¿Nucleares?

Tras el accidente nuclear en la central Fukushima Dai-ichi de Japón, provocado por un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter y un maremoto con olas de hasta 32 metros, el mundo industrializado ha iniciado una reflexión acerca de la viabilidad de la energía nuclear de fisión. La prueba está en que Ángela Merkel, actual canciller alemana, ha cambiado su política energética tras el desastre, mientras el resto de países revisan sus plantas (nucleares, claro).

La energía de fisión es la fuente de energía implementada más productiva hasta la fecha. La energía eléctrica sería muchísimo más escasa (y cara) sin fisión de lo que es actualmente. Obviamente, reduciría la renta disponible de las familias, caería por ende el consumo, se reduciría por tanto la producción y los costes de las materias primas también ascenderían. Es decir, la riqueza de la sociedad se contraería notablemente. Por añadidura, la energía de fisión es compatible con evitar el cambio climático: no produce emisiones de efecto invernadero, especialmente de CO2, que tanto cabrea a los ecologistas.

Como cualquier innovación revolucionaria, la energía nuclear presenta un riesgo. Con riesgo cero, el progreso también es cero. ¿Qué elegimos de la disyuntiva? Para elegir una alternativa, debemos, ante todo, analizar los riesgos y los beneficios. La energía de fisión, a cambio de aportarnos mayor riqueza, nos reporta radiactividad, ya sea emitida directamente al medio ambiente o almacenada sólidamente en cementerios nucleares. Los cementerios nucleares representan el coste con menor peligro, pues la radiactividad generada es controlada y tratada por los seres humanos. Los residuos que el reactor genera se separan de los reutilizables (para volver a usarlos en otro reactor) de los inutilizables, que esos sí se almacenan; los reutilizables, se van haciendo cada vez más radiactivos hasta que se convierten en plutonio.

El problema de los residuos puede ser asumible en cierta medida, pues el volumen de todos los residuos nucleares del mundo no es mayor al de una habitación convencional (8 metros cuadrados).

El mayor riesgo, por tanto, es el de fuga radiactiva. Por eso, los ingenieros nucleares idean constantemente nuevas formas de impedir cualquier posibilidad –por remota que sea– de incidente nuclear. Se publicó un informe en el que se demostró que si un avión comercial Boeing-767 se estrellase contra la central, al contrario que el World Trade Center, la central nuclear permanecería sin problema alguno en la vasija y en el núcleo.

El problema estriba en la refrigeración, pues la actividad de la fisión se realiza a miles de grados y, sin agua en el interior que circulando enfríe el núcleo, éste puede llegar a fundirse, aumentando la presión y haciendo inevitable la emisión de algunos niveles de radiactividad. Por este motivo, se han ideado más de 5 sistemas de seguridad que permiten refrigerar en caso de que uno falle.

En primer lugar, tenemos dos publicaciones que tratan de calcular la probabilidad de que se produzca una fusión del núcleo en 40 años. La primera, la calcula para los reactores antigüos; la segunda publicación, realizada por General Electrics, calcula lo mismo para los reactores modernos. En la siguiente tabla, extraída de esa publicación, se resumen las conclusiones logradas:

En la parte encuadrada de rojo se encuentran las probabilidades de que se produzca una fusión de núcleo en un año, para cada tipo de reactor. El primero, BWR/4, es el mismo modelo al de la central de Fukushima. Como vemos, las probabilidades son muy bajas: si calculamos su media obtendremos una probabilidad de fusión de núcleo de 0,000280750% al año, por reactor.

Es decir, la probabilidad es prácticamente nula, pero está ahí; puede suceder. En este sentido, también debemos tener en cuenta el período de semidesintegración del radioisótopo que se encuentra en el reactor. Por ejemplo, el Yodo-131 se semidesintegra en 8,04 días, mientras que el plutonio tarda 24.110 años. También hay que decir que, a menor período, más radiactividad se emite, pues la radiación es liberada en poco tiempo, mientras que, en el plutonio por ejemplo, se libera poco a poco: en 24.110 años.

¿Es permisible entonces esta probabilidad? Situándonos en el peor de los escenarios posibles, esta es la probalidad de accidentes nucleares que se producirían antes de que el plutonio se semidesintegre:

Y, ahora, a partir de esta cifra podemos deducir la probabilidad de que ocurran distintos accidentes en el período de 24.110 años.

Y representando los anteriores datos:

O sea, que en 24.110 años, período en el que el plutonio está presente ha dado tiempo, a que se produzcan 5 accidentes nucleares. Y, por lo tanto, el plutonio se habrá extendido por muchos lugares de la tierra, dificultando la vida saludable.

Calibrando los beneficios y perjuicios de la energía de fisión podríamos afirmar que es altamente inviable si su tiempo de actividad es permanente, pues inevitablemente se producirán accidentes nucleares impregnando la atmósfera de radiación. Ahora bien, si la energía nuclear es transitoria, sus beneficios son muy superiores a los costes, ya que, a corto plazo, los residuos generados son mínimos y la probabilidad de que se produzca una fusión del núcleo es casi nula. Por ejemplo, si perdura unos 100 años en el mundo, la probabilidad de que ocurra una fusión del núcleo en un reactor moderno, utilizando la fórmula anterior, es de 2,23%; o sea, muy pequeña.

En definitiva, si optamos por el riesgo cero nuestra riqueza y bienestar disminuirá ostensiblemente. De modo que la decisión más racional –desde el punto de vista económico– es mantener la energía nuclear al mismo tiempo que se innovan otras fuentes más productivas y libres de riesgo, como la energía de fusión, cuya implementación se ha pronosticado para el 2035.

Es decir, es la energía del presente y hasta del futuro próximo, pero no es la energía de un futuro lejano. ¿Por qué la del presente? Porque hay riesgos prácticamente nulos (a pesar, de lo de Fukushima, y aunque este accidente todavía no haya ocasionado ningún problema para la salud) y fastuosos beneficios. ¿Por qué no la del futuro? Porque los riegos, obviamente, son crecientes. Y a nadie le gustaría mantener siempre una energía que genere algunos residuos. Siempre se quiere mejorar lo mejor.

No obstante, la predicción mediante probabilidades implica un riesgo. Por este motivo, la pretensión de este artículo no es demostrar cuántos accidentes se producirán, sino intuir que, a largo plazo, debido a los altos períodos de semidesintengración del plutonio, el planeta puede verse envuelto de este tipo de radiactividad y, concluyendo por tanto, que es la energía del presente o, como mucho, futuro próximo.

No son necesarios los recursos, sino el conocimiento.

Malthus se equivocó

El célebre economista Thomas Malthus afirmó ya hace muchos años que mientras que la producción crece artiméticamente, la población lo hace geométicamente y, por tanto, habrá un momento en que haya más personas que recursos. Tras esta afirmación la población creció sin precedentes (en Gran Bretaña pasó de 5 millones de habitantes a 21 en menos de una centuria), y, aún así, el bienestar medio creció ostensiblemente: se inició la Primera Revolución Industrial. Malthus pinchó en hueso: no tuvo en cuenta el poder multiplicador de la tecnología.

Actualmente, hay numerosas mentes, al igual que Malthus, que afirman que un aumento de la población puede ser catastrófico o, al menos, reducirá paulatinamente el bienestar. Su principal argumento es el de que los recursos son limitados, mientras que el hombre puede crecer (y gastar) sin ningún límite.

Ahora bien, de nuevo al igual que Malthus, el argumento de los susodichos es falaz porque no tiene en cuenta que la tecnología puede multiplicar los recursos en la proporción deseada. En la prehistoria, los homínidos apenas subsistían, sin más recursos que la recolección o la caza. Actualmente, casi 7.000 millones de personas en el planeta subsisten con un bienestar bastante mayor que los hombres prehistóricos. ¿Dónde está el truco? De nuevo, en la tecnología. Y si algún pueblo permanece aún en el subdesarrollo, se debe -y esto es taxativo- a la carestía de tecnología. Por tanto, ni más ni menos, la solución está en la adopción de tecnología.

¿Qué introdujo la agricultura? Poder cultivar alimentos casi indefinidamente, evitando la recolección. ¿Y la ganadería? Cuatro quintos de lo mismo. Por extensión, los fertilizantes y la maquinaria aumentaron la eficiencia del sector agroganadero, permitiendo, en el siglo XX, que un solo agricultor pudiese alimentar a más de 43 ciudadanos.

¿Que avance supuso la energía nuclear? Generar grandes cantidades de energía, sin necesidad de recurrir a combustibles fósiles. Y a quién no le guste este tipo de energía por la radioactividad, que se espere a la energía de fusión, unos veinte años, la cual, permitirá producir sin coste alguno energía a borbollones. Con esta tecnología, la energía será tan abundante o barata como el aire.

Bien, entonces ¿por qué se arguye que los recursos son limitados? Quizá porque se peque de miopía y no se vislumbren en un futuro nuevas tecnologías que multipliquen las posibilidades. Es muy probable que, en poco tiempo, el hombre pueda volver a la Luna o incluso a Marte y seguir extrayendo recursos. Como dijo Jacque Fresco, cualquier cosa concebida por el hombre, puede ser construida. Por ejemplo, me viene a la mente la posibilidad de poder modificar nuestro ADN (biotecnología), para poder alimentarnos, como las plantas, por fotosíntesis, sin necesidad de comer.

Aún así, podría también llegar el momento en el que se agoten recursos indispensables para vivir: espacio y agua. De momento, el espacio en el planeta Tierra no plantea mucho problema, pues hay grandes regiones del planeta deshabitadas y, además, pueden construirse edificios muy altos. De todos modos, para cuando llegue el día en el que el espacio sea tan escaso como el oro, seguramente ya estemos habitando en otros planetas. ¿El agua? Parece que, de momento, tampoco es un problema, ya que puede volver a purificarse e incluso puede fabricarse.

Es posible vivir con índices increíbles de bienestar en un mundo masivamente superpoblado, el único límite es nuestro conocimiento, la tecnología, como afirma Eduardo Punset: «lo que importa no es si seremos dos millones más o dos millones menos, si es justa la edad de jubilación o injusta, sino el nivel y la difusión del conocimiento; es decir, la reforma educativa».

Es más, cuánto más crece la población, más posibilidades hay de desarrollar nuevas técnicas y más acusada avanza la ciencia, pues más científicos y mentes brillantes y, por tanto, más ideas y puntos de vista habrá para aumentar el bienestar del hombre.

Revolución biotecnológica

El progreso es consustancial al hombre, la función que más persiste en la naturaleza humana es la de caminar hacia el infinito, la pretensión de conseguir lo absoluto. Pero, como decía Don Quijote, el camino es mejor que la posada o, si lo prefieren, como dijo Ortega: la vida es quehacer. Así, los hijos cumplen sus sueños superando a sus padres y, a su vez, los padres se autorrealizan mediante las hazañas de sus hijos. Hoy, el más pobre de todos es más rico que el más rico de hace unos siglos.

Como bien sabe Hawking, la especie humana es curiosa. Es, a la par que egoísta, altruista: satisfaciendo los propios intereses, se benefician a los de los demás; las empresas, creando valor y riqueza para todos, se enriquecen . Los intercambios interpersonales y quehaceres de la socidad no constituyen un juego de suma cero: todos ganan. Las personas, al tener conciencia de la muerte, y, por tanto, deseo de eternidad, pretenden inmortalizarse añadiendo algo a la biografía del hombre. He aquí el motor del progreso.

Si a esto le añadimos el crecimiento exponencial de la población, tanto más acelerado será el desarrollo: más personas querrán inmortalizarse y perfeccionarse, beneficiando a los demás.

Las consecuencias de la naturaleza humana pueden divisarse a lo largo y ancho de la historia. Invención del fuego, la rueda, electricidad, máquina de vapor. Llegamos al satélite y hemos generado una nueva realidad: Internet. En cualquier estadio, los hombres coetáneos se maravillaban con los inventos (y descubrimientos), como, por ejemplo, podrían ser la rueda o el fuego. Pensarían, cada uno en su tiempo y lugar, muy probablemente, que ya poco quedaba por descubrir -e inventar-. Exactamente igual que podemos concluir a día de hoy. ¿Alguien puede imaginar un invento que provoque una revolución aún mayor de la que provocó la realidad virtual?

Sin embargo, a más inventos, más invenciones futuras, pues se construye sobre lo ya construido. Por ejemplo, hoy nos servimos de la herramienta de la computación para ser innovadores.

¿Cuál será la próxima revolución tecnológica y/o científica? Todos los expertos, actualmente, coinciden en que se tratará de la biotecnología, quizá el campo más reciente de todos (en España, lleva, a lo sumo, 5 años como carrera universitaria), que intersecciona lo natural con lo artificial. Así, se concebirían cerebros con chips informáticos que mejoren las capacidades, modificaciones en las estructuras biológicas a voluntad (por ejemplo, en el caso de las personas drogodependientes, modificación de los circuitos de recompensa para ayudarles a dejar las sustancias tan perniciosas como el alcohol).

 

 

Los productos transgénicos son una realidad biotecnológica.

 

En este caso, la libertad aumentaría (como ocurrió con Internet, con la energía nuclear, con el fuego, la rueda, …) y, en consecuencia, también el progreso. Aunque, si bien es cierto que más libertad implica más riesgo, eso sólo acontecería a corto plazo, pues, en un largo período de tiempo, la libertad se traduce, indefectiblemente, en progreso. Gracias a la biotecnología, podríamos mejorar nuestro ADN modificándolo a voluntad; nuestros pensamientos (y conocimientos) repercutirían directamente sobre nuestra genética.

Además, si el hombre adquiere visión periférica y, por tanto, la teconología tiene en cuenta la Naturaleza, el peligro de más libertad sería una nadería. Estoy haciendo, efectivamente, referencia a la biomimética, la ciencia que, partiendo de sistemas naturales, desarrolla sistemas tecnológicos, los cuales, si se quieren aplicar al cuerpo humano, serían clave en biotecnología. De esta forma el hombre se mejora incorporando en su ser lo mejor de la Naturaleza.

 

 

Mecanismo forestal similar a un arácnido, gracias a la biomimética.

 

Un ejemplo concreto. Al igual que analizando el vuelo de las aves se diseñaron mejores aviones, observando el cerebro (o cualquier otro sistema) de los elefantes y delfines podemos enaltecer nuestra materia gris, blanca y, próximamente, de color fibra de vidrio.

El progreso, en todas sus facetas, consiste en desgranar todo el conocimiento en el mayor número de ámbitos posible, especializarse en ellos y, consecutivamente, unirlos poco a poco hasta extraer conclusiones valerosísimas. Exactamente como versa el método cartesiano. Por ejemplo, la biología es un ámbito específico de conocimiento, al igual que la tecnología. Tras la división, llega la unión: biotecnología que da lugar a realidades inimaginables. Y las uniones se harán, paulatinamente, más complejas: bioteconología y biomimética pueden trabajar juntas dando resultados asombrosos.

Retos de futuro

«Me importa el futuro porque es donde voy a pasar el resto de mi vida»

«El avance de la tecnología es cada día más acelerado»

«En un futuro, los humanos serán mitad tecnología y mitad biología»

Todos somos conscientes de la velocidad de los avances tecnológicos y científicos que revolucionan la vida de todos los seres humanos, incluso influimos en la naturaleza. Efectivamente, podemos influir en la naturaleza tanto para mejorarla como para empeorarla, por eso es necesario un desarrollo sostenible que no desacelera la rápida evolución de las ciencias.

Cuantas más personas haya en el mundo, más rápido irán los avances. Si esto va acompañado de tecnología, educación y aprovechamiento de los recursos más acelerado será el progreso. Por eso, todo el mundo ha errado al predecir el futuro, se ha quedado corto. Recuerdo que Bill Gates afirmó que «posiblemente, en un futuro muy lejano, los ordenadores tendrían más de un megabits de memoria». Ahora la memoria ha sobrepasado enormemente esa cifra.

Como más vale una imagen que mil palabras, dejaré fotografías de hace cincuenta años y fotografías de la actualidad.

Aquí vemos la comparativa de un restaurante de Madrid hace cincuenta años (a la dere- cha) y un restaurante de una ciudad cualquiera de ahora.

No solamente cambia la tecnología en sí -como ya hemos visto- sino que hasta la visión que tenemos de la vida y nuestro aspecto físico. Como es visible en la portada de la revista semana, con una diferencia de 50 años.

Ciudades como Dubai. Donde se encuentran las construcciones arquitectónicas más vanguardisas pueden darnos la clave para ver como será nuestro ambiente en un futuro próximo.

Puente en costrucción en la ciudad de Dubai.

El más alto, a punto de inaugurarse.

Es realmente difícil saber cuál va a ser nuestro futuro; pero, viendo el avanze cada vez más acusado entre el pasado y el presente, podemos hacernos una idea de nuestro futuro.

¿Cómo serán nuestras vidas dentro de cincuenta años? ¿Viviremos quizás en la Luna o en Marte? ¿La esperaza de vida podrá duplicarse? ¿El cáncer y el SIDA serán visto como ahora vemos un simple resfriado? ¿Viajaremos a la velocidad de la luz regularmente? ¿Viajaremos en el tiempo?

Para terminar, voy a pediros un vatici- nio sobre cualquier ámbito (política, ar- quitectura, salud, informática, estilos de vida, economía, …). ¿Cuáles crees que serán los mejores avances realizados en el 2060?

Inmortalidad al alcance

Acabo de ver un programa en TVE: documentos tv. Este programa trataba sobre las diversas formas de alcanzar la inmortalidad, me ha afirmado científicamente los pensamientos más profundos que tenía.

Al principio del programa, se expuso la primera forma de alcanzar la inmortalidad: clonar tu cuerpo y traspasar toda la información del cerebro al nuevo cerebro.

La segunda forma de alcanzar la eternidad consiste en un estudio realizado que ha demostrado que si aportamos al cuerpo las proteínas necesarias con las menos calorías posibles la calidad y esperanza de vida aumentará considerablemente. De esta manera, se podrían tomar pastillas a todas las edades para retrasar el envejecimiento.

La tercera forma de alcanzar la vida infinita consiste en que todas las células, modificando el ADN, pueden transformarse en otras células. Ya no hacen falta las células madre sino que cualquier célula se puede transformar en otra. De este modo, se podrían inyectar células nuevas vía intravenosa y que pasaran al corazón y a cualquier parte del cuerpo, estas nuevas células reemplazarían a las viejas poco a poco y, finalmente, se obtendría el corazón de una persona jóven.

La cuarta forma consiste en modificar genes para ampliar la esperanza de vida. Se realizó un estudio con un ser vivo que dura dos semanas, se le modificó un determinado gen y se observó que duró cuatro semanas. Posteriormente, se realizó con ratas de laboratorio y también vieron ampliada la esperanza de vida. Siempre lo que ha funcionado en mamíferos como las ratas, ha funcionado en el ser humano. ¿Funcionará?

En cuanto a la mortalidad tratada fuera del ámbito científico, en el ámbito filosófico, dijo un señor que aparecía en el programa documentos tv que el ser humano aumentará la esperanza de vida cada día más rápido y que viviremos miles de años o incluso millones y que buscaremos soluciones para todas las enfermedades. Yo estoy convencido de lo que dijo este señor.

Todo esto, tendrá consecuencias positivas como negativas.

Por ejemplo, habría más población joven si se aumentara más el período de juventud y, en consecuencia, existiría una mayor economía ya que hay más gente trabajando que cobrando pensiones.

Las consecuencias negativas son varias:

  • Hay gente que no está habituada a este modo de vida nuevo y, por tanto, preferiría ser mortal a acostumbrarse a esto.
  • Existiría un exceso de población, a no ser que existiera una baja natalidad, que provocaría graves problemas como escasez de recursos. Yo estoy convencido de que seguro que, en pocos años, conquistaremos algún planeta habitable y este problema tendrá solución. La tecnología avanza muy rápidamente.

Libros y bohemia.

Que las últimas tecnologías están revolucionando el mundo es un hecho. Móviles, portátiles, cámaras digitales megapotentes invaden nuestro día a día. Es bastante práctico llevar una cámara de fotos integrada en un móvil. Pero hay cosas que por mucho que avanze la tecnología nunca se deberian de perder.

Me refiero a los libros. Cada vez hay más gente que lee a través del ordenador o/u otros cacharros digitales, que yo personalmente, no se nombrar ni utilizar. ¿Por qué me opongo a esta lectura? Pues quizás sea porque soy un bohemio y me gusta sentir el tacto de las tapas de los libros, pasar la página, tener un marcador de lectura, dejar el libro encima de la mesilla de noche, llevarme el libro conmigo a todas partes, volver a leer páginas específicas… y otras muchas cosas más que los adelantos digitales no permiten.

La tecnología esta muy bien para cosas específicas, pero en el ámbito de la literatura, no hay nada como el papel y la pluma.

El nuevo iPad

Es una de las más novedosas noticias, Apple presentó hace dos días el nuevo dispositivo que estará disponible para comprar en breve. Se trata del nuevo iPad que combina lo mejor del iPhone con lo mejor de un portátil. Es como un ordenador todavía más portátil, es decir, de bolsillo.

El 100% táctil y el teclado está en la pantalla. Sinceramente, a mi me ha encantado con  locura metafísica, es absolutamente perfecto. Tiene una duración de batería de 10 horas con el máximo rendimiento, pesa solo 600  gramos, según las pruebas oficiales y las de la competencia es rapidísimo. Respecto a su software, es sorprendente: contiene la nueva aplicación de iWorks, el navegador Safari, el lector de correos electrónicos, una nueva aplicación para leer libros digitalmente: iBooks, entre otras.

Cuando lo he visto no he dudado ni un momento en que cuando salga a la venta lo compraré, y eso que no soy consumista. Cuando lo tenga, no me servirá ni el portátil, ni el móvil, ni los libros: lo llevaré todo en uno.

Microsoft Midori

Los rumores de Microsoft Midori aumentan cada día más rápido. Ahora se sabe que el nuevo sistema operativo de Microsoft no será Windows sino Midori además también es seguro que el nuevo SO tendrá interfaz gráfica lo que le permitirá ofrecerlo a más público.

Midori estará basado en Singularity, y es que este nuevo sistema operativo tendría de base una mejora que no existe hoy en día en ningún otro, y es que cada proceso trabaja directamente sobre el kernel, independientemente de la máquina que tenga y sin dependencias unos procesos de otros, por lo que, se podría decir, que los programas funcionarán sobre el núcleo del sistema, sin dependencias (incluso los drivers que gestionen el hardware).

Ahora Midori busca un trabajador para Microsoft que básicamente será el responsable máximo de todo lo que tenga que ver con la interfaz del sistema.

And it is the company itself that revealed the overall design and development goals for the Midori user interface: UI responsiveness, UI security, UI in distributed environments that cross devices, new models for asynchronous UI, and effective use of GPUs and manycore.

Aún queda mucho para que Midori se convierta en un producto estable, y no aparecerán versiones públicas hasta dentro de bastante tiempo, ahora mismo limitadas sólo a los desarrolladores del nuevo sistema operativo.