El ser humano y el concepto de perfección

La mente humana a lo largo de la historia ha concebido una serie de seres superiores a nosotros, a saber: dioses, extraterrestres, ídolos, etc. Estos dioses no tienen que corresponderse obligatoriamente con la concepcion del Dios cristiano que predomina por estos lares.

En otros artículos he argumentado por qué creo que existe la tendencia a la religión en el hombre y que esta religión no se asemeja exactamente a la visión tradicional que tenemos de ella. No se trata de creer en un dios creador, ni en una vida ultraterrena, sino simplemente mostrar fe en algo que no existe y entronizar a este ente inexistente.

Reflexionando sobre este aspecto, llegué a la conclusión de que existe un impulso inherente al ser humano para concebir un ser superior, aunque físicamente no se dé en ese preciso instante. Por ejemplo, yo podría imaginar un Daniel futuro con un coche y una mansión y sin duda este ser me parecería más perfecto.

La creencia en un ser superior tiene su base en la mentalidad de progreso que poseemos los seres humanos. Una vez consumada la concepción del «yo», inmediatamente buscamos un ser que nos supere para convertirlo en un objetivo vital; es el ser en el que aspiramos a convertirnos en el futuro. Es aquí donde encontramos la raíz del progreso y la confianza en nosotros mismos para mejorar. Esta tendencia se ha dado a través de toda la evolución, pero es ahora cuando, con ayuda de la filosofía y la neurología, hemos empezado a considerar los motivos del avance biológico.

Este ser abstraído es simplemente una meta mental, que cuando se alcanza pierde su propiedad de perfecta y es reemplazada por un nuevo ser, de nuevo perfecto. Estoy seguro de que si Dios bajara a La Tierra y se viniese a tomar unas cañas con nosotros, los creyentes se olvidarían de su perfección y buscaríamos otro ser aún mejor.

Es por esto que se dice que la perfección no existe, porque es un mero concepto humano. Por tanto, existe en nuestra mente, pero cuando se aparece en el mundo físico pierde su propiedad de perfección.

La perfección, además, está ligada a la imagen que tengamos de lo bueno y lo malo, que son dos conceptos que implican un alto grado de moralidad, es decir, de subjetividad, y varían dependiendo del individuo, de los valores en los que se halle inserto y de las experiencias por las que haya pasado en el transcurso de su vida.

La frase «no se echa de menos algo hasta que se pierde» resumiría el contenido de este artículo. Cuando perdemos algo, lo idealizamos de nuevo, como si no lo tuviéramos, y se revaloriza, volviendo a tener la cualidad de perfecto; si lo recuperamos, volverá a convertirse en una realidad física, con sus defectos consecuentes.

La realidad que subyace bajo esta teoría no es más que el mundo de las Ideas de Platón, que eran perfectas pues se encontraban exclusivamente en la mente humana.

Mi conclusión, por lo tanto, es que Dios existe, como concepto que es, en la mente de los seres humanos y de algunos otros animales por la sencilla razón de que no lo pueden ver ni tocar, pues en el mundo físico Dios no encuentra concreción alguna.

¿Si La Tierra es el problema, La Luna es la solución?

Es ya sobremanera popular que el hombre cuenta, en la actualidad, con graves dificultades. Además de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que deben de cumplirse para 2015, a más largo plazo la humanidad necesitará de otros desafíos. Por ejemplo, hacia 2050 la población de la tierra superará los 9.000 millones de habitantes y, lógicamente, los recursos serán aún más escasos. Es indiscutible: tenemos que buscar cobijo fuera del planeta. Además, aunque no sea necesario, a corto plazo nuestros dos problemas más urgentes (combustibles fósiles y recesión económica), por raro que parezca, pueden solucionarse por la vía espacial.

Resulta un tanto curioso que estos dos puntos o desafíos son también esenciales para entender el interés que está suscitando nuestro satélite natural. La crisis económica obligó a Obama a abortar el ambicioso plan -propuesto por Bush- de exploración del Sistema Solar. «Los tiempos de crisis no son los mejores para explorar otros mundos» -sentenció el nuevo presidente electo de EE.UU. en febrero de 2010-.

El problema de las energías no renovables que se nos presenta es gravísimo, yo diría que, de no tomarse las precauciones suficientes -que son bastantes- se podría originar una crisis económica de unas magnitudes insólitas. Nuestro sistema está sustentado en el «oro negro» (incluso se habla de petrodólares). Por ejemplo, el alquitrán, los neumáticos o materiales archipresentes en nuestra vida cotidiana como los plásticos son posibles gracias al petróleo. Imagínense un día sin todos esos materiales: fábricas, empresas e industrias, de la noche a la mañana, cerradas. Parece que nuestro sistema es posible si, y sólo si, hay petróleo, un material contaminante, repartido asimétricamente por el mundo con los consiguientes conflictos políticos y, por si todo esto fuera poco, que se acabará tempranísimo. ¿Sin combustibles fósiles volveríamos a un nivel de vida parecido al anterior de la primera revolución industrial? En fin, cuando se acabe el petróleo -en un lapso de 20 ó 30 años- nuestras expectativas se verán aún más desbordadas que con la crisis actual.

¿Podemos sustentar nuestro sistema en otros recursos? Podemos hacerlo de dos formas: desarrollar y aumentar la eficiencia -y eficacia- de los sistemas de aprovechamiento de las energías renovables en la tierra, tales como la energía geotérmica, mareomotriz, biomasa, solar y un etcétera que aumenta con el tiempo y/o podemos solucionar el problema en la Luna. Sí, allí se encuentra un material (el Helio 3) seguro, eficaz y que hará posible el gran sueño de la fusión nuclear. El hecho de que en la Luna no haya atmósfera permite la acumulación de este material tan útil y renovable al mismo tiempo, la eficiencia energética jamás soñada. Ésta puede ser la solución más rentable y viable. Es más, Energia Corporation planea minar el satélite para la extracción del material en 20 ó 30 años.

La colonización de la Luna parece difícil, pero no lo es tanto la extracción del antedicho recurso. La compañía Bell Aerosystems piensa abastecer a los trabajadores, para transportar los recursos, con pequeños vehículos que alcanzarían velocidades cercanas a las de un aeronave, debido a la inexistencia de atmósfera.

También, la NASA ha apoyado económicamente el proyectores insigne ascensor lunar que servirá para transportar recursos o materiales -no es posible para personas- de la Luna a la Tierra y viceversa.

En definitiva, la Luna puede ser la salvación de la Tierra y, por eso, Rusia, Japón e India planean en el 2020 misiones lunares tripuladas e incluso China en 2030. A propósito, la colonización lunar, de conseguirse, solventaría la sobrepoblación prevista. Parece que EEUU también ha perdido el primer puesto en la carrera espacial, que será ocupado por los países BRIC’s.

Aunque parezca paradójico, las crisis periódicas que se producen, en gran medida, por las fluctuaciones del crudo -eso sin contar los abusos de los banqueros-, pueden suprimirse para siempre encontrando la solución fuera de la Tierra. Porque contamos con la tecnología pertinente. En mi opinión, el espacio y la tecnología resulven todos los problemas económicos que puedan columbrarse.