futuras desastrosas, mientras que en otros lugares los problemas permanecen más o menos «ocultos».

Como demuestro en los siguientes gráficos, Europa no es una de las regiones con más déficit ni con más deuda pública. Pero, sin embargo, es la región que más intereses paga por su deuda. En teoría, debería ser al contrario: los países que más déficits tienen y deuda so los que más posibilidades tienen de quebrar, y por tanto,  donde más riesgo existe en sus inversiones. ¿Por qué no ocurre? Sencillamente, porque, en Europa, no existe la costumbre de que el Banco Central compre deuda pública a mansalva; de hecho, tiene prohibido el BCE adquirirla en el mercado primario. Es decir, el BCE tiene esperar a que un inversor revenda el bono de deuda pública para comprarla. Eso no lo hace la Reserva Federal o el Banco de Japón, entre otros.

Observamos que el déficit de la UE llegó a un máximo en el año 2010 del 6% del PIB, corrigiéndose rápidamente para el año siguiente al 4%, con una perspectiva de dejarlo en el 2013 en el 2%. Entretanto, Japón hace lo contrario: lo empeora con el tiempo; y EE.UU. tiene un déficit muy superior a la UE. Como contrapunto, vemos que  Suiza ha mantenido siempre superávit, que es lo que la UE quiere lograr en un futuro.

De nuevo observamos lo mismo, la deuda de la UE no es de las más altas y, de hecho, está previsto que para 2013-2014 empiece a reducirse. Al contrario, lo hace Japón.

Fuente: Bloomberg. Aquí vemos que el interés que paga la media de la eurozona actualmente (7,57%) es notablemente superior al del resto de regiones: Suiza 0,8%; EEUU 2%; Japón 1%. Y todo ello es porque los bancos centrales de los países no europeos compran deuda pública (generando consiguientemente inflación), inflando artificialmente la demanda, y, por ende, reduciendo artificialmente el tipo de interés. 

En definitiva, lo que estoy diciendo es que Europa va mucho mejor encaminada que países como Japón o Estados Unidos. Nada de titulares como los de “Europa al borde del precipicio”

Por otra parte, la Escuela Austriaca de Economía, afirma que cuanto menos dinero haya en manos del Estado, mucho mejor para el bienestar de los ciudadanos, pues el Estado no tiene tantos conocimientos del mercado como el resto de los habitantes, pues, como dice el señor Huerta de Soto, “no poseen el conocimiento suficiente para dar contenido coordinador a sus decisiones”.  Por ejemplo, un agricultor dará mejor uso a su terreno que la UE, que tiene millones de decisiones que tomar y millones de datos por recabar.  Por ello, la política económica de austeridad preconizada por Angela Merkel en Europa es un acierto.

Además, los tratados de la unión contienen el denominado principio de subsidiariedad, es decir, que prevalecerá la política del nivel más cercano a la economía real. Por ejemplo, si un país toma una decisión sobre sus agricultores, ésta política será prioritaria con respecto a la europea, pues el país está más cercano a los ciudadanos.

Reino Unido y sus discrepancias con la UE

Sin embargo, Reino Unido, parece no estar muy conforme con la política seguida por la UE, durante mucho tiempo. Y hace bien. No entrar en el euro fue un gran acierto, pues una política monetaria común con una política fiscal nacional era disparatado. Ahora tampoco se suma a la reforma de los tratados, porque no está de acuerdo con aplicar un impuesto a las transacciones financieras, la denominada tasa tobin.

La tasa tobin es también un disparate, y contradice la política austera basada en el principio de que el dinero se gestiona mejor en manos de los particulares que en manos de unos pocos gobernantes. Aplicar la tasa tobin implicaría que las entidades financieras les interese menos realizar su actividad en Europa y, por tanto, se reduzca la inversión en la UE. Además, las entidades financieras que se establezcan en la UE, de aplicarse dicha tasa, encarecerán sus servicios, para contrarrestar el efecto del impuesto, perjudicando a las familias y empresas, reduciendo tanto el ahorro como el consumo. Lo cual, hará más difícil la creación y/o mantenimiento de empresas, perjudicando a los niveles de crecimiento del PIB y a la tasa de desempleo.

Y es que una de las grandes falacias que se han extendido a raíz de la crisis crediticia de 2008 es que la causa de la crisis es la desregulación del mercado financiero, cuando, en realidad, es justamente todo lo contrario. El mercado financiero es el que más regulado está de todos. Para empezar, el dinero es creado por el Estado: papel-moneda de curso legal. Además, hay una serie de entidades Estatales como los Bancos Centrales que manejan a su antojo a las entidades crediticias, los tipos de interés, el dinero que debe imprimirse, etc. Y, para colmo, el número de bancos que puede haber en un país está limitado por ley. Y eso sin tener en cuenta que, en el momento en que una entidad corre el riesgo de quebrar, rápidamente el Estado inyecta cantidades masivas de dinero para sostenerla. Y aún nos queda lo mejor: el BCE decide el porcentaje de dinero de los depositantes que se queda guardado en los bancos (actualmente es el 2%).

Si el sistema financiero estuviese sometido a las leyes del libremercado realmente desregulado, la crisis no se hubiera producido. Si existiese libertad plena para crear cuántos bancos se deseen, la competencia entre los bancos crecería enormemente, y los bancos verían reducir su tamaño, solo los que mejores servicios ofrezcan podrán estar en el podio. Como cualquier comercio convencional. Además, si un banco, por la actividad que ha realizado, se ve abocado a una quiebra, dado que está en un régimen de libertad de empresa, nadie puede rescatarlo y el banco desaparece: al final, quedan los que mejor lo han hecho. En un sistema así, ningún banco se atrevería a jugar con el dinero, sino a ofrecer valor a los clientes, para sobresalir por encima de la competencia.

Capitalismo: Un sistema a la cabeza (V)

Respuesta a las objeciones: Ciclos económicos (II)

En el fascículo anterior  explicamos que las crisis económicas son tan incompatibles con el capitalismo laissez-faire como lo son el agua y el aceite. Además, que éstas se deben al intervencionismo que se inmiscuye en el mercado y que, mientras siga vigente el socialismo, las crisis serán periódicas.

Hace menos de una semana que, en el parlamento de Inglaterra, loa conservadores han presentado una propuesta para que la economía se atenga a los principios generales del derecho: un coeficiente de reserva fraccionaria del 100%, es decir, que los propietarios del dinero tengan a su disposición la totalidad del dinero, sin ningún tipo de condición. De aceptarse esta propuesta –como sabrán– los ciclos económicos cesarían y la función de crecimiento de la economía sería creciente hasta el infinito. Se trata, pues, de una medida anticíclica.

Esta ley no es nueva. En 1844, los economistas se percataron del mismo problema y se intentó eliminar la reserva fraccionaria. Sin embargo, esta ley, conocida como ley de Peel, conminó a los bancos guardaran (y no prestaran) el dinero de sus clientes. Sin embargo, se produjo un lapsus, a saber: el sistema bancario seguía disfrutando de la posibilidad de crear dinero ficticio en las cuentas corrientes. En la época se pensaba que las cuentas corrientes no provocarían problema alguno, pero no fue así. El despiste permitió que los bancos continuasen ocasionando el problema y, tal despiste, inició dos siglos de un sistema bancario indecente, que permanece incólume, al presentarse como víctima cuando, en verdad, se trata del causante.

Si, finalmente, se ratificara esta ley en el Reino Unido, su economía dejará de presentar ciclos y, en consecuencia, no habrá auges, ni burbujas, ni crisis. Evidentemente, el crecimiento económico será muy pobre; pero, a medio y largo plazo, la sociedad inglesa llegará a un nivel cada vez más alto, pues se ahorrará la destrucción que provoca una crisis. Por consiguiente, la ley cobrará fama internacional, extendiéndose al resto de países que, con toda probabilidad, no tardarían en percatarse de los beneficios ocasionados. La abolición de la esclavitud fue un gran paso que la humanidad inició hacia la justicia; éste paso que está a punto de iniciarse, supondrá un gran avance por la senda hacia la justicia, hacia el fin del socialismo.

Claramente, el que achaca los problemas ocasionados por los ciclos económicos al sistema económico capitalista, se da de bruces con la realidad. Y el sociata que critique esta cuestión, se criticará a sí mismo. Aunque, hay que decirlo, ningún político critica los ciclos económicos y se jactan de sus medidas procíclicas: el baluarte de los políticos, en lo que a economía respecta, suele ser el señor Keynes.

En el presente fascículo terminaré de desgranar la fisonomía de los ciclos económicos: las consecuencias que se desencadenarían al abolir el coeficiente de reserva fraccionaria. Si bien en la entrada anterior traté, principalmente, de los ciclos económicos, en esta hablaremos del papel que protagonizan los bancos centrales en el panorama económico mundial y, como no podía ser de otra manera, del patrón oro.

Los bancos centrales

Ante todo, hay que decir que el sistema bancario es el más intervenido del planeta. La banca, a día de hoy, es la fusión de política y economía, estableciendo una aleación ciertamente inestable. Esta es una de las razones que explican la confusión entre sistema político y económico. Como ejemplo, en España tenemos el mejor de ellos: el esperpento de las cajas de ahorros. Un escándalo de tal magnitud que la dirección de las cajas se reparte entre los políticos, como si de caramelos se tratase.

Dejando a España a un lado, actualmente, la economía se rige principalmente por los bancos centrales. En Europa, por ejemplo, la política monetaria es controlada por el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC). Con anterioridad era controlado por el gobierno de cada país y, ahora, por el SEBC; en términos teóricos el mismo perro con distinto collar, pues el nivel de intervencionismo es el mismo.

Y es que los bancos centrales son las instituciones de control económico por antonomasia. Como dicen los teóricos, se dedican a atacar los síntomas de las crisis, pero no la enfermedad, a saber, las políticas procíclicas. Por ejemplo, varían, principalmente, la oferta monetaria, los tipos de interés y la inflacción. Esta es la tarea fundamental del Banco Europeo, la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el de Japón. Este control repercute en nuestra vida diaria constantemente, por ejemplo, el paradigma de las hipotecas.

Además, existe un contubernio entre los bancos centrales y los políticos, al compartir intereses: las dos instituciones animan las burbujas, engendrando las simientes de una crisis futura. A los Estados les conviene que la inflacción se mantenga a unos niveles altos, ya que grava el ahorro y favorece el gasto, dogma keynesiano. Con altas tasas de inflacción, el dinero pierde valor: lo que hoy vale 20 €, mañana valdrá 40€. De este modo, el valor de la deuda pública estatal se reduce con el tiempo, por arte de magia. Así, los Estados no les importa el despilfarro y la emisión de deuda pública -como hemos visto en España, hasta hace unos meses-, mientras el aumento de los precios se mantenga constante. Las economías cíclicas -como las de ahora- son adictas a la inflacción.

Los bancos centrales también asumen otro papel: el de salvavidas. Cuando se desencadena una catástrofe económica, los bancos centrales acuden, para ayudar a todo el sistema bancario a resistir la tempestad. Adquieren dinero, para, luego, en un momento crítico, inundar el mercado de recursos pecuniarios. Pero lo curioso es la manera de recaudar el dinero: lo fabrican. O sea, que no solamente el sistema bancario crea dinero ficticio, provocando una crisis crediticia, sino que los bancos centrales, para salir de la crisis, crean dinero de la nada, enciendiendo la máquina de hacer billetes. Así funciona la macroeconomía del siglo XXI.  Los bancos centrales en un momento de depresión elevan la oferta monetaria, aumentando la inflacción y repartiendo injusticia por doquier.

Inyección del dinero

La inyección de dinero en el mercado por parte de los bancos centrales desentraña, como veremos, una tremenda injusticia, como la mayoría de las acciones intervencionismas, que no favorecen el libre mercado. Este proceso no se produce como el grueso de la población cree: la intuición nos dice que, cuando un determinado organismo decide aumentar el dinero que hay en circulación, producirá más billetes y los repartirá por el mercado; ya está. Pero, tras esta visión intuitiva, se esconde la verdadera injusticia.

Si el nuevo dinero fabricado se reparte equitativamente a todos los agentes del mercado, los efectos de la inyección son nulos. Si a todos los individuos se les entrega un millón de euros, su capacidad aquisitiva será exactamente la misma, el único efecto producido serña la caída del valor del dinero (interés) o variación el los precios (casi siempre, inflacción). Por esto, para que en la inyección se produzcan los efectos perseguidos, necesariamente se tiene que producir una situación injusta: el dinero nuevo se reparte a unos pocos, que están en una situación de ventaja con respecto a los demás. Con el nuevo dinero en mano, éstos invierten y, así, el dinero producido se expande, paulatinamente, por la sociedad, al tiempo que, poco a poco, la divisa va disminuyendo su valor.

La oferta monetaria está relacionada con la inflacción y el consumo. Lo que los bancos centrales quieren es, conjungando las distintas variables, modificar, a su modo de ver, los comportamientos de los consumidores.

Patrón oro

Cámaras de oro

El culmen del conjunto de reformas para acabar con los ciclos económicos, se poducirá al instaurar el patrón oro en la economía. El patrón oro, el respaldo de los billetes en determinada cantidad de oro, lo que pretende es regular la oferta monetaria, impidiendo procesos dinerarios tan perniciosos para el capitalismo como la inyección de dinero o la creación de dinero bancario.

Al estar todo el dinero respaldado por oro, en las cámaras acorazadas de los bancos, los procesos injustos, desestabilizadores y perniciosos, tanto para el mercado como para la sociedad, serán irralizables. Es decir, para aumentar el dinero en circulación, debe aumentar el oro en las cámaras acorazadas. Como todos sabemos, el oro es un producto muy estable, que crece entorno al 1% al año. Y, como vimos en anteriores fascículos, las crisis económicas se producían por la mezcolanza entre liberalismo e intervencionismo. El patón oro imposibilitaría  el intervencionismo, dejando un capitalismo puro, sin crisis económicas, sin injusticias.

Esta medida pondrá el broche de oro, nunca mejor dicho, al capitalismo, haciendo una sociedad más justa y menos irracional. Al menos, en el Reino Unido, se ha dado el primer paso.

Para más información: 100% + patrón oro; http://www.libertaddigital.com/opinion/autores-invitados/ayer-fue-un-dia-historico-56262/