Teatro de comedia

Como bien sabrán el 29 de Septiembre hay convocada una huelga general en España secundada por los dos sindicatos mayoritarios del país: CCOO y UGT. La huelga se presenta como una respuesta de los trabajadores al actual estado de crisis y desempleo.

Tres años de desastre económico han necesitado nuestros sindicatos para convocar una huelga general y cuando se dignan a hacerla resulta que no van a cargar contra el gobierno, sino contra el PP y los empresarios. Hechos tan repugnantes como éste demuestran hasta qué punto están sobornados los sindicatos sedientos de subvenciones estatales.

Más repugnantes y ridículos, si cabe, me parecen los vídeos propagandísticos que ha grabado UGT para animar a hacer huelga a una población cada vez más asqueada de la clase política y desencantada con unos sindicatos que están perdiendo afiliados a una velocidad vertiginosa. Para que luego diga Cándido Méndez que los sindicatos se financian con las cuotas de sus afiliados. Sólo hay que echarle un vistazo de vez en cuando al BOE para conocer a cuánto asciende el nuevo saqueo sindical. UGT hace gala, además, de un sectarismo hipócrita más propio de los años 30 al intentar ridiculizar a los empresarios bajo las recurrentes etiquetas de «explotador», «machista» y otros calificativos-salvavidas que utilizan los políticamente correctos cuando se encuentran con la soga al cuello.

Sería fácil argumentar  por qué un liberado sindical promedio es mayor explotador que el empresario más falaz. En primer lugar no trabajan, pero todos los días tienen un suculento plato en sus mesas. Financian sus lujos con el dinero de todos los contribuyentes, es decir, un buen número de obreros a los que jamás han defendido porque están empeñados en ponerle trabas al desarrollo empresarial y en último lugar porque con tal de llenar sus bolsillos llevan tres años haciendo caso omiso a un número de desempleados dramáticamente in crescendo. Pero después de este ejercicio de despotismo y latrocinio, tienen la osadía de erigirse en nombre de los trabajadores. Me parece simplemente vergonzoso, y muy (in)digno de pertenecer a la escena política de unos de los países más corruptos de toda Europa. Gracias, Cándido.

Vergüenza local

Amigos, el otro día ardí en deseos de nacionalizarme alemán. No sólo porque sea un país en el que la gente generalmente trabaja y las cosas funcionan, sino por la vergüenza que tuve que pasar el día de la victoria de la selección española sobre Alemania.

Ese día quedé con unos amigos para ver el partido en un bar de mi localidad, Antequera. Llegamos allí una hora antes del encuentro conscientes de que había que coger rápido un asiento pues aquello se iba a llenar hasta la bandera, nunca mejor dicho.  Mientras se acercaba la hora del partido, el local comenzó a llenarse de todo tipo de escoria: analfabetos funcionales, furcias con un amplificador de voz en la garganta y un vergonzoso etc.

Desplegados los jugadores en el terreno de juego, empezó a sonar en primer lugar el himno alemán. A las habituales pitadas sectarias que se hacen al himno del adversario, se sumaron los gritos e insultos proferidos contra las madres alemanas y, dicho sea de paso, contra el idioma español. Una vez iniciado el partido, continuó la secuencia de injurias y el cacareo de las gallinas que gritaban como fichas de dominó, primero el líder, y después el rebaño. Me consta, por lo vacío de sus comentarios, que las hijas de dama de burdel en cuestión tenían menos conocimiento futbolítisco que una cáscara de pipa, aun así se sentían legitimadas a acabar con mis tímpanos. Aunque, sin duda alguna, la razón por la que mis oídos se vieron más resentidos aquel día fue  el ruido particular de un individuo, cani, es decir, maleducado, incívico, inferior en definitiva y su maldita vuvuzela. Les juro que en cierto momento sentí la tentación de levantarme e introducirle la vuvuzela por el orificio anal hasta que, por mala suerte,  muriera desangrado. Ante semejante espectáculo grotesco, decidí marcharme a casa al concluir la primera parte del partido.

Magnífico partido de España y victoria sobre Alemania. En consecuencia, la plaza principal de nuestra ciudad apareció inundada por la masa. Cánticos, entorpecimiento del tráfico, peleas y uso del sistema de la masa definido anteriormente: el líder dicta y el rebaño obedece.

Es natural que haya celebraciones, fiesta, alegría y júbilo tras el pase a la final de un torneo tan importante. Pero, ¿de verdad debe dejarse a un lado la educación, el respeto y personalidad propia?

Me gustaría apuntar, a modo de reflexión, que todos estos actos inciviles son consecuencia de la mala educación de un pueblo que se deja llevar por los demás y jamás ha analizado sus actos. No se reflexiona sobre lo que se hace o se defiende, ésta es la ideología del corazón y la pasión, la de los instintos, la que me hace desplazarlos más hacia el resto de animales que hacia el ser racional. Es curioso como un simple torneo de fútbol nos va a devolver un espejismo llamado confianza cuando el país se encuentra rozando el 20% de paro y los peores resultados en educación de los últimos veinte años. ¡Miedo me da si ganamos mañana!

La educación

Varios episodios de mala educación, de no vergüenza y de verdadero sonrrojo ajeno que he vivido en clase me han hecho reflexionar sobre la educación y todo lo que tenga que ver con ella ya que la educación lo es todo. Para mí, las características más importantes que definen la educación de una persona son: la asertividad, la naturalidad y el sentido común.

– La asertividad (punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y pasividad) es importante porque hay formas de defender tus derechos de forma educada y sin utilizar la violencia verbal.

– La naturalidad (Modo de actuar o de comportarse una persona sin orgullo ni fingimiento, mostrándose tal y como es en realidad) es muy importante en la educación porque hay que mostrarse tal y como eres, con transparencia y sin hipocresía. Para mí el grado máximo de educación es la naturalidad

– El sentido común muchos lo han definido como: «el menos común de los sentidos» o «los prejuicios adquiridos a los 18 años» es importante porque a través de este nos guiamos para la naturalidad y asertividad.

Actualmente hay personas educadas pero hay otras personas que no tienen educación y lo que más me preocupa es que muchas personas mal educadas son personas con estudios. Esto es de verdadera lástima porque la esencia de los estudios es la educación, por raro que parezca, tantas matemáticas, lengua, … sirven, en esencia, para educarnos. Esto me lleva a decir que por mucho que estudie una persona sino tiene educación no tiene estudios. Estas personas pasan por los estudios pero los estudios no pasan por ellas.

Quizá no sea tan descabellado pensar que se terminará  evaluando la educación de cada persona

Quizá la culpa de la mala educación la tenga el sistema educativo, tema que se trató en una entrada anterior añadida por danisoler