Hoy, en cualquier momento, podemos tomar un avión y viajar a -prácticamente- cualquier lugar del planeta que deseemos. Se dice que viajar es un privilegio, que enrriquece al viajero, porque se conocen otras culturas, estilos de vida, personalidades, historias. Asimismo, la literatura -y conocer otras lenguas, como ya apuntó Daniel Soler, en otro post- también nos irradia de tolerancia, comprensión, empatía y sensibilidad hacia el otro. Además, nos llena de visión global, alejándonos del ensimismamiento de nuestra cultura, despojándonos del sectarismo local.
Lo que acabo de escribir es perogrullesco, pero es uno de los cambios estructurales más importantes en la especie humana: el desarrollo de las estructuras culturales. Remontémonos hasta la Edad Media. Allí, era extremadamente excéntrico que una persona media pudiese viajar a otros países. Tampoco hace falta que nos vayamos tan lejos: hasta finales del siglo XIX, todavía existían duras restricciones a la emigración. ¿Qué pretendo decir con esto? Pues que hasta hace relativamente poco tiempo, jamás el hombre ha podido, libremente, disfrutar del conocimiento de las otras organizaciones de la sociedad: antaño, no existía tanta diversidad cultural, debido, en parte, por la escasa población mundial; y, cuando afloró la diversidad cultural, como sabemos, la emigración no era posible. El caso es que, hasta ahora, nunca un ser humano ha podido conocer a otro nacido en las antípodas, tanto geográficas como culturales. Podemos, así, decir que el hombre ha ascendido un peldaño más y se ha convertido, no solo en un animal cultural, sino en uno metacultural.
Esto también tiene sus respectivas implicaciones psicológicas. La diversidad purifica la mente humana. Sabemos que la monotonía, la repetición y la costumbre terminan desencadenando una cierta alienación. El cerebro se especializa tanto en una actividad (a base de repetición) que ya no es posible realizar otras. Por este motivo -científico-, este hecho moderno beneficia al ser humano, lo perfecciona aún más.
Basta con experimentarlo. Observemos un sujeto con nulos conocimientos de otras culturas (o lenguas o, en último término, literatura) y observemos su grado de tolerancia y sectarismo. Lo trascendental no es que tolera menos, sino que su personalidad, su dignidad (o validez como individuo de la especie humana) es menos perfecta. El conocimiento de otras culturas permite al sujeto obtener información del ser humano (y, por tanto, de sí mismo, en cierto modo) en multitud de circunstancias y, así, tener una visión histórica y global sobre la especie humana, de lo que es capaz y de lo que no. Por extensión, la adquisición del cultura reduce el riesgo de guerra, porque los individuos se ven como miembros de un único conjunto (la especie) y no como contrincantes irreconciliables.
¿Por qué es tan beneficioso impregnarse de toda cultura? Porque, como atisbamos antes, ofrece un abanico de estilos de vida y permite al individuo saber no sólo su forma de vivir, sino muchas más. En consecuencia, la libertad aumenta exponencialmente: tal individuo puede llevar la vida de la cultura que más le apasione, que más se adapte a su personalidad. Además, se producen mezclas extraordinarias entre distintos elementos culturales produciendo una cultura única para cada individuo, adquirida, sin embargo, por retales de otras culturas. Y, obviamente, los retales que seleccione el individuo serán más perfectos para él que si hubiese adquirido la totalidad de una cultura concreta, sin visión periférica de ninguna otra.
He argumentado que el conocimiento cultural aumenta la libertad y la personalidad. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando un individuo se especializa en una cultura? Como afirmamos antes, el individuo es má perfecto si es versátil, si conoce la multiplicidad humana y no utiliza el exceso de la especialización. Por esto, un sujeto aferrado a su país o región tendrá menos libertad, personalidad y tolerancia. En este sentido, especializarse en un ámbito cultural (sin tener visión periférica) lo denomino descultura, pues no perfecciona la vida de la persona y absorbe la personalidad del individuo. Por ejemplo, alguien que se adentra tanto en las costumbres religiosas como las procesiones que aquéllo es lo único que da sentido a su vida; hasta el punto de denigrar otras costumbres religiosas.
La adquicisión del metacultura (conocer culturas), es el camino hacia el progreso, pues purifica personalidad, libertad, tolerancia y, en definitiva, hace más viable la paz y la concordancia entre seres humanos, por muy distintos que puedan parecer.
En los últimos veinte años se ha acrecentado en España el número de inmigrantes y, en consecuencia, se ha producido el habitual choque de culturas, que en los peores casos ha derivado en racismo, xenofobia y delincuencia. Con el paso del tiempo la inmigración se convirtió en una de las principales preocupaciones de los españoles y surgió entonces un movimiento por la tolerancia de las distintas culturas que coexistían en nuestro país. Lo hemos podido palpar en los medios de comunicación, la publicidad, los colegios y en otro tipo de manifestaciones públicas. Se han puesto sobre la mesa cientos de propuestas para difundir los valores del respeto por el diferente, y he aquí la mía.
El estar cursando en mi carrera una asignatura llamada Lingüística me ha hecho reflexionar profundamente sobre las propiedades de la lengua y su importantísima función en las relaciones humanas. Como bien saben los lectores, la lengua es el reflejo del pensamiento y, por lo tanto, el mejor mecanismo para conocer la idiosincrasia de los pueblos. Este hecho me lleva a pensar que si de verdad se quiere fomentar el respeto por otras culturas y encontrar un punto de unión que nos haga pertenecer a la misma comunidad éste ha de ser la lengua. Yo mismo lo he experimentado. Antes había culturas que no me llamaban la atención e incluso tenían costumbres que yo consideraba abominables, pero aprender la lengua que utilizan generó tal simpatía en mí que comencé a entender parte de sus tradiciones y cualquier rastro de odio hacia ellos que pudiese quedar en mí se desvaneció. Por eso pienso que la enseñanza de la lengua sólo puede entrañar valores positivos y es una asignatura pendiente desde hace años dentro de las aulas.
Y el que crea que con esto estoy animando a la gente a que aprenda todos los idiomas de las comunidades que viven en España, se encuentra bastante lejos de la realidad. Como vivimos en un país donde el odio entre hermanos aflora por doquier, donde no nos entendemos y, por frustración, nos refugiamos en la arrogancia y el rencor para escapar de esta Torre de Babel, creo que deberíamos empezar por aprender nuestra propia lengua para devolverle la dignidad a este país si es que algún día la tuvo. La gramática del español ha salido de las escuelas y ha sido sustituida por eufemismos educativos que nos han dejado hordas de jóvenes vocingleros que no se respetan ni a sí mismos, porque no se entienden, porque no saben hablar, porque han dejado de pensar. Y los diferentes ministros de Cultura y Educación que han pasado por los sucesivos gobiernos han tratado de ocultar el desastre afirmando que se estaba creando un nuevo lenguaje entre la generación del botellón, pero no es por neofobia por lo que se mueve mi discurso, sino porque el lenguaje deja de serlo cuando pierde su función primaria, la de comunicar y servir de hilo conductor entre personas diferentes; y si no sabemos hablar la lengua que nos une, jamás será posible la comprensión mutua. Sólo de esta forma lograremos respetarnos entre nosotros, y ya después vendrán los demás.
La educación es esencial en el ser humano en todos los ámbitos -economía, comunicación, política, …-, esto es casi una certeza radical.
Además de ser importante y útil al propio ser humano, también repercute a todo lo que nos rodea. Personas bien instruidas, generalmente, respetarán más al medio ambiente que las que no lo están, serán más tolerantes que las personas no educadas, tratarán mejor a los animales -véase la tauromaquia- e incluso podemos mejorar el mundo creando nuevas realidades como, por ejemplo, el ordenador que tengo ante mí, resultado de años y años de evolución causada por la educación cultural, conceptual y natural.
Ya he añadido en varias ocasiones que la educación es la principal diferencia entre los animales y las personas. La base del ser humano actual es la cultura y la civilización, a través de ella estudiamos, aprendemos, como mínimo, un idioma. Por este motivo, me voy a extender, ya que considero que es importante la profundización en temas vitales como este para desarrollar una buena filosofía de vida.
He encontrado dos tipos de educación diferentes:
1. Educación individual o natural
La educación individual es la que interfiere en nuestro comportamiento de manera directa, la que conforma nuestra personalidad y la que nos diferencia de las demás personas. Esta educación es la másimportante de todas, las personas primero somos individuos independientes unos de otros y, luego, llegan las demás atribuciones.
A todos los recién nacidos, se les enseña individualmente para que desarrollen todas sus capacidades, la mayoría de las personas se concentra más estudiando en solitario, muchos grandes genios han estado solos y precisamente, cuando más solos estaban, mejor les iba la vida profesional. Todo método de educación que no gire en torno al individuo no va a educar muy bien puesto que cada persona es diferente y, en consecuencia, necesita enseñanzas adaptadas. Por tanto, la primera educación, la principal, la idónea, debe y tiene que ser la educación más natural que existe: la educación individual.
¿Cómo educar individualmente? Esta pregunta es filosófica ya que hay tantos factores que influyen que siempre, sea cual sea la respuesta, nos dejaremos algo en el tintero. Yo voy a tratar de responder a esta pregunta de la mejor manera posible y para ello, tras largas reflexiones y disertaciones, he dividido este tipo de educación en tres subtipos.
Educación individual primera o propia
Consiste en el autodidactismo.
El que nosotros nos enseñemos a nosotros mismos no es nuevo y todo el mundo lo hace, a veces, sin darse perfecta cuenta. Pero, sería más beneficioso que se profundizara en esta forma de educarnos a nosotros mismos porque es el método más eficaz y, sobre todo, más eficiente de educación. Otro alegato a favor de este modo de educación es que si nosotros no dejamos la mente abierta y dispuesta a aprender, nunca lograremos superarnos a nosotros mismos, es decir, aprender.
La educación propia, también está emparentada con el solipsismo -estar ensimismado- o, dicho de otro modo más claro, la reflexión propia.
Tanto el autodidactismo como el solipsismo pueden aprenderse de diversas formas.
Educación individual segunda o parental
Está relacionada con la confianza, los consejos, la autoridad y la obediencia.
Por mucho esfuerzo que dediquemos a aprender únicamente por educación propia, nunca nos formaremos como es debido, ya que necesitamos de la ayuda de personas con más experiencia, madurez e inteligencia que nosotros. Un pequeño matiz: las personas solo adquieren conocimientos de las personas con autoridad y confianza. Por este motivo, es necesaria en la enseñanza tanto la autoridad como la confianza.
Un ejemplo: tenemos una profesora muy severa pero que no inspira confianza en el alumnado otorgando la aversión y la desconfianza de los alumnos e incluso podría ocasionar la desconfianza del alumnado en sus propias posibilidades. En cambio, si tenemos una profesora que inspira una buena confianza, el alumnado confiará en ella, además, se sentirá seguro. Pero si la confianza no va acompañada de autoridad, los alumnos acabarían por creer que la profesora es una alumna más, por tanto, hay que buscar un equilibrio entre autoridad y confianza.
Con la autoridad y la confianza bien armonizadas entonces los consejos que el maestro dedique, el aprendiz los tomará con seguridad, si este tiene una buena educación propia. Por este motivo, los padres son los más adecuados para ofrecer la educación parental aunque, en ocasiones, haya personas capacitadas -dígase profesor- para dicha labor. Lo ideal es armonizar la educación parental con educación propia (solipsismo y autodidactismo). Hay que matizar que un profesor no inspira los mismos grados de autoridad y confianza que un padre o una madre.
CONFIANZA + AUTORIDAD = OBEDIENCIA
Educación individual tercera o ajena
Consiste en la educación que recibimos por terceras personas o medios de comunicación. Por ejemplo, un programa de radio o un psicólogo. Esta educación puede ser, sin que nos demos cuenta, tanto perjudicial como beneficiosa. Por ejemplo, los políticos y los medios de comunicación suelen dramatizar, mentir y engañar.
La educación ajena dependerá, en gran medida, de nuestro nivel de educación, primero propia -para saber escoger qué consejos y qué consejeros- y luego parental.
Una muestra: podemos confiar ciegamente en un amigo que nos ofrece, por ejemplo, un tipo de droga. Si no tenemos una buena educación propia, sobre todo, actuaríamos mal aceptando esa sustancia.
¿Qué es lo bueno? Aquel acto que se realiza buscando el bien propio, el bien de la persona(s) que afecta y al bien de la sociedad en general, siempre y cuando, se armonicen fines y medios. En definitiva, ser justo con todo y con todos.
Debemos tener una formación interna para discernir lo bueno de lo malo así como evitar manipulaciones. Por eso, esta educación aparece en etapas más tardías que las anteriores ya que esta es una consecuencia de la educación parental y propia.
2. Educación cultural
Es axiomático que la educación también es cultura. La cultura tiene diversos sentidos y, dado que hablaré de todos ellos, dividiré este apartado en dos subapartados.
Cultura primera o cultivo de la mente
La educación también hace referencia al conocimiento humano incluyendo el conocimiento académico. Este conocimiento no es vital pero si es necesario, sobre todo, en la sociedad decimonónica. La educación conceptual o el cultivo de la mente es aquella que nos hace comprender el mundo; ya sean ciencias humanas, empíricas o formales. Este tipo de educación es la más importante para el avance de la humanidad y, en economía, para ampliar el capital humano de un país.
Los conocimientos históricos, filosóficos, químicos, físicos, matemáticos, lingüísticos ayudan al individuo a comprender el mundo que le rodea, a subir en el escalafón social, a saber escribir, a pensar. Además en la sociedad del siglo XXI nos da posibilidad de conseguir un trabajo tendiendo así seguridad.
Cultura segunda o humanización
Es el sentido general de cultura y el más importante, se refiere a todo lo que no heredamos genéticamente, a todo lo que aprendemos dentro de una civilización, a las normas, a las creencias, a los modos de vida y, en general, a lo que hace a un individuo componente de una civilización. Me gustaría dividir el concepto de cultura segunda en dos: cultura global y descultura.
La cultura global es todo lo que se aprende de todos los pueblos en general, lo que se aprende a través de los libros, del cine, viajando y, en general, todo lo que nos aporte conocimientos válidos para cualquier parte del mundo. Podemos citar una serie de ejemplos de cultura global: la existencia de una lengua, sistemas económicos, estructura familiar, creencias y la prohibición del incesto. La cultura global es superior a cualquier tipo de cultura. Sin esta cultura, el ser humano no sería humano.
Por otro lado, la descultura es todo lo que se aprende en una civilización concreta, es decir, todo lo que aprendemos en un país, en un barrio y, en general, los rasgos culturales de una zona concreta pero que no se comparten con el resto del mundo. He decidido denominarlo descultura porque considero que aporta rasgos perjudiciales (y beneficiosos). A medio y largo plazo, con la globalización, podría darse en el ser humano una cultura más global y que se redujesen los rasgos culturales específicos que nos aporta la descultura. No siempre aporta perjuicios hay veces que es beneficiosa por tanto, habría que buscar un equilibrio entre cultura global y descultura. Para mí el equilibrio perfecto sería el contrario al actual: que predominara la cultura global y que, en un segundo plano, estuviera situada la descultura.
El principal problema que genera la descultura es la creencia de que la cultura propia es la mejor y, en consecuencia, genera movimientos como el etnocentrismo que considera que las demás culturas son inferiores, la xenofobia u odio hacia los extranjeros, el racismo o rechazo violento a otras culturas y el chovinismo o racismo exacerbado.
La educación es esencial en el ser humano en todos los ámbitos -economía, comunicación, política, …-, esto es casi una certeza radical.
Además de ser importante y útil al propio ser humano, también repercute a todo lo que nos rodea. Personas bien instruidas, generalmente, respetarán más al medio ambiente que las que no lo están, serán más tolerantes que las personas no educadas, tratarán mejor a los animales -véase la tauromaquia- e incluso podemos mejorar el mundo creando nuevas realidades como, por ejemplo, el ordenador que tengo ante mí, resultado de años y años de evolución causada por la educación cultural, conceptual y natural.
Ya he añadido en varias ocasiones que la educación es la principal diferencia entre los animales y las personas. La base del ser humano actual es la cultura y la civilización, a través de ella estudiamos, aprendemos, como mínimo, un idioma. Por este motivo, me voy a extender, ya que considero que es importante la profundización en temas vitales como este para desarrollar una buena filosofía de vida.
He encontrado tres tipos de educación diferentes:
1. Educación individual o natural
La educación individual es la que interfiere en nuestro comportamiento de manera directa, la que conforma nuestra personalidad y la que nos diferencia de las demás personas. Esta educación es la másimportante de todas, las personas primero somos individuos independientes unos de otros y, luego, llegan las demás atribuciones.
A todos los recién nacidos, se les enseña individualmente para que desarrollen todas sus capacidades, la mayoría de las personas se concentra más estudiando en solitario, muchos grandes genios han estado solos y precisamente, cuando más solos estaban, mejor les iba la vida profesional. Todo método de educación que no gire en torno al individuo no va a educar muy bien puesto que cada persona es diferente y, en consecuencia, necesita enseñanzas adaptadas. Por tanto, la primera educación, la principal, la idónea, debe y tiene que ser la educación más natural que existe: la educación individual.
¿Cómo educar individualmente? Esta pregunta es filosófica ya que hay tantos factores que influyen que siempre, sea cual sea la respuesta, nos dejaremos algo en el tintero. Yo voy a tratar de responder a esta pregunta de la mejor manera posible y para ello, tras largas reflexiones y disertaciones, he dividido este tipo de educación en tres subtipos.
Educación individual primera o propia
Consiste en el autodidactismo.
El que nosotros nos enseñemos a nosotros mismos no es nuevo y todo el mundo lo hace, a veces, sin darse perfecta cuenta. Pero, sería más beneficioso que se profundizara en esta forma de educarnos a nosotros mismos porque es el método más eficaz y, sobre todo, más eficiente de educación. Otro alegato a favor de este modo de educación es que si nosotros no dejamos la mente abierta y dispuesta a aprender, nunca lograremos superarnos a nosotros mismos, es decir, aprender.
La educación propia, también está emparentada con el solipsismo -estar ensimismado- o, dicho de otro modo más claro, la reflexión propia.
Tanto el autodidactismo como el solipsismo pueden aprenderse de diversas formas.
Educación individual segunda o parental
Está relacionada con la confianza, los consejos, la autoridad y la obediencia.
Por mucho esfuerzo que dediquemos a aprender únicamente por educación propia, nunca nos formaremos como es debido, ya que necesitamos de la ayuda de personas con más experiencia, madurez e inteligencia que nosotros. Un pequeño matiz: las personas solo adquieren conocimientos de las personas con autoridad y confianza. Por este motivo, es necesaria en la enseñanza tanto la autoridad como la confianza.
Un ejemplo: tenemos una profesora muy severa pero que no inspira confianza en el alumnado otorgando la aversión y la desconfianza de los alumnos e incluso podría ocasionar la desconfianza del alumnado en sus propias posibilidades. En cambio, si tenemos una profesora que inspira una buena confianza, el alumnado confiará en ella, además, se sentirá seguro. Pero si la confianza no va acompañada de autoridad, los alumnos acabarían por creer que la profesora es una alumna más, por tanto, hay que buscar un equilibrio entre autoridad y confianza.
Con la autoridad y la confianza bien armonizadas entonces los consejos que el maestro dedique, el aprendiz los tomará con seguridad, si este tiene una buena educación propia. Por este motivo, los padres son los más adecuados para ofrecer la educación parental aunque, en ocasiones, haya personas capacitadas -dígase profesor- para dicha labor. Lo ideal es armonizar la educación parental con educación propia (solipsismo y autodidactismo). Hay que matizar que un profesor no inspira los mismos grados de autoridad y confianza que un padre o una madre.
CONFIANZA + AUTORIDAD = OBEDIENCIA
Educación individual tercera o ajena
Consiste en la educación que recibimos por terceras personas o medios de comunicación. Por ejemplo, un programa de radio o un psicólogo. Esta educación puede ser, sin que nos demos cuenta, tanto perjudicial como beneficiosa. Por ejemplo, los políticos y los medios de comunicación suelen dramatizar, mentir y engañar.
La educación ajena dependerá, en gran medida, de nuestro nivel de educación, primero propia -para saber escoger qué consejos y qué consejeros- y luego parental.
Una muestra: podemos confiar ciegamente en un amigo que nos ofrece, por ejemplo, un tipo de droga. Si no tenemos una buena educación propia, sobre todo, actuaríamos mal aceptando esa sustancia.
¿Qué es lo bueno? Aquel acto que se realiza buscando el bien propio, el bien de la persona(s) que afecta y al bien de la sociedad en general, siempre y cuando, se armonicen fines y medios. En definitiva, ser justo con todo y con todos.
Debemos tener una formación interna para discernir lo bueno de lo malo así como evitar manipulaciones. Por eso, esta educación aparece en etapas más tardías que las anteriores ya que esta es una consecuencia de la educación parental y propia.
2. Educación cultural
Es axiomático que la educación también es cultura. La cultura tiene diversos sentidos y, dado que hablaré de todos ellos, dividiré este apartado en dos subapartados.
Cultura primera o cultivo de la mente
La educación también hace referencia al conocimiento humano incluyendo el conocimiento académico. Este conocimiento no es vital pero si es necesario, sobre todo, en la sociedad decimonónica. La educación conceptual o el cultivo de la mente es aquella que nos hace comprender el mundo; ya sean ciencias humanas, empíricas o formales. Este tipo de educación es la más importante para el avance de la humanidad y, en economía, para ampliar el capital humano de un país.
Los conocimientos históricos, filosóficos, químicos, físicos, matemáticos, lingüísticos ayudan al individuo a comprender el mundo que le rodea, a subir en el escalafón social, a saber escribir, a pensar. Además en la sociedad del siglo XXI nos da posibilidad de conseguir un trabajo tendiendo así seguridad.
Cultura segunda o humanización
Es el sentido general de cultura y el más importante, se refiere a todo lo que no heredamos genéticamente, a todo lo que aprendemos dentro de una civilización, a las normas, a las creencias, a los modos de vida y, en general, a lo que hace a un individuo componente de una civilización. Me gustaría dividir el concepto de cultura segunda en dos: cultura global y descultura.
La cultura global es todo lo que se aprende de todos los pueblos en general, lo que se aprende a través de los libros, del cine, viajando y, en general, todo lo que nos aporte conocimientos válidos para cualquier parte del mundo. Podemos citar una serie de ejemplos de cultura global: la existencia de una lengua, sistemas económicos, estructura familiar, creencias y la prohibición del incesto. La cultura global es superior a cualquier tipo de cultura. Sin esta cultura, el ser humano no sería humano.
Por otro lado, la descultura es todo lo que se aprende en una civilización concreta, es decir, todo lo que aprendemos en un país, en un barrio y, en general, los rasgos culturales de una zona concreta pero que no se comparten con el resto del mundo. He decidido denominarlo descultura porque considero que aporta rasgos perjudiciales (y beneficiosos). A medio y largo plazo, con la globalización, podría darse en el ser humano una cultura más global y que se redujesen los rasgos culturales específicos que nos aporta la descultura. No siempre aporta perjuicios hay veces que es beneficiosa por tanto, habría que buscar un equilibrio entre cultura global y descultura. Para mí el equilibrio perfecto sería el contrario al actual: que predominara la cultura global y que, en un segundo plano, estuviera situada la descultura.
El principal problema que genera la descultura es la creencia de que la cultura propia es la mejor y, en consecuencia, genera movimientos como el etnocentrismo que considera que las demás culturas son inferiores, la xenofobia u odio hacia los extranjeros, el racismo o rechazo violento a otras culturas y el chovinismo o racismo exacerbado. Este principal problema se puede solucionar con el equilibrio anteriormente citado: ampliando la cultura global en detrimento de la descultura.
Profundicemos más sobre este concepto y sus consecuencias: no toda la cultura específica o propia de un Estado es perjudicial. Rasgos culturales como la hora de la comida, el lenguaje, el modo de vida son inherentes a las personas que conforman una determinada civilización, forman la idiosincrasia de los pueblos. Además, no son rasgos perjudiciales sino rasgos definitorios. Por otro lado, otros rasgos culturales específicos de una determinada cultura pueden ser perjudiciales como la ablación del clítoris, la sumisión, la esclavitud. Estos son rasgos culturales que contradicen a la cultura global. Estos aspectos son los que deberían de modificarse, los contrarios a la cultura del planeta.
Uno de los beneficios que la cultura global aporta es la tolerancia y el respeto hacia culturas. La globalización es un camino hacia la tolerancia, hacia limar las diferencias culturales. El único rasgo que define a una cultura es la tolerancia con otras culturas y con los derechos humanos. Una cultura es mejor cuanto mejor es su respeto hacia las otras.