Capitalismo: Un sistema a la cabeza (III)

Respuesta a las objeciones: Desigualdad

El común denominador en todos los críticos al sistema económico capitalista es el argumento que hace referencia a la desigualdad como un aspecto negativo en la sociedad, que se produce en todos los países que están adoptando este sistema económico (y digo están adoptando porque el Capitalismo en sí todavía no ha sido implantado, pues existe un fuerte intervencionismo, a saber: bancos centrales, gobiernos, impuestos, …). Me parece ético hacer una distinción entre los críticos y dividirlos, así, en dos grupos: los que de verdad creen en este argumento y a los demagogos que, aún conociendo la realidad, persisten en la crítica, pues ello les reportará beneficios personales. Además a todos los gobiernos del mundo les conviene no implantar en su totalidad el Capitalismo porque, precisamente así, su facultad de influir en la Economía quedaría anulada. Por este motivo, todos los demagogos, son representantes políticos y, generalmente, pertenecen a países atrasados como Chile, Cuba, Bolivia, China, etc.

Respecto al primer grupo, los teóricos económicos deben tener una cierta conmiseración con ellos, pues todos responden al perfil de una persona no muy ilustrada en la Economía moderna. Además, la Economía es una de las ciencias más complejas que existen, a saber: estudia fenómenos a gran escala en el ser humano, ni más ni menos que la sociedad. Por ejemplo, la Física podría ser considerada como la ciencia menos compleja, pues estudia procesos como el movimiento; trabaja en una escala humana más reducida. Esta ausencia de complejidad permite sistematizar y especializar mucho más el conocimiento. Luego, de menor a mayor complejidad, nos encontramos a la Química, la Biología, la Psicología, la Economía y, por último, la Filosofía. Es esta complejidad la que puede llevar a argumentos equívocos como el de que la desigualdad es perjudicial.

En este fascículo, evidentemente, no voy a negar que la desigualdad existe en los países que avanzan hacia el Capitalismo. Ésta es objetivable y se puede medir gracias a la curva de Lorenz y al coeficiente de Gini, que nos dice cuán igualitario es un país. Ahora bien, igualdad es un concepto bien distinto al de justicia. Por ejemplo, se dice que  un país con más ricos que pobres es desigualitario y que en un país donde todo el mundo tiene la misma cantidad de dinero es igualitario. Sin ser sectario, por esta regla de tres, también debería añadirse que un país con un gran número de presos es desigualitario, ya que existe una brecha: entre presos y libres; en el mismo sentido, hay desigualdad. No obstante, tanto en el país que tiene una desigualdad entre ricos y pobres como en el que la tiene entre libres y presos, existe una profunda libertad y justicia. Como dijo el destacado Nobel de Economía, Milton Friedman: “La sociedad que pone la igualdad por delante de la libertad termina sin ninguna. La sociedad que pone la libertad por delante de la igualdad, termina con una mayor cantidad de ambas.”

Cuando una sociedad se dedica a redistribuir la riqueza para eliminar la desigualdad, desestabiliza la creación de riqueza y, a medio y largo plazo, crea pobreza: «La ayuda a la pobreza genera pobreza». Esto se explica porque ya en el sistema capitalista cada uno tiene lo que se merece. Entonces, un empresario con gran capacidad de creación de riqueza y de producción de bienes y servicios que satisfacen las ilimitadas necesidades humanas, verá reducidos sus ingresos con lo que no podrá seguir creando riqueza en la misma proporción. Esta parte de los ingresos se trasladará a los más necesitados, que no aportan nada al sistema productivo y, por ende, reciben un dinero que no les pertenece. Por decirlo en términos pedestres, el dinero va hacia donde no tiene que ir. Es imposible concebir como justo que a un trabajador, como acaece en España, se le retire el 60 % de su sueldo para cubrir el gasto público: financiar subvenciones, armamento (en algunos países, nuclear), sanidad, educación; mientras que a un parado se le aporte el 100% de sus ingresos sin ningún trabajo. Es decir, a fin de cuentas es más rentable permanecer en el desempleo que trabajar.

Es así como cayó el Imperio Romano, a saber: declarando la ciudadanía, con todos los privilegios, a todos los habitantes del imperio. Además se promovió la política de panem et circenses (pan y circo) lo que originó que los productores de trigo dejaran da producir, ya que era gratuito. Y, al fin, que cayese todo el imperio poco a poco. El socialismo provocó la caída de Roma.

La igualdad económica debida por el intervencionismo del Estado, por un atentado contra la libertad, es profundamente injusta y, a la postre, genera una pobreza. De modo que en teoría económica se plantea la siguiente disyuntiva: o desigualdad o pobreza. La justicia, en Economía, recibe el nombre de equidad y podría definirse como cada uno tiene lo que se merece. Así, en los países desigualitarios, existe una profunda equidad, mientras que en los igualitarios, como los que abogan por la propiedad común, la equidad es prácticamente nula. Llegados a este punto, hay que hacer una clara diferencia entre un sistema económico (capitalismo, comunismo, …) y un sistema político (demarquía, democracia, …), ya que claramente estos dos tipos de sistemas son dicotómicos, aunque, generalmente, sulen irradiarse entre sí, a saber: tras el capitalismo, suele llegar una democracia, por ejemplo. De modo que algunos críticos erran al culpar al sistema capitalista de errores producidos por el sistema político. Por ejemplo, las crisis económicas son producidas por el sistema político que es contrario al sistema capitalista; pero esta cuestión será analizada en el próximo fascículo. Además, el sistema político, para que la economía capitalista funcione plenamente, debería de olvidarse por completo del sistema económico.

Como los lectores habrán podido observar, he utilizado un lenguaje cuasi apodíctico  al afirmar que intentar generar igualdad mediante la violación de la libertad termina provocando pobreza e injusticia. Pero, en este caso, esta afirmación es inconcusa y, por ello, la demostraremos.

Normalmente, en divulgación económica, toda afirmación debe ir acompañada de una demostración. En este caso, dejaré la demostración de la mano del laureado catedrático de Economía Jesús Huerta de Soto de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Demostrará como, en el capitalismo, no existe la plusvalía; que cada individuo será recompensado exactamente con la misma cantidad que ha aportado al proceso productivo: la quintaesencia de la justicia social. Y que por mucho que la empresa se empestiñe en pagar muy poco al trabajador en relación a lo que produce (o mucho, ya que la actividad empresarial se desarrolla en un ámbito de incertidumbre), los precios y los salarios se verán modificados hasta el punto de que el trabajador cobra exactamente lo mismo que aporta. Aunque, luego, de ese salario se le descontará un porcentaje altísimo destinado al Estado.

Demostración de la siguiente ley económica: A cada uno se le paga por lo que aporta en el proceso productivo.


Medidas desmedidas

Voz masculina:

Voz femenina:

El 1 de Enero de 2010, escribí un artículo para este mismo blog en el que planteaba algunas medidas económicas para salir de la crisis. Se ha cumplido exactamente aquello que pronostiqué: espiral de desempleo-déficit, es decir, que si el gobierno no cambiaba de política económica; el desempleo y el déficit aumentaría a largo plazo.  Es exactamente lo que ha ocurrido.

En aquel momento, la situación no era tan gravemente desastrosa como la de ahora: el dé- ficit era ocho mil millones de euros inferior, situándose  en setenta y cinco mil millones de euros aproximadamente; el desempleo no superaba los cuatro millones; la coyuntura inter- nacional era favorable; la confianza en España era mayor. La situación era desastrosa, pero ahora lo es aún más. Por este motivo, Europa acaba de aprobar un fondo para salvar, en ca- so de necesitarlo, a paises como España. Qué razón tenía Ortega con que España era el problema y Europa la solución.

Dirigentes Europeos han obligado al gobierno de España a que tome medidas serias y ur- gentes para reducir el déficit. Asimismo, el presidente Obama ha comunicado a Zapatero el deseo de que España salga de esa situación tan perjudicial. Y Zapatero, hace lo propio y emprende una serie de medidas urgentes para evitar que el país se vaya a la quiebra. Las medidas son las siguientes:

– Reducción del salario de los funcionarios en un 5% y congelación de los salarios en 2011.

– Reducción del 15% del salario de los miembros del Gobierno.

– Eliminación de la ayuda de dos mil quinientos euros por hijo nacido.

– Suspensión de la revalorización de las pensiones en 2011.

– Eliminación de la jubilación parcial.

– Austeridad farmacéutica.

En mi opinión, estas medidas son necesarias a medio plazo. Dicho de otra forma más colo- quial :  casi cualquier medida es buena en este momento. Puede que, a corto plazo, la situa- ción económica de las personas se vea afectada, pero estas medidas urgentes conducen a una mejora económica. Hay que matizar que estas medidas tienen que suponer una antesala del reformismo económico y no quedarse en un principio. Estas medidas tienen que acompañarse, poco a poco, con medidas más globales, más estructurales que ocasionen el vislumbramiento de los «brotes verdes» y una salida de la crisis. Es verdad que al gobierno le quedaban dos actitudes: realizar este tipo de medidas o no hacerlas y mirar como el país se hundía. Por este motivo, me parece más positiva que negativa la reacción del gobierno.

Comparecencia de Zapatero en Europa.

Dicho esto, estas medidas se han tomado no por la crisis económica, sino por la propia ac- ción del gobierno. De haberse actuado en Enero de 2010,  no serían necesarias unas medi- das tan urgentes y la situación económica estaría algo mejor. Por tanto, el gobierno ha gestionado la economía con una nota de cero sobre diez y los problemas que la acción de gobierno ha causado los está resolviendo con una nota de cuatro sobre diez.

¿Por qué estas medidas merecen un cuatro? ¿Por qué no merecen, al menos, el aprobado? En primer lugar, porque el causante de las medidas no es la acción responsable del gobier- no, sino que han sido obligadas por la Unión Europea. Analicemos ahora las medidas en sí mismas sin tener en cuenta el causante ni la persona que las realiza.

En segundo lugar, porque se podían haber reducido más los sueldos a los miembros del go- bierno y a los diputados del parlamento en general. Asimismo, se podían haber eliminado ministerios superfluos y eliminar o, en su defecto, recortar las subvenciones a los sindica- tos.

Pero, sobre todo, estas medidas no se merecen el aprobado porque reducir las ayudas a las empresas, reducir los sueldos de los funcionarios y aumentar los subsidios de desempleo ; son políticas miópicas, que no tienen  en cuenta el futuro, y que seguirán creando paro -de no ser acompañadas con medidas estructurales-.  Pero «dentro de lo que cabe», el balance general es más positivo que negativo puesto que una nota de cuatro a un gobierno que nun- ca supera el tres, siempre es positivo.